¿Qué nos hace únicos entre los 7 millones de personas que habitamos el planeta? Nuestros rasgos fisicos, nuestro cociente intelectual, nuestra inteligencia emocional y nuestra personalidad forman un cóctel único que nos define y nos distingue.
Se estima que los genes son responsables de hasta un 60 por ciento de la personalidad. No obstante, hay un fuerte componente ambiental que define qué rasgos hereditarios se expresan y cuáles no. La personalidad se compone, por lo tanto, de un cóctel entre la biología, el ambiente y la interacción entre ambos.
Si bien la genética y las experiencias juegan un rol en el desarrollo de trastornos de la personalidad, una relación fuerte con una figura de cariño en la vida puede evitar el desarrollo de desórdenes de la personalidad.
La estructura genética, la educación que recibe y la realidad social en que se desarrolla un individuo condicionan sus pensamientos, sus sentimientos y sus conductas típicas. No obstante, existe una porción de libertad que le permite modificar su propia vida. Y es que el término personalidad hace referencia al conjunto integrado y organizado de características de un individuo que conforman su peculiar ajuste al medio. Es el sello psicológico exclusivo de cada uno que persiste a lo largo del tiempo y que distingue a un individuo de otro.
La probabilidad de que existas tal como eres
Genéticamente, la probabilidad de que existas físicamente como eres es de 1 entre 400 trillones. De hecho, la probabilidad de que un óvulo de una mujer (X) sea fecundado por un espermatozoide especifico de un hombre (Y) es de 1 en 1.015. Solo la probabilidad de que tu padre y tu madre se conocieran y te engendraran es de 1 entre 40 millones.
Estos números solo representan tu cuerpo, aún hay que añadir muchos otros factores que te hacen ser tú: tus experiencias, tus recuerdos, tu procesamiento emocional, tu temperamento, actitudes y hábitos; haciendo imposible e incuantificable la probabilidad de que haya alguien exactamente igual a ti. Si bien eres físicamente diferente a las 7,3 billones de personas que viven actualmente en la Tierra (gemelos exclusivos), ser quien eres y como eres te hace único entre las 108 billones de personas que se estiman que han vivido en este planeta. Se entiende que los genes dictan casi en su totalidad nuestra apariencia física, pero, ¿qué dicta nuestra personalidad?
Nuestra personalidad es única
La personalidad está compuesta por diversos elementos, algunos fijos y algunos transitorios. Este cóctel de sentimientos y pensamientos ligados al comportamiento conlleva una conducta congruente a lo largo del tiempo, independientemente de la situación. Esta característica se define como persistencia. Solo hace falta ver a un bebé para darse cuenta de que, a pesar de ser tan pequeño, ya tiene un temperamento específico y deja ver, con su comportamiento, su personalidad. Con tan solo pocos meses de vida es fácil ver si un niño tiene un carácter fuerte, si es tranquilo, sonriente o inquieto. Este aspecto de la personalidad se define como distinción. Tanto la persistencia como la distinción son el motivo por los que solemos comportarnos de una manera puntual ante diferentes situaciones y de manera similar a lo largo de nuestras vidas.
Si bien las circunstancias sociales juegan un gran papel en nuestra personalidad, estos factores se pueden dividir en dos. Uno sería el entorno compartido, que es todo aquello que se imprime en nosotros consecuencia de una convivencia con los demás, al ser parte de nuestras familias en una cultura y tradiciones específicas. Este componente se comparte entre hermanos y hace que haya afinidad y un fuerte vínculo familiar. Por otra parte, está el entorno no compartido. Como es de esperar, está compuesto por todas las experiencias individuales que vivimos con sus respectivos cómo, dónde y cuándo.
El cóctel entre biología y ambiente te hace único/a
Se estima también que los genes son responsables de hasta un 60 por ciento de la personalidad. No obstante, hay un fuerte componente ambiental que define qué rasgos hereditarios se expresan y cuáles no. La personalidad se compone, por lo tanto, de un cóctel entre la biología, el ambiente y la interacción entre ambos.
Esta interacción de entorno y genética da lugar a:
a) Nuestro físico y nuestra apariencia nos ayuda a definir nuestra personalidad.
Por ejemplo, hay estudios que indican que nuestra estructura ósea influye en nuestra personalidad. Se ha encontrado que las personas con caras más anchas y pómulos fuertes suelen tener índices más elevados de testosterona y personalidades más agresivas.
b) Nuestro intelecto afecta a nuestra personalidad.
Si bien la inteligencia a su vez se define por una interacción entre genética y ambiente, juega, al mismo tiempo, un papel indiscutible en nuestra personalidad. Lo que pensamos, lo que decimos y cómo lo decimos forma parte de quiénes somos. Nuestra capacidad intelectual ayuda a que formemos nuestra autoestima, nuestra seguridad en nosotros mismos y cómo nos perciben otros. Cómo otros interpretan nuestro intelecto compone en gran parte cómo nos mostramos.
Aunque podemos tener un potencial ilimitado, si somos percibidos de una manera solemos complacer esa visión. Se ha mostrado también que las personas con personalidades abiertas a nuevas experiencias suelen puntuar significativamente más en los test de inteligencia.
c) El grado de integración social influye en la personalidad.
Ajustarnos a las normas, actuar de acuerdo a la situación y circunstancia en la que estamos define cómo somos. Cómo nos adaptamos al ambiente social en sí suele ser bastante normativo, no obstante, juega un amplio papel en cuanto a si nuestra expresión de personalidad en nuestra conducta es adaptada o no. He aquí uno de los rasgos característicos de las patologías de la personalidad. Se han descubierto diferentes rasgos genéticos que están detrás de patologías de la personalidad que dictaminan que una persona sea considerablemente inconformista, agresiva, miedosa, ansiosa o dramática. El tener una tendencia a estos rasgos tiene una gran influencia a la hora de padecer una personalidad inadaptada.
d) Las emociones tienen un papel protagonista en nuestra personalidad. Nuestros gustos, temperamento, y control emocional (o carencia de él) ayudan a forjar nuestra personalidad. Hay una predisposición genética a ciertos estados emocionales que se ven retroalimentados por el ambiente y por experiencias personales. Dentro de la calificación de emociones entra el factor temperamento. Si bien el temperamento es genético, es la estructura básica que domina nuestro humor y tendencia motivacional. El temperamento está relacionado con la influencia endocrina.
Dra. Maite J. Balda. Psicóloga y máster en Neurociencias Cognitivas
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