El alcohol es una de las sustancias legales que genera adicción más consumida y de más fácil acceso en cualquier país del mundo. Como está socialmente aceptada es difícil saber cuándo el consumo del alcohol se ha convertido en un problema para alguien.
A pesar de la normativa de los últimos años en las que se restringe la compra de alcohol en determinados horarios, a menores de edad o el consumo en la vía pública, el consumo de alcohol se ve como algo socialmente aceptado e incluso se normaliza y en ciertas situaciones parece casi obligatorio, e incluso se pueden recibir ciertas presiones en este sentido.
Y es cierto que, en nuestra sociedad, el uso del alcohol está aceptado y extendido y forma parte de nuestra cultura, pero eso enmascara o justifica en ocasiones el consumo abusivo o problemático y retrasa la posibilidad de tomar medidas al respecto o incluso de realizar un tratamiento si fuese necesario.
En numerosas ocasiones la imagen estereotipada de la persona con problemas de alcohol no coincide con la realidad, ya que solemos tener en la cabeza una persona con un deterioro importante en todos los aspectos. No hace falta estar borracho, no cumplir con el trabajo, beber grandes cantidades desde la mañana, tomar bebidas destiladas, beber alcohol a diario o ser agresivo al beber para tener problemas con el alcohol.
¿Cómo saber si alguien tiene problemas con el alcohol?
Encontramos diversidad de aspectos diferentes en los que fijarnos para responder a esta pregunta.
Uno de los criterios principales tiene que ver con las consecuencias negativas del consumo de alcohol, como abandonar o no poder cumplir con otras actividades, no sólo laborales o profesionales (incluido el estudio) si no también con actividades familiares o de ocio.
Otro de los criterios relacionados con las consecuencias negativas tiene que ver con repetir la conducta de beber a pesar de las experiencias previas negativas.
Haberle dedicado más tiempo de forma habitual, del que nos hubiésemos planteado en un primer momento es otro de los aspectos a tener en cuenta, así como ponernos en riesgo o poner en riesgo a otras personas (por ejemplo, conducir después de haber bebido) y que nos pueden dar pistas sobre si tenemos un problema con nuestro consumo de alcohol.
Sin olvidarnos, por supuesto de la necesidad de beber más para conseguir el mismo efecto, o la necesidad física de consumirlo que aparecen en algunos casos.
Si alguno de estos aspectos aparece, aunque no sean todos, es importante replantearnos si nuestro consumo de alcohol se está convirtiendo en un problema y podemos tomar alguna medida o ya es un problema y sería conveniente consultar con un profesional.
Una atención especial al consumo de alcohol en la adolescencia, etapa en la que es habitual el uso y en muchos casos el abuso de alcohol. Como padres es importante que estemos atentos a esto ya que, por las características inherentes a esta etapa evolutiva, los riesgos pueden ser mayores y existen muchas presiones entre iguales.
Una buena comunicación y poderles ofrecer un modelo sano al respecto desde la infancia pueden ser factores de protección para los adolescentes.
Y, para terminar, es importante resaltar la importancia de evitar las justificaciones y los autoengaños (por ejemplo, todo el mundo lo hace) que son tan habituales en lo referente al consumo de alcohol y que demoran las posibles soluciones.
Patricia Amaro. Psicoterapeuta de adultos, pareja y familia en Psicólogos Pozuelo
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