La amistad requiere del trato cercano y habitual, necesita que la rieguen para no marchitarse. Pero confiados en la generosidad del amigo, muchas veces relegamos su cuidado a los pocos huecos libres de nuestras apretadas agendas. Además, muchas personas se centran en el contacto con los amigos a través de redes sociales que permite profundizar poco porque se desarrolla en un entorno de grupo excesivamente mediatizado por las nuevas tecnologías.
Para conservar a los amigos es necesario nutrir la relación de afecto y aprecio mutuos, y además esta debe ser una decisión voluntaria tomada por ambas partes, porque la dejadez de uno solo puede enfriar la relación de amistad. El escritor Alfredo Alonso-Allende, autor del libro Amigos (Palabra, dBolsillo, 2015), asegura que «ser amigo es una tarea, un quehacer, por tanto, la definición de la amistad no nace tanto de lo que es en sí como de lo que requiere».
La amistad, ¿qué ha cambiado en nuestras relaciones sociales?
El panorama de las relaciones sociales está marcado intensamente por algunos importantes cambios sociales que han afectado especialmente a la vivencia de la amistad en la juventud y en la etapa adulta. Pero, ¿qué ha cambiado en las últimas décadas para que la amistad esté pasando por horas tan bajas?
1. La falta de tiempo ha irrumpido de manera decisiva. La complicación de las agendas deja poco hueco para las amistades. Los ritmos de trabajo imponen rutinas de lunes a viernes que hacen casi imposible encajar momentos de ocio.
2. Las redes sociales centran el contacto con los amigos. Los adolescentes y jóvenes reparten sus horas entre las clases, actividades extraescolares y deportes, alguna clase extra, los trabajos de las asignaturas y un pequeño contacto diario con la familia. Cuando llega el rato de las amistades, se centran en el contacto a través de redes sociales.
3. En los ratos de ocio se profundiza poco. Durante el fin de semana, los jóvenes se ven en sus salidas nocturnas, normalmente en grupos bastante numerosos y en espacios ruidosos en los que se favorece poco la conversación. Sumado al consumo de alcohol, esos momentos no son los que fomentan la sincera amistad. En el día, seguirán vinculados a través de las redes sociales, pero forjarán relaciones muy superfluas, con escasa profundidad.
4. Los adultos prefieren dedicar el fin de semana a la familia, actitud muy loable, a la que no han podido prestar mucha atención entre semana. Se trata de un cambio sustancial con generaciones precedentes en las que los matrimonios buscaban tener más vida social durante los días de asueto y dejar a los hijos a cargo de otras personas.
Individualismo y autosuficiencia, enemigos de la amistad
Hay también un cambio sustancial en la manera de entender la confianza. El individualismo posmoderno ha llevado a la sociedad a practicar un falso pudor y cerrarse a los demás en aquellos aspectos que se refieren a los sentimientos mientras, al mismo tiempo, airea intimidades en las que la amistad nunca entraría y deja al descubierto la vida privada a través de las redes sociales y otras vías de comunicación.
Por último, cierta falta de generosidad, derivada posiblemente de este individualismo y de la sensación de autosuficiencia que trata de imponernos la sociedad también está haciendo mella en las amistades. El hombre posmoderno se cree capaz de afrontar todos los retos, de ahí que haya abandonado la idea de familia como sustento, la de la fe y también la de la amistad.
Pero si tomamos conciencia de todas estas limitaciones, descubrimos con qué facilidad se pueden recuperar las amistades y el efecto beneficioso que ejercen sobre nosotros y sobre nuestro entorno, en tanto en cuanto nosotros estamos más felices y reflejamos esa felicidad sobre los demás.
Alicia Gadea
Más información en el libro Amigos, del autor Alfredo Alonso-Allende. Palabra, dBolsillo, 2015
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