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El perfeccionismo y la comparación: los dos venenos de la autoestima

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En la construcción de una sana y buena autoestima existen dos frenos, el perfeccionismo y la comparación, que evitan su desarrollo. Y es que hay una gran diferencia entre tener un cierto nivel de autoexigencia y ser perfeccionista, o no estar nunca satisfecho por estar comparándote siempre con los demás.

El hecho de poner interés en hacer lo mejor en cada momento y en mostrar toda nuestras capacidades y cualidades, y no a medias, es algo positivo y proactivo. Vivir con la decisión de ofrecer y mostrar todo lo bueno que hay en nosotros nos ayuda a superarnos y a dar lo mejor, pero a sabiendas que sólo podemos ofrecer lo que tenemos.

En cambio, el perfeccionismo es utópico, es caminar hacia un imposible, porque como humanos tenemos partes más trabajadas, cualidades y fortalezas, pero también otras que están por desarrollar y que tienen, por tanto, un gran potencial de mejora. Tratar de evitarlas u ocultarlas siempre pueden minar tu autoestima.

El perfeccionismo, un enemigo de la autoestima

Pretender gustar siempre, hacer todo bien y ser la mejor en todo es una lucha agotadora e imposible que suele producir mucha frustración, decepción, culpa y baja autoestima, porque hace sentir que haga lo que haga «nunca es suficiente» y «siempre podría haberlo hecho mejor».

Las personas perfeccionistas suelen tener un cierto grado de inseguridad y falta de confianza y sufren frecuentemente de ansiedad y estrés, por este motivo es importante vencer el perfeccionismo. Demoran trabajos, proyectos e ilusiones intentando hacerlos perfectos, perdiendo oportunidades y mucho de su tiempo libre y de ocio.

Ya el hecho de creer que podríamos hacerlo mejor, nos conecta con este segundo veneno para la autoestima que es la comparación, porque si creo que lo podría hacer mejor, entra en juego la comparación porque ¿qué quiero decir con mejor?¿mejor que quien?

La comparación, el segundo veneno para la autoestima

Todos nos hemos comparado más de una vez con alguien, quizás porque también estamos acostumbrados a verlo a nuestro alrededor, en nuestra familia, en el colegio con compañeros de clase porque: estudian más, sacan mejores notas, son más ordenados, más obedientes, más valientes, más tranquilos… la lista es interminable.

Desde pequeños vamos compitiendo con otros para sentirnos válidos y amados, «suficientes» y nos comparamos con otros a veces con la suerte de que el otro lo «ha haya peor» y así nos sentimos superiores gracias al error del otro o a su debilidad y otras veces nos sentimos malos, incapaces porque nuestro falso competidor «lo hizo mejor».

A medida que crecemos, la lista de comparaciones crece también: tengo más o menos estudios, gano más o menos dinero, tengo una buena pareja o no la tengo… 

Soluciones para mejorar la autoestima

– Aprender a sentirnos únicos y especiales, tal y como somos.
– Prestar atención a lo que nos hace felices, sin mirar lo de los demás.
– Amar lo que somos y que ese amor nos haga sentir bien para evitar la necesidad de aprobación externa.
– Poner el foco más en las virtudes y fortalezas, en nuestra esencia.
– Hacer las cosas a nuestra manera y ofrecer lo mejor de uno mismo.
– Observar al otro, no para compararme, aumentarme o disminuirme, sino para aprender.

Pretender gustar a todos siempre es perder el tiempo porque la opinión de otros depende de muchísimos factores y te sentirás presionada y tensa sin poder ser verdaderamente tú.

La propuesta es que ser la mejor versión de uno mismo y dejar al mundo disfrutar de tu esencia, porque no hay nadie como tu, que piense, se mueva, hable… como tú.

Idoia Berridi. Nutricionista y life coach. Autora del Libro Método BeLove. Blog Sé feliz, sé sano, sé tú.

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