Muchos adultos no obtuvieron el apoyo emocional que necesitaban al crecer mientras experimentaban vivencias con sus amigos y familias, y se enfrentaban a desafíos sociales para adaptarse a nuevos entornos, situaciones y actividades.
Como consecuencia, para la mayoría de las personas, su modo de pensar predeterminado es muy crítico con ellos mismos y con los demás, y su modo de sentir es más inseguro. Entonces, ¿cómo podemos ayudar a nuestros hijos a enfrentar los desafíos de la vida y adaptarse al cambio de una manera que en general los ayude a aumentar su confianza en sí mismos?
Habitualmente queremos que nuestros hijos manejen sus sentimientos para que puedan pensar con claridad y discernir si tomar medidas es prudente o demasiado arriesgado y como padres a menudo pensamos que estamos tranquilizandolos con mensajes como «no te preocupes, lo harás muy bien». Sin embargo, si un niño ya está preocupado o nervioso, este enfoque le hace sintir solo, para procesar esos sentimientos. Los niños pueden tolerar mejor el nerviosismo cuando sienten que sus padres tienen más paciencia y comprensión.
Grandes desafíos para padres e hijos
Uno de los mayores desafíos para los niños es separarse de sus padres y adaptarse a nuevas situaciones, como al entorno de la primera infancia o a un nuevo maestro, o cualquier nueva actividad o grupo de personas. Generalmente, necesitan una figura de apego existente (su padre o madre) que sea el puente, que esté presente mientras comienzan a conectarse con nuevas experiencias.
Con la seguridad de que sus padres están presentes y disponibles, pueden aventurarse lentamente hacia adelante con mayor confianza para hacer conexiones y establecer vínculos con los demás de manera segura, lo que les permitirá sentirse seguros cuando sus padres no estén presentes y así ser más resilientes.
La conexión amorosa en la familia
Nuestra influencia en el apoyo al desarrollo de las habilidades emocionales y sociales de nuestro hijo depende en gran medida de la calidad de la conexión y de qué tan bien está funcionando la comunicación. Nuestro papel principal como padres y educadores es mantener una conexión cálida y en líneas abiertas con ellos.
Por lo tanto, al aplicar esta información para ayudar a nuestros hijos a superar situaciones estresantes, tiene sentido que cuando trabajamos para mejorar o mantener mejor la calidad de la conexión con nuestro hijo, más comodidad y tranquilidad puede obtener cuando se siente nervioso o estresado.
Planificar con anticipación para tener más tiempo para conectarse de manera significativa en un día en que nuestro hijo se enfrenta a un desafío podría hacer que obtengan el tipo de apoyo de nuestra parte que les brinda más claridad sobre lo que se necesita una situación, pero lo que es aún más importante, realmente construye su fuerza interior y la fe en sí mismos.
Cuando un niño puede confiar en que sus padres realmente se toman en serio sus miedos o preocupaciones, se vuelven más abiertos a compartir problemas.
Una habilidad natural
Los niños tienen una habilidad natural para exteriorizar sus preocupaciones, miedos, ansiedades (e incluso los impactos de algún trauma) fuera de su sistema. Resuelven naturalmente estos sentimientos hablando, expresando su enfado (de manera no agresiva), llorando, enfureciendo y también a través del juego y la risa.
Sin suficiente espacio para compartir y sentirse escuchados, el consejo bien intencionado de un padre puede aumentar los miedos e inseguridades de un niño. De hecho, es posible que el niño escuche el consejo de «lo que debes hacer es …» como una crítica. Es posible que les preocupe que sus padres piensen que no son lo suficientemente valientes, lo suficientemente seguros, lo suficientemente independientes o lo suficientemente asertivos.
Sin embargo, cuando un niño se siente verdaderamente comprendido y también se siente contenido por sus padres, esto lo pone en modo «crecimiento». En el modo de crecimiento, los niños tienden a tener mucha más capacidad para encontrar la fuerza interior para hacerse valer, ya sea con un amigo, un hermano, un maestro, un familiar o sus padres, al sentirse comprendido y cuidado.
Manejar nuestras propias preocupaciones y miedos
El padre que se siente preocupado o ansioso por un desafío o una transición por la que atraviesa su hijo, puede no darse cuenta de que cuando su hijo lo mira está viendo su aprensión y esto puede tener un efecto inhibidor general en el niño. Cuando un padre está pasando por una mala racha, sin ser consciente de que está transfiriendo sus miedos, su hijo puede perder su confianza y seguridad, lo que resulta en ser más resistente, ansioso o reactivo.
Por ello es importante que seamos conscientes de nuestras actitudes y estar abiertos a autoescucharnos y sentirnos antes de comunicarnos con nuestros hijos.
Gabriela García González. Autora del libro El Poder de Tu Resiliencia y de La Mejor Coach para tus Hijos ¡eres tú! es una referente del Coaching para Niños y el Empoderamiento infantil y Femenino. Educadora, Experta en Desarrollo Personal integral, Conferencista internacional y Formadora de Emprendimientos desde el Ser para mujeres.
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