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Alicia Banderas: «Los padres tendrían que tolerar el aburrimiento de sus hijos»

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Nadie quiere tener una cita con el aburrimiento. El deseado tiempo libre se hace demasiado largo y pesado y tratamos de llenarlo con actividades, tanto para nosotros como para nuestros hijos. Así, entramos en un bucle de sobreestimulación que nos obliga, o mejor dicho, que propiciamos por inercia, y del que no sabemos salir. Hemos hablado con la psicóloga Alicia Banderas que trata este tema en su libro Niños sobreestimulados. Cómo educarlos con calma y protegerlos de los peligros que esconden las tecnologías (Cúpula, 2017).

Claves para entender los riesgos de la sobreestimulación

P. ¿Por qué los padres sobreestimulamos a los hijos si no hemos recibido esa educación?
R. Vivimos posiblemente ante una generación que dispone del acceso a la mayor información jamás imaginada y, posiblemente, la que más estimulación recibe de toda la historia de la humanidad. Tenemos un gran acceso al conocimiento y vivimos un desarrollo tecnológico tan intenso como desconocido es su impacto. Esto hace que vivamos en un mundo frenético y cada vez más autoexigente por la presión social. Un mundo que, por cierto, construimos nosotros, y al que también sometemos a nuestros hijos en un afán desmesurado por sobreestimularlos para que sean más brillantes. Como si el juego o el ocio siempre tuviesen que tener el objetivo intencionado de que aprendan en vez de que disfruten y así aprenderán mejor.

P. ¿Qué problemas de aprendizaje y comportamiento tendrá un niño sobreestimulado e hiperconectado?
R. El uso excesivo de las pantallas puede contribuir a dificultades de concentración e inatención. Les mantiene en un esfuerzo constante por filtrar información, generan una velocidad perceptiva y de procesamiento de la información, pero también disminuye su capacidad de comprensión lectora como la capacidad de extraer la idea principal de un texto o incluso comprenderlo globalmente. Por lo que la abstracción y el razonamiento se ven mermados. El hecho de hacer una lectura rápida urgente y poco profunda conlleva que tengan dificultades en grabar el contenido en su memoria. Les cuesta leer un texto de forma íntegra y en profundidad. En palabras de Spitzer «surfeamos a través de las palabras», como si quisiéramos quitárnoslas de encima. El hecho de que los niños deslicen un dedo por una pantalla no genera el aprendizaje que obtienen a través de la manipulación de los objetos, sobretodo en la etapa infantil. Por eso en mi libro hablo de los «niños heridos».

Entrevista a la psicóloga Alicia Banderas

P. ¿Cómo influye la multitarea en el aprendizaje infantil?
R. Una de las capacidades cognitivas más características de los nativos digitales es ejecutar la multitarea. Los llamo los hombres y mujeres orquesta del siglo XXI. Podemos observar cómo muchos adolescentes están escuchando un podcast mientras estudian, tienen abierto su portátil, la televisión puesta de fondo y contestan mensajes que les llegan de su teléfono. Esto contribuye a su dificultad para planificar y secuenciar, a terminar una tarea y empezar otra y la impotencia y frustración de no poder terminar nada. También están muy acostumbrados a la inmediatez y a las recompensas de manera inmediata. No saben esperar y les cuesta incluso esperar una descarga que dure más de cinco segundos a través de la Red. Otro ejemplo es que con el uso del GPS, los adolescentes actuales tienen dificultades para leer un mapa y por tanto para la capacidad de orientarse en el espacio. Con el excesivo uso de los dispositivos electrónicos fomentamos su pasividad, sedentarismo, aislamiento y vagueza intelectual.

P. ¿Qué pueden hacer los padres para resistir ante el aburrimiento de los hijos y no ceder?
R. Los padres tendrían que reflexionar, tolerar y normalizar el aburrimiento de sus hijos. Hay padres que me dicen que sus hijos tienen alergia a la paciencia, a la soledad y al aburrimiento. Por lo que sería importante no temerlo para poder normalizar que el aburrimiento existe y que no hay que combatirlo a toda costa con excesivas actividades programadas. Les transmitiría el mensaje siguiente: Es natural que los niños sientan que se aburren, si eso les ocurre. Cuando un niño está aburrido podemos sugerirle alguna alternativa pero puede ser mejor que ellos comiencen a dar rienda suelta a su imaginación. El niño, para su desarrollo y aprendizaje, necesita ser el protagonista activo de sus propias creaciones por lo que intentará casi de forma innata salir del aburrimiento. Si él es el que descubre, el que decide, el que cambia su forma de jugar, en vez de dárselo todo hecho, la imaginación del niño no se resentirá y habrá aprendido a motivarse por sí solo.

P. ¿Existe alguna manera de propiciar el aburrimiento en los niños sin que ellos se den cuenta?
R. Lo experimenta ya de forma natural en algunas ocasiones, ya que aparece dentro de sus propias experiencias de juego. Considero que tenemos que ser más naturales y no forzar, simplemente no mantenerles continuamente expuestos a actividades excesivamente programadas o estructuradas. La creatividad ocurre entre el estado de aburrimiento y el de ansiedad que generan los pequeños retos y desafíos. Los niños desde su más tierna infancia saben buscar de manera innata el equilibrio entre estos dos estados. Tiende a buscar retos que se ajustan a sus capacidades. Son los adultos los que les someten a estímulos y actividades demasiado planificadas que aniquilan su espíritu creativo innato.

Entrevista a Alicia Banderas

P. ¿Dónde está el límite entre las clases extraescolares y la sobreestimulación?
R. La excesiva estimulación o la estimulación precoz a la que sometemos actualmente a los niños, exponiéndoles tanto a un sinfín de actividades excesivamente guiadas y planificadas como apuntándoles a clases extraescolares (ballet, deportes, estimulación musical, idiomas -inglés y chino-, pintura, natación), son solo algunas actividades que están dentro de las «agendas de ejecutivos» que ya poseen niños. Sin siquiera cumplir dos años de vida ya no disponen de un tiempo de juego libre para disfrutar y aprender jugando y solos. El límite se encuentra cuando detectamos que el niño se bloquea ante una actividad porque se les expone a estímulos para los que su cerebro todavía no está preparado, no aprende y no le vemos disfrutar. Cuando se les apunta a actividades extraescolares que ni si quiera desean o eligen, se genera desmotivación. Si no encuentran el gusto por hacer algo que teóricamente les agrada, difícilmente les motivará. Es importante encontrar el gusto por disfrutar de una tarea, así el niño puede llegar a la autorrealización. También observamos estrés en los niños y en sus familias porque no dan abasto con tantas tareas y actividades (y los padres ‘chofer’ que van de un lado para otro llevando a los niños).

P. ¿Se han convertido las actividades extraescolares en una especie de niñera mientras los padres trabajan?
R.
La dificultad de conciliar vida familiar y laboral contribuye a que los padres busquen opciones para que los niños estén entretenidos y atendidos. Los niños antes me decían que querían que sus padres estuvieran más tiempo en casa, ahora son los niños los que quieren permanecer más tiempo en sus hogares. Otra opción es contratar a un cuidador y juntar a varios amigos o vecinos para que jueguen más tiempo de forma libre y en casa. Lo que ocurre es que muchos padres piensan que si no hacen una actividad estructurada o planificada “no es productivo”.

P. ¿Por qué este exceso de actividad acaba resultando aburrido o desmotivador en vez de despertar su interés?
R.
Porque el aprendizaje, como apuntan las investigaciones sobre el cerebro, se origina desde dentro. Estimular desde fuera de forma excesiva, cuando los niños son proactivos de manera innata para el conocimiento, es cancelar su disfrute con demasiado bombardeo externo. Cuando hay libertad interior, disfrutan concentrados en una tarea. Hay niños que acaban hastiados porque sus padres se empeñan en apuntarles a piano y terminan por abandonar la actividad e, incluso, por no querer ninguna opción más. Sin embargo hay otros que lo disfrutan enormemente, por tanto, se trata de conocer a cada hijo y mirar a través de sus ojos.

Noelia Fernández Aceituno

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