Tener una buena y sana autoestima tiene tantos beneficios que parece que la búsqueda de la receta para conseguir estrategias para aumentar la autoestima se ha convertido en la nueva panacea que persigue la sociedad. Y la realidad es que la fórmula para aumentar la autoestima no es muy complicada. Simplemente se trata de sentirnos útiles y premiarnos por ello. Haciendo estas dos cosas es bastante probable que nuestro autoconcepto se eleve.
Lo que ocurre es que nuestra percepción de la realidad no es para nada objetiva. En nuestras percepciones influyen muchísimas variables, algunas de ellas genéticas y otras de ellas ambientales. Nuestras creencias, nuestras formas de entender el mundo, nuestra capacidad de regulación emocional o el aprendizaje que hemos realizado durante toda nuestra vida, ejercen una influencia notable en el modo en el que percibimos el mundo.
Poco a poco, nuestras formas de ver la realidad se construyen sobre esta creencia irracional hasta que al final, en el momento actual, ante una situación en la que nos sentimos evaluados, puede ser por ejemplo hablar en público, surgirán pensamientos automáticos negativos a cerca de nuestra valía.
En esta situación, podríamos pensar cosas como «no voy a estar a la altura» o «seguro que lo hago peor que los demás». Si te das cuenta, no son pensamientos racionales, no se basan en la lógica ni tenemos ninguna evidencia de que la situación discurra por tales derroteros. Se trata de pensamientos impulsados por la emoción de ansiedad, de anticipaciones o como lo llamamos los psicólogos, pensamientos automáticos negativos.
¿Qué puedo hacer para mejorar mi autoestima?
Una buena receta para mejorar la autoestima es realizar actividades que nos hagan sentir útiles y premiarnos por ello. A final, lo importante es que sientas que estás haciendo algo importante para ti.
En cuanto a los premios, no caigas en la trampa de reforzarte con cosas materiales, puedes hacerlo, por supuesto, pero realizar actividades de ocio a menudo es la mejor forma para decirle a tu cerebro que lo está haciendo fenomenal.
Por ello, fomentar una rutina diaria que contenga estos dos componentes te va a ayudar a medio y a largo plazo a ir fortaleciendo tu autoconcepto. Invierte tiempo en ello, te aseguro merece la pena.
Elabora listas con lo mejor de ti
1. Construye una lista con adjetivos positivos que tú mismo te pondrías. Es muy común, que ante esta actividad nos quedemos bloqueados y no sepamos qué decir. No pasa nada, no hay prisa. Puedes empezarla ahora e ir rellenándola durante una semana, según se te vayan ocurriendo. En este listado cabrían adjetivos como: trabajador, listo, buen amigo, sociable o valiente.
2. Elabora otra lista de cosas que haces bien. De nuevo, puede que no se te ocurra que poner en la lista. Te digo lo mismo que con la anterior. No hay prisa. Puedes tomarte tiempo. En esta segunda lista podríamos incluir actividades como: soy buen estudiante, se me da bien la cocina, soy bueno jugando al baloncesto o se me da bien ayudar a mi pareja cuando está triste. Cuando tengas por lo menos diez adjetivos y diez cosas que haces bien, podemos pasar a la siguiente fase.
3. Prepara un listado de personas a las que les importas. No te quedes en generalidades como poner «familia» o «amigos». Pon todos sus nombres. No pasa nada si incluyes personas que hace tiempo que no ves, pero que sabes que están ahí si les necesitas. Cuando tengas el listado hecho, elige a tres de estas personas y pídeles que te digan qué cualidades valoran en ti y qué cosas creen que haces bien. Cuando tengas sus respuestas inclúyelas en tus listas.
De esta forma, tendrás una visión más objetiva de tus aptitudes y tus puntos fuertes.
Cuando hayas acabado este ejercicio, puedes juntar todos estos adjetivos positivos, cosas que haces bien y personas a las que les importas para tenerlo siempre a mano. De esta manera, los días que te sientas peor contigo mismo, podrás acudir al documento y ver las cosas desde otra perspectiva.
¿Y los adjetivos negativos y las cosas que no hago tan bien?
No sería ni justo ni adaptativo que nos centrásemos solamente en las partes positivas que tenemos dejando de lado aquellas cosas que se nos dan peor. Por ello, es conveniente realizar una nueva lista que contenga «cosas en las que puedo mejorar». Seguramente este listado sea mucho más fácil de rellenar que los anteriores. Ya te digo que solemos estar más centrados en ver nuestros defectos que nuestras virtudes.
Una vez elaborado el listado, selecciona tres cosas en las que puedas mejorar y para cada una de ellas selecciona tres acciones que puedas hacer para acercarte a una mejor versión de ti mismo y mejorar tu autoestima.
De esta manera, en lugar de anclarnos en una perspectiva negativa en la cual lo único que hacemos es autocastigarnos por nuestros defectos, adoptamos una perspectiva mucho más adaptativa en la cual aceptamos nuestros puntos débiles y buscamos soluciones para mejorar.
Es un ejercicio a largo plazo que puede durar toda la vida, pero si nos esforzamos día a día para mejorar, ¿te imaginas dónde estarás dentro de un año? ¿Y de diez? No lo dudes más y realiza este ejercicio, los resultados pueden sorprenderte, pero, sobre todo, te harán sentir mejor.
Jesús Matos. Psicólogo experto en gestión de la tristeza. Fundador de En Equilibrio Mental.
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