El día 14 de febrero es el día en el que los enamorados se demuestran cuánto se quiere. San Valentín es una fecha perfecta para recordar junto a la pareja lo mucho que se aprecia su amor y lo que se disfruta a su lado. Sin embargo, aunque esta jornada del calendario sea tan especial, no ha de obviarse el resto del año para mostrar este cariño a través de pequeñas acciones.
Cada día del año puede ser un San Valentín particular y permitir que el amor sea la nota predominante en el hogar. Pequeños gestos en cada jornada bastan para demostrar estos sentimientos, no hay que esperar al 14 de febrero ni hacer grandes regalos para que la otra persona sepa lo especial que es.
Cómo celebrar San Valentín a diario
Las pequeñas pruebas de amor no deben esperar al día de San Valentín, el día a día puede ser un momento perfecto para comenzar con ellas:
– Un paseo de la mano. Por muchos días que pasen desde el inicio de la relación, nunca está de más un paseo agarrados de la mano para recordar aquellos primeros días de la pareja en los que este vínculo comenzaba y ha llegado hasta el presente.
– Un día de cine. Compartir aficiones es fundamental para el funcionamiento de la pareja, y una de las que más se disfrutan es la del cine. Elegid película y disfrutad de esta experiencia audiovisual con un buen cucurucho de palomitas.
– Escribir una carta. Aunque se comparta una vivienda, la sorpresa que genera una carta de amor dedicada a esa persona tan especial despierta multitud de sentimientos y hace que ésta se sienta muy especial. Un pequeño recordatorio de todo lo que siente por ella.
– Recordar las fotos de toda la relación. ¿Cuánto ha cambiado la pareja? Descubridlo revisando las fotos de todo este tiempo. Desde aquellas del primer viaje juntos hasta las del día en el parque con los hijos nacidos de esta unión.
– Cocinar juntos algo especial. Internet pone a tu disposición numerosas recetas de diversas culturas. Poneros el delantal y a disfrutar de esta experiencia juntos y después saboreadla en la mejor compañía.
Amor duradero
Con la llegada de San Valentín es bueno recodar las claves de un amor duradero. Un tema que el Papa Francisco trata en el libro Amoris laetitia. Estos son algunos consejos del pontífice para que este sentimiento no se apague:
1. Paciencia. «Tener paciencia no es dejar que nos maltraten continuamente, o tolerar agresiones físicas, o permitir que nos traten como objetos. El problema es cuando exigimos que las relaciones sean celestiales o que las personas sean perfectas, o cuando nos colocamos en el centro y esperamos que sólo se cumpla la propia voluntad. Entonces todo nos impacienta, todo nos lleva a reaccionar con agresividad».
2. Actitud de servicio. «La paciencia nombrada en primer lugar no es una postura totalmente pasiva, sino que está acompañada por una actividad, por una reacción dinámica y creativa ante los demás. Indica que el amor beneficia y promueve a los demás. Por eso se traduce como servicial».
3. Sanando la envida. «El verdadero amor valora los logros ajenos, no los siente como una amenaza, y se libera del sabor amargo de la envidia. Acepta que cada uno tiene dones diferentes y distintos caminos en la vida».
4. Sin hacer alarde ni agrandarse. «Quien ama, no sólo evita hablar demasiado de sí mismo, sino que además, porque está centrado en los demás, sabe ubicarse en su lugar sin pretender ser el centro».
5. Desprendimiento. «Hay que evitar darle prioridad al amor a sí mismo como si fuera más noble que el don de sí a los demás».
6. Sin violencia interior. Es decir, sin «una reacción interior de indignación provocada por algo externo. Se trata de una violencia interna, de una irritación no manifiesta que nos coloca a la defensiva ante los otros, como si fueran enemigos molestos que hay que evitar. Alimentar esa agresividad íntima no sirve para nada. Solo nos enferma y termina aislándonos. La indignación es sana cuando nos lleva a reaccionar ante una grave injusticia, pero es dañina cuando tiende a impregnar todas nuestras actitudes ante los otros».
7. Perdón. «Si permitimos que un mal sentimiento penetre en nuestras entrañas, dejamos lugar a ese rencor que se añeja en el corazón (…) La tendencia suele ser la de buscar más y más culpas, la de imaginar más y más maldad, la de suponer todo tipo de malas intenciones, y así el rencor va creciendo y se arraiga. De ese modo, cualquier error o caída del cónyuge puede dañar el vínculo amoroso y la estabilidad familiar. El problema es que a veces se le da a todo la misma gravedad, con el riesgo de volverse crueles ante cualquier error ajeno. La justa reivindicación de los propios derechos se convierte en una persistente y constante sed de venganza más que en una sana defensa de la propia dignidad».
8. Disculpar todo. «Los esposos que se aman y se pertenecen, hablan bien el uno del otro, intentan mostrar el lado bueno del cónyuge más allá de sus debilidades y errores. En todo caso, guardan silencio para no dañar su imagen».
9. Confía. «La confianza hace posible una relación de libertad. No es necesario controlar al otro, seguir minuciosamente sus pasos, para evitar que escape de nuestros brazos».
10. Espera. «Siempre espera que sea posible una maduración, un sorpresivo brote de belleza, que las potencialidades más ocultas de su ser germinen algún día. No significa que todo vaya a cambiar en esta vida. Implica aceptar que algunas cosas no sucedan como uno desea, sino que quizás Dios escriba derecho con las líneas torcidas de una persona y saque algún bien de los males que ella no logre superar en esta tierra».
Damián Montero
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