El mejor modo para evitar que se formen complejos de inferioridad en nuestros hijos consiste en evitar los errores de educación que los crean. Y esto no es fácil porque, en muchos casos, nosotros mismos hemos sufrido algún complejo de este tipo del que queremos inconscientemente «resarcirnos». ¿Cuántas veces se nos escapa decir ante cualquier defecto de nuestros hijos: «Yo a tu edad…»?
Aunque la causa del complejo es la exigencia desorbitada, el secreto de la educación para echar a los complejos fuera está en conseguir que quieran aquello que deben hacer. La cuestión es enseñar a nuestros hijos la importancia no de hacer lo que quieren, sino querer lo que hacen.
Es evidente que los niños necesitan que se le exija, pero no por encima de lo «posible». Hay que llegar a un umbral en el que la exigencia sea lo suficientemente fácil para que el niño pueda cumplir, y lo suficientemente difícil para que se supere. Así se avanza, pues el umbral irá elevándose.
Complejos de inferioridad: ponte en su lugar
A veces, el complejo de inferioridad se revela con una excesiva timidez, con pereza, con accesos de rabia o con galimatías más o menos imaginativos que pueden ponernos muy nerviosos. En todo caso, evitemos siempre el reprender los hechos relacionados con su complejo, con sus defectos, mediante comparaciones. Pero, por supuesto, no podemos dejar pasar que no haga la cama, que no sea ordenado.
Si pensamos en el sufrimiento que produce a un muchacho un complejo de inferioridad y lo poco culpable que es de sus reacciones inconscientes, nos parecerá especialmente digno de toda nuestra simpatía.
Busca sus puntos fuertes para elevar su autoestima
Tanto para luchar contra un complejo de inferioridad como para prevenirlo, los puntos fuertes de nuestro hijo son fundamentales. Habrá que buscar pacientemente una cualidad suya en la que resalte especialmente. Seguro que es fácil: virtudes, méritos, aficiones, deportes… Con este cambio de situación (de creerse inferior pasa a darse cuenta de que es bueno en algo) le rehabilitaremos ante sus propios ojos y los de sus hermanos. Y así le salvaremos y curaremos a tiempo de su complejo.
No hay que esperar a encontrar uno de esos puntos fuertes para demostrar al chico que hace las cosas bien. A lo largo del día se suceden mil oportunidades para elogiarle lo bien hecho: cuando obedece, cuando dice algo ocurrente. El amor de padres hará encontrar muchas de estas ocasiones que reforzarán su autoestima: su familia está a favor de él.
Contra los defectos: asumir nuestras limitaciones
Y si se trata de una inferioridad real, física, psíquica, etc. en vez de tratar de ocultarla a sus ojos con la vana esperanza de que pueda ignorarla para siempre, enseñémosle a sublimarla y situarla en su justa importancia. Lo primero es un poco cobarde e irreal. Quizá en casa no se hable de ello, pero en la calle le acribillarán… y no podemos estar sobreprotegiéndole a cada momento.
Un chico que deba vivir con un defecto tiene mucho mérito y hay que hacérselo ver de este modo, para que tenga un alto concepto de sí. Cada cual presenta unas limitaciones, más o menos acusadas, que debe asumir y unas cualidades notables que hay que saber desarrollar y propiciar.
7 ideas para ayudar a superar los complejos
1. Toda comparación es odiosa, especialmente cuando es reiterativa y dejamos siempre por debajo al chico. A su edad no éramos mejores ni peores, sólo distintos.
2. La exigencia, en sí, no es mala. Lo que puede crear complejos a nuestro hijo es pedirle demasiado, sabiendo que no puede dar tanto de sí. Podemos ayudarle exigiéndole cosas fáciles. Según las va cumpliendo, seguiremos aumentando el nivel de exigencia.
3. Un chico con complejos puede llegar a ser insoportable cuando no reacciona. Es el momento de la tranquilidad: ni pegarle, ni echarle en cara ese modo de ser. Al contrario, hay que tener la seguridad de que estamos ayudándole.
4. Que tenga complejos no significa que no tenga deberes en casa. Si llega tarde a comer habrá que hacérselo ver.
5. Descubre sus cualidades para poder ayudarle. Alguna afición especial, algún deporte en el que destaque, alguna virtud… Si nos proponemos reconocérselo verá el mundo con otros ojos y se sentirá rehabilitado.
6. Propósito: vamos a intentar elogiarle tres cosas al día. No hace falta esperar a encontrar virtudes. Que vea que su familia está a su favor.
7. Cuando tenga algún defecto no hemos de ocultarle lo que es un realidad: un defecto. Es algo que no puede ignorar. Al revés, tiene que superarlo y darse cuenta de que tiene mucho mérito saber llevarlo bien. Que se dé cuenta de que es una persona especial para que tenga un alto concepto de sí.
Aunque hayamos conseguido vencer el complejo de nuestro hijo, las etiquetas no son fáciles de olvidar y siempre quedarán malos recuerdos. Por eso, en algunas ocasiones, es muy aconsejable, siempre que sea posible, un cambio de ambiente que ayuda al chico a «empezar de nuevo». Por ejemplo: cambiarle de clase, iniciarle en una nueva actividad extraescolar con nuevos compañeros, encontrar un nuevo grupo de amigos a través de un primo o un vecino… No se trata de esquivar el complejo, sino de superarlo primero y evitar luego que recaiga por los recuerdos de los malos ratos pasados.
Ignacio Iturbe
Asesoramiento: Luisa Guarnero. Especialista en Educación y Pedagogía.
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