El cuerpo funciona como un altavoz ante todo aquel malestar emocional que de forma consciente o inconsciente silenciamos. Cuántas dolencias hay para las que no se encuentra una explicación puramente médica. Hablamos de enfermedades psicosomáticas, las que el cuerpo dice cuando la mente calla.
En muchas ocasiones, son molestias con las que podemos convivir, no nos incapacitan, pero sí nos entorpecen y nos restan energía. Precisamente porque son dolores con los que podemos lidiar en nuestra día a día junto con que la mayor parte de las veces los médicos aluden a que la afección está relacionada con los «nervios» o el «estrés» no ponemos cartas en el asunto. Entendemos que los dolores que tienen que ver con los «nervios» no hay que atenderlos, y mientras no les dediquemos nuestra atención, no remitirán.
Somatizar significa transformar problemas psíquicos en síntomas orgánicos de manera involuntaria.
Estas dolencias para las que aparentemente no se encuentra mucha explicación científica son las que se clasificarían dentro de la psicosomática.
Esos síntomas, para los que no se encuentra una base orgánica, son la forma que tiene el cuerpo de dar la voz de alarma. Grita cuando no estamos siendo capaces de mirarnos y nos llevamos al límite.
Así nos avisa el cuerpo de lo que la mente calla
Somatizamos cuando nos negamos, cuando no nos dejamos ser ni estar. Todo lo que no somos capaces de escuchar de nosotros mismos nuestro cuerpo si lo hace y en consecuencia lo expresa, lo deja ver a través de diversa sintomatología. El cuerpo da el aviso de que no nos estamos cuidando. Cuidarnos significa darnos lo que necesitamos y para eso es fundamental estar en conexión con nosotros mismos. Habitualmente se asocia el cuidarse como algo únicamente físico y va mucho más allá.
El cuidado físico es fundamental para funcionar y poder enfrentar los retos y demandas de cada día. Cuando hablamos de cuidado físico estaríamos hablando de la incorporación de hábitos saludables. En esto se insiste mucho y hace tiempo que se viene señalando, parece que está habiendo un cambio de tendencia en ese aspecto y el cuidado del cuerpo pasa a ser prioritario.
Pero, ¿qué pasa con nuestro cuidado emocional? No nos dejamos tiempo para la reflexión, para pararnos y conectar con nosotros. Sin desmerecer, por supuesto, esta gran conquista del respeto al cuerpo es necesario darle más peso a la parte afectiva. Esto consiste en entender cómo nos encontramos anímicamente e identificar que nos hace bien y qué necesitaríamos cambiar.
Cómo sanar las enfermedades psicosomáticas
Es importante dejar fluir nuestras emociones, no bloquearlas o pasar por encima de ellas ya que nos están tratando de decir algo. Si esto lo hacemos, tendremos un papel más activo en protegernos de lo que nos daña, nos estresa o nos genera mucho sufrimiento. Y es así como evitaríamos llevarnos al límite y que el cuerpo tuviese que enfermar o resentirse para darnos el aviso de que algo no va bien.
En conclusión, cuando el malestar físico está relacionado con los «nervios«, lejos de quitarle importancia o hacernos ver que en el fondo no nos pasa nada habría que prestar atención y profundizar en qué nos está tratando de decir el cuerpo y a que responde. Un cuadro psicosomático no es menos importante ni mucho menos que una enfermedad orgánica, solo que la curación irá por vías diferentes.
Beatriz Rescalvo Aracil. Psicoterapeuta de Adultos, Pareja y Familia de Psicólogos Pozuelo
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