Las prisas, los exámenes, una bronca con un amigo… en un mundo de locos, el estrés tiene un buen caldo de cultivo en muchas personas. Músculos agarrotados, dolor de cuello o de cabeza, fijaciones y obsesiones, insomnio, poca capacidad para analizar o agresividad son algunas de las consecuencias de no controlar el estrés. Un estilo de vida nada aconsejable. Sin embargo, es posible luchar contra el estrés si aprendes a relajarte con la respiración, una buena manera para liberar tensiones.
Sentimientos a su suerte
Todas esas personas que viven diariamente bajo la influencia de fuertes sentimientos, que son dominadas por ellos sin conseguir tomar el control, sin domesticarlos son las que necesitan practicar un método de relajación. Practicar la relajación también es beneficioso para las personas hipersensibles cuyos sentimientos están abandonados a ellos mismos, para lo mejor y para lo peor, muy a menudo para lo peor.
Frtuto del estrés, la tensión hace que algunas personas se salgan a menudo de sus casillas. Son irritables, coléricas, demasiado reactivas, demasiado bruscas… Y sólo después se dan cuenta, ya demasiado tarde, de la amplitud de los daños que han ocasionado. Otras, temerosas, inquietas y en permanente estado de ansiedad, son, por el contrario, inhibidas, incapaces de actuar, no lo bastante activas, no lo bastante firmes… Y sólo después se dan cuenta, ya demasiado tarde, de la amplitud de su pesar por no haber dado antes el primer paso.
Estado de sobrecarga
La dificultad de controlar los propios sentimientos no es un fenómeno esporádico que fluctúe según las circunstancias. En la mayoría de las ocasiones, se trata de un estado crónico y progresivo que acaba enquistándose de forma duradera. Así pues, hay que eliminarlo del mismo modo, progresivamente, gracias a unas técnicas de relajación que lleguen a asumirse al cabo del tiempo.
Todos somos conscientes de ese estado de sobrecarga afectiva en el que nos movemos. Si nos encontramos estresados por el trabajo, por un conflicto con la novia o en casa, sentimos todos los días esa presión que exacerba nuestras reacciones. Podemos, incluso, lamentarnos de los excesos que cometemos, pero, a pesar de todo, no podemos controlarnos. El hipersensible sufre, él también, cotidianamente por sus angustias, sus ansiedades, sus vacilaciones, sus dificultades relacionales.
Conciencia de la respiración
El programa de relajación que podemos practicar en cualquier momento y en cualquier lugar está basado en la respiración.
Para comenzar, debemos elegir un lugar tranquilo y un asiento cómodo, adoptando la postura con la espalda apoyada en el respaldo del asiento, los pies apoyados de plano en el suelo, los antebrazos descansando sueltos sobre la parte superior de los muslos, las manos entreabiertas y la cabeza en posición de equilibrio, ni hacia delante ni hacia atrás. Tan pronto como alcancemos el punto óptimo de comodidad, cerraremos los ojos.
Ahora habrá que concentrarse en la respiración habitual, a la que no prestamos normalmente especial atención. Nos concentraremos en los movimientos y los ruidos que produce la respiración, tanto al inspirar como al espirar. Tomaremos conciencia de que, al inspirar, el pecho se hincha ligeramente y los hombros se elevan, y al espirar, el pecho y los hombros recuperan por sí solos su posición inicial. Luego, observaremos igualmente que, al inspirar, el vientre también tiende a hincharse y luego recupera naturalmente su posición inicial.
A partir de este momento, nos concentraremos exclusivamente en esta respiración con el vientre, que se hincha con cada una de las inspiraciones y recupera su posición inicial con cada nueva espiración. Colocando una mano abierta sobre él, se puede controlar la amplitud de la respiración y regular su efecto relajador. Comprobaremos hasta qué punto esta respiración proporciona bienestar, calma, serenidad, tranquilidad, relajación y reposo.
4 consejos para relajarse con la respiración
1. Para favorecer el efecto beneficioso de la relajación, podemos buscar una foto de un paisaje, lo más parecido posible a nuestro lugar ideal. Y después, lo podemos colocar en el trabajo, en la habitación, etc. para los momentos en los que acumulamos tensión y necesitemos un punto de anclaje de tranquilidad.
2. Los viajes (avión, tren) son una excelente oportunidad para aprovechar bien el tiempo, por ejemplo, para practicar esta técnica de relajación. No resulta difícil sacar 20 minutos, evitando quizá la tensión de la espera, en esos momentos en que la impaciencia y la irritación pueden apoderarse de nosotros.
3. Antes de dormir, por la noche, puede ser aconsejable intentar relajarse, sobre todo si tenemos dificultades para dormir o tendencia al insomnio. Las rutinas, las actividades tranquilas también lo favorecen.
4. Cualquiera que haya sido la dificultad del día, en casa esperan de nosotros, de todos modos, escucha, calma y disponibilidad. Y hay que dejar las preocupaciones colgadas del perchero de la entrada.
Quizá no seamos demasiado conscientes de nuestros bloqueos; quizá pensemos que el estrés es algo que no va con nosotros y, sin embargo, los demás comprueban cómo el exceso de trabajo o una contrariedad nos golpean duramente. Por eso, se puede preguntar a un amigo o amiga de confianza, a los propios padres, para que nos orienten sobre nuestra conducta y autocontrol.
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