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8 de cada 10 trabajadores padecen depresión

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El 21% de los trabajadores españoles han padecido depresión en algún momento de su vida, y actualmente, más del 70% de las bajas por trastornos mentales están causadas por ansiedad y depresión. Los útlimos estudios aseguran que tratar la depresión precozmente con fármacos antidepresivos puede suponer una mejora antes de los dos meses y las probabilidades de recaída serán mucho más bajas. 

Ocho de cada diez europeos que padecen depresión están en edad de trabajar, según datos del estudio El abordaje de la depresión en el ámbito del trabajo (2016). Entre estos, uno de cada diez sufre un episodio depresivo al año, con una duración media de 35,9 días por episodio. Este mismo estudio refleja que la depresión es una de las primeras causas de pérdida de productividad, absentismo laboral, incremento de accidentes laborales, utilización de los servicios de salud y jubilación anticipada. Tanto es así que en nuestro país los trastornos mentales son la segunda causa de baja por incapacidad temporal.

Cómo reconocer la depresión en nuestro entorno

Sin embargo, el reconocimiento social de la depresión es aún complejo, ya que se trata de una patología estigmatizada. Sin embargo, una detección temprana y un tratamiento adecuado pueden ser clave para la recuperación. «Debemos desterrar esa vieja discusión entre el tratamiento farmacológico y el psicológico. No son excluyentes», afirma el doctor Cristóbal Colón, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela.

«Cuando no se utilizan los antidepresivos, una depresión de condicionamiento genético puede durar desde 6 hasta 18 meses, un largo periodo tras el que 3 de cada 4 personas lograrán superar la enfermedad, pero con un riesgo de recaída del 80%. Por el contrario, si la depresión se diagnostica y es tratada precozmente con fármacos antidepresivos habrá una mejoría franca antes de los dos meses y las probabilidad de recaída serán mucho más bajas que en el primer caso», señala el especialista.

Por esto, es fundamental reconocer los síntomas de un proceso depresivo para poder atajarlo a tiempo. El entorno laboral es uno de los más propicios para esto debido a la cantidad de horas que las personas pasan en sus puestos. «Pasamos mucho tiempo con nuestros compañeros y los síntomas depresivos resultan mucho más difíciles de ocultar en ese entorno», explica la psicóloga María Díaz, de Sanitas.

Síntomas de inicio de la depresión

Los más comunes son «insomnio, cambio insidioso en el apetito, fatiga, falta de energía, dificultad extrema para concentrarse y pensamientos negativos recurrentes», señala Díaz. Según la psicóloga, la alarma ha de saltar cuando estos síntomas trastocan la vida cotidiana. En este sentido es importante resaltar que «la depresión no solo repercute en el estado de ánimo, sino que también afecta a nivel físico, mental y en la forma de representar la realidad».

Algunas de las situaciones que pueden ayudarnos a descubrir que una persona en nuestro entorno laboral está sufriendo una depresión serían las siguientes:

– Descuido progresivo de la higiene y la corrección en el vestuario
– Aparición de creencias de inferioridad
Sentimiento de culpa
– Disminución gradual de la actividad habitual en el trabajo, indecisión o cavilación sobre la misma idea
– Somnolencia excesiva durante el día.

Estos síntomas aparecen de manera paulatina, por lo que su identificación puede no resultar sencilla.

El coste social de la depresión entre los empleados

Según el estudio «Impacto de la depresión en el trabajo» de la Asociación Europea de Depresión (EDA en sus siglas en inglés), el 21% de los trabajadores españoles ha sido diagnosticado de esta patología en algún momento de su vida.

En el plano europeo, más del 70% de las bajas por trastornos mentales están causadas por ansiedad y depresión. Los costes totales atribuibles a la depresión constituyen más del 1% del PIB de la eurozona. Además, la depresión tiene un coste anual indirecto de 92.000 millones de euros al año, por lo que su correcto abordaje repercute no solo en el bienestar emocional de los trabajadores, sino también en la productividad de las empresas y la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud.

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