Utilizamos la palabra crispación para definir estados de irritación, ira o enfado que sentimos cuando estamos nerviosos, tensos, cundo nos ocurre algo que no esperábamos, que no nos gusta, etc. En estos casos, todo nuestro sistema nervioso se altera por la crispación.
En algún momento de nuestra vida todos hemos vivido situaciones de crispación que nos han llevado al límite, que han hecho que perdamos los papeles, que gritemos, insultemos incluso puede que golpeemos objetos. Esto ocurre cuando una situación nos saca de quicio y provoca que nos enfademos con nuestros hijos, nuestra pareja, con amigos, con el trabajo, incluso con la vida.
La crispación que sentimos cuando algo nos saca de nuestras casillas es una emoción que junto con los cambios fisiológicos que se producen en nuestro cuerpo, nos está avisando de que está ocurriendo algo que no nos parece bien, con lo que no estamos de acuerdo y que no debemos permitir.
La crispación: ¿qué cosas nos sacan de quicio?
Debemos tener en cuenta que cuando aparecen esos estados de alteración, de ira desmedida que nos saca de nuestras casillas, es porque se ha puesto en marcha nuestro mecanismo de defensa, este se activa ante diferentes circunstancias.
1. Cuando percibimos que nuestras necesidades no están siendo cubiertas, estas necesidades pueden ser básicas como tener hambre o sueño, necesidades de relación como atención, amor, de identidad como respeto, autoafirmación, de seguridad, etc. No tener cubiertas nuestras necesidades nos genera malestar, hace que nos sintamos amenazados y provoca que reaccionemos para defenderos e intentar satisfacerlas a cualquier precio.
2. Cuando no podemos controlar la situación e incluso a alguna persona, nos sentimos impotentes, sentimos que no somos capaces de influir en la realidad o en los demás como nos gustaría y esto nos frustra, nos irrita y puede llevarnos al estallido.
3. Cuando las cosas no son como nos gustarían, cuando no aceptamos que las cosas son como son, nos sentimos decepcionados, y eso conecta directamente con el enfado y la ira, haciendo que arremetamos contra la situación.
4. Cuando reprimimos lo que sentimos, nuestras emociones y pensamientos. Si no expresamos aquello que nos molesta y vamos guardándolo, conforme vayamos viviendo situaciones similares iremos acumulando resentimiento, que finalmente terminará haciéndonos estallar.
¿Cómo podemos compensar la crispación?
A pesar de que la ira es una emoción básica y adaptativa, si aparece con mucha frecuencia, de manera muy intensa y dura mucho puede tener efectos muy perjudiciales en nosotros y nuestro entorno, por ello, aquí van algunos consejos para compensar los estados de crispación.
1. Comprender por qué nos enfadamos. Descubrir que situaciones, que personas son las que despiertan nuestra ira, para ello puedes preguntarte ¿Qué hace que este así? ¿Qué necesito?
2. Expresar lo que sentimos y lo que pensamos, pero con asertividad, sin necesidad de ofender al que tenemos en frente.
3. Aceptar que no tenemos el control de todo. Solo tenemos el poder de cambiarnos a nosotros mismos y como reaccionamos ante las diferentes situaciones, pero no podemos cambiar a los demás.
4. Empatizar. Aprende a ponerte en el lugar del otro para poder entender que es lo que le llevo a comportarse de esa manera. Comprender nos ayuda a ser más tolerantes.
Rocío Navarro. Psicóloga. Directora de Psicolari, psicología integral
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