En la sociedad actual, el consumo de alcohol es algo habitual que forma parte del día a día, una copa de vino en la comida, unas cañas después del trabajo, etc. El alcohol, se convierte en uno de los elementos clave de nuestra vida social, y un consumo moderado es algo frecuente. No obstante, el alcohol es una sustancia nociva para el organismo de gran capacidad adictiva, cuyo consumo elevado tiene graves consecuencias para la salud del individuo.
El consumo de alcohol: así nos afecta
El consumo de alcohol es algo frecuente y bien visto en la sociedad actual. Cuando se consume alcohol ocurren alteraciones en nuestro organismo, y afecta a determinadas áreas del cerebro, consumir alcohol en un primer momento puede hacer que nos sintamos bien y relajados.
– El consumo de alcohol conlleva la liberación de dopamina que se asocia con la sensación de bienestar y se activa el circuito de recompensa del cerebro. En un primer momento beber alcohol nos hace sentir bien.
– La ingesta de alcohol tiene un efecto depresor sobre el sistema nervioso central, lo que hace que las células del sistema nervioso funcionen más lentas de lo habitual.
. El funcionamiento del sistema límbico, relacionado con las emociones como el miedo y la ansiedad, se hace más lento y por eso en un primer momento, la persona experimenta cierto alivio en relación a esas emociones.
– Además, tiene efectos directos en la corteza prefrontal, responsable del control inhibitorio y de las capacidades cognitivas, como el razonamiento y el juicio. Por eso, la ingesta de alcohol nos desinhibe y altera el sentido común, la percepción del riesgo se ve alterada, la conducta se vuelve impulsiva, y puede ponernos en peligro.
En un primer momento, el consumo de alcohol, cuando la dosis es moderada o baja, provoca sensación de bienestar, y mejora «aparentemente» nuestro estado emocional y nos permite relacionarnos mejor, dado su efecto desinhibidor. Pero, a medida que la ingesta aumenta, también lo hacen los efectos y lo que, en un principio, parecía positivo, se convierte en algo negativo, el efecto desinhibidor puede dar lugar a conductas peligrosas, además altera el carácter y la capacidad de razonamiento y de juicio. Cuando el consumo es muy elevado dejamos de ser nosotros mismos y puede llegarse a perder la conciencia en el caso de intoxicaciones graves.
El efecto adictivo del alcohol
El alcohol tiene graves consecuencias para la salud, que van más allá de los efectos de una borrachera. Cuando beber se convierte en un hábito, en una necesidad, podemos hablar de una patología adictiva, y entonces, el alcohol puede dominar a la persona y cambiar su vida por completo.
El poder adictivo del alcohol es muy grande:
– Desde el punto de vista biológico, el alcohol activa el circuito de recompensa del cerebro. Beber hace que nos sintamos bien y cuando el alcohol desaparece del organismo aparece un efecto rebote que se asocia a una sensación de malestar y de bajo estado de ánimo, que nos empuja a querer beber para sentirnos de nuevo mejor.
– Desde el punto de vista psicológico y social, beber no está mal visto, es una conducta aceptada, e incluso se asocia a situaciones sociales positivas. Esto incrementa el efecto de «bienestar» que se asocia al consumo de alcohol, de modo que la conducta de ingesta también se ve reforzada socialmente.
El poder adictivo del alcohol es muy fuerte y su abstinencia es muy dura y peligrosa.
¿Cuándo el alcohol se ha convertido en un problema?
El consumo de alcohol es algo habitual y a menudo, cuesta darse cuenta de un consumo problemático. La mayoría de las personas definirían su consumo como normal y sin riesgos, aunque éste no sea así, ¿cómo podemos saber que el consumo de alcohol se ha convertido en un problema? ¿cuáles son los síntomas que nos alertan de una posible conducta adictiva?
– Existe una necesidad impulsiva e irrefrenable de consumir alcohol. Necesita consumir alcohol para paliar su ansiedad, aparecen pensamientos que justifican esta necesidad y consumo «si bebo me lo paso mejor» «puedo controlarlo, no lo necesito, pero me gusta», «todo el mundo bebe», etc.
– Esta necesidad puede llamar la atención de las personas cercanas y conlleva que la persona beba a escondidas para evitar reproches o sermones.
– El consumo deja de ser un consumo social, la persona bebe sola para sentirse mejor.
– Cuando no se consume alcohol, aparece el síndrome de abstinencia que cursa con malestar físico, angustia, inquietud, etc.
– Se ven afectados otros hábitos de la persona, se altera su capacidad de concentración y su rendimiento, también pueden aparecer problemas familiares, sociales y laborales.
Efectos del consumo prolongado de alcohol
El consumo en exceso y prologando de alcohol es una enfermedad grave que se conoce como alcoholismo. Se trata de una adicción muy fuerte que no es fácil de superar. Las consecuencias del consumo de alcohol son:
– En el sistema nervioso:
– Altera funciones cerebrales, afectando al razonamiento y juicio, e incluso al control motor: cambios de humor, lentitud mental, dificultad para hablar, visión borrosa o doble, pérdida de equilibrio y coordinación, etc.
– Altera la acción de los neurotransmisores y puede dar lugar a enfermedades del estado de ánimo.
– Se produce un grave daño en las células cerebrales que es irreversible.
– Produce amnesia y dificultades para la concentración.
– Se asocia a trastornos del sueño.
– En el organismo:
– Provoca alteraciones y enfermedades graves: altera el funcionamiento hepático, las funciones cardiovasculares, provoca obesidad, altera el funcionamiento intestinal, etc.
– A nivel social y personal, el alcoholismo tiene graves consecuencias, en los casos más graves se produce grave deterioro en las relaciones personales y familiares, pérdida de empleo, etc.
Celia Rodríguez Ruiz. Psicóloga clínica sanitaria. Especialista en pedagogía y psicología infantojuvenil. Directora de Educa y Aprende. Autora de la colección Estimular los Procesos de lectura y escritura.
Te puede interesar:
– Alcohol y adolescentes: consejos de la AEP para preveniir su consumo
– El alcohol y sus efectos en los adolescentes