Es importante que los niños idealistas no se vean abrumados emocionalmente y esto solo se puede evitar cuando no se involucran emocionalmente con todo lo que pueda requerir ayuda. Como padres podemos ayudar a nuestros hijos a aprender a distinguir en qué proyectos pueden ayudar y cuáles deben quedar en manos de alguien que tenga mayor experiencia, conocimiento o capacidad.
A su vez, los niños idealistas son muy susceptibles al estado emocional de sus seres queridos. Cuando las cosas están bien en casa se puede ver en su humor y transmitir en su sonrisa, pero cuando hay tensiones en el hogar les afecta anímicamente.
Llevan muy mal el conflicto y si crecen en un ambiente de peleas y tensión es común que se conviertan en personas inseguras y retraídas. Su poco gusto por ganar hace que, al verse envueltos en un ambiente competitivo entre hermanos, se sientan avergonzados y enormemente afectados por una división innecesaria impuesta.
Los niños idealistas huyen de las peleas
Muchas veces en estos ambientes entre hermanos competitivos los niños idealistas suelen crear un vínculo con el progenitor menos motivante de esta competencia así como un resentimiento hacia el que le obliga a sentirse dividido. Por este motivo, las dinámicas familiares cooperativas o de competencia saludable son ideales para que un niño idealista desarrolle su autoestima.
Los niños con temperamento idealista no suelen entrar en peleas e intentan siempre mantener la armonía, pero si algo amenaza a sus seres queridos, se enfurecen.
No suelen utilizar la violencia física, pero no tendrían ningún problema en desafiar su naturaleza pacífica para defender una causa en la que sienten hay una injusticia o un abuso.
Los niños idealistas están orientados hacia el futuro, por ello están siempre en constante lucha por mejorar. La vida está llena de potenciales a alcanzar y significados esperando a ser entendidos. Los idealistas tienen un genuino interés en entender las cosas y sus motivos de ser.
Los conflictos con sus seres queridos les hacen mucho daño
La autoestima de los idealistas está enormemente basada en su habilidad de mantener relaciones significativas y estrechas con quienes quieren. Vivir un conflicto con sus seres queridos les produce un dolor increíble. A diferencia de otros temperamentos, los niños idealistas pueden sufrir mucho más por un castigo o un tono de voz más alto que cualquier otro niño con otro temperamento.
De todos los temperamentos, los idealistas son los más leales. Suelen distanciarse de conversaciones en las que se está criticando a alguien o cambiar de tema cuando surge un chisme. Su entusiasmo por lo que les apasiona les lleva a mantener buenas amistades a lo largo de sus vidas y, de esa misma manera, les es imperativo defenderlas.
Gran parte de la confianza en sí mismos está en su autenticidad.
Son tal y como se presentan al mundo: no intentan complacer ni encajar, solo buscan aceptar sinceramente a los demás y que les acepten por quienes son. Los niños con temperamento idealista son, literalmente, románticos incurables. Aspiran a ideales románticos donde las relaciones superficiales y pasajeras no tienen mucho valor. Ven a las personas por su potencial y no por su valor actual. Creen que cada persona es especial y única y por ello se merece su tiempo y su cariño.
Consejos para padres de hijos idealistas
1. No asumas que sabes cómo se siente. Pregúntale y escucha con paciencia, intentando entender sus sentimientos negativos y positivos.
2. Expresa tu amor y afecto de manera frecuente y sincera.
3. Escucha sus fantasías y sueños cuando se ofrece a compartirlas contigo y no le ridiculices por ellas. Sentir que puede contarte sus sueños y fantasías de niño se traducirá en contar contigo con sus anhelos y metas en el futuro. Nutre esa comunicación desde la infancia para que crezca fuerte en la adolescencia.
4. Prepárate para mucho entusiasmo, muchas conversaciones y mucha energía puesta en una variedad de actividades. Ayúdale a buscar un equilibrio entre sus intereses y actividades, entre su tiempo y necesidad de descanso, limitaciones y anhelos.
5. Cuando te comente una idea, intenta no corregirle o darle feedback inmediato sobre cómo mejorarla. Inicia una conversación y deja que con su capacidad llegue a realizar las correcciones pertinentes, sin sentir que se le ha coartado la imaginación.
6. Ofrécele tiempo a solas con cada uno de vosotros, sus padres. Las conversaciones o actividades uno a uno son más significativas para un idealista.
7. Pregúntale por sus ideas y opiniones y valora lo que tiene que aportar.
8. Muchas veces te sentirás con ganas de meterle prisa mientras te cuenta una larga historia llena de detalles. Refrena tus impulsos y no le interrumpas.
9. No te metas con él por tener la cabeza en las nubes. Bájale de las nubes para realizar actividades como los deberes o las tareas encomendadas en la casa, pero permítele pasar allí su tiempo libre.
10. No seas impaciente cuando hace preguntas irrelevantes o cuestiona tus respuestas. Solo busca satisfacer su curiosidad e imaginación.
11. Refrena tu ambición de ayudarle a que sus proyectos del colegio sean perfectos. Para ellos la creación de sus proyectos es más importante que el producto final.
12. Ayúdale a tomar decisiones antes de imponerle que hacer (por ejemplo, sobre qué quiere escribir en un trabajo para el colegio, qué forma quiere construir con legos o cómo pintar un dibujo).
13. Impulsa su curiosidad intelectual y artística llevándole a museos o enseñándole libros nuevos.
Dra. Maite J. Balda. Psicóloga y doctora en Neurociencias Cognitivas
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