Existen diferentes formas de perder una pareja, y cada una de ellas tendrá sus propias fases de duelo y su propia forma de superarlo. Lo más importante en ambos cualquiera de los casos es entender que cada persona necesitará su tiempo para aceptar la pérdida
Ruptura, ghosting o fallecimiento. Son tres de las formas que tenemos de perder a nuestra pareja. Tres situaciones muy diferentes entre sí. Cada una de ellas con sus correspondientes fases de duelo y emociones. Porque, sea como fuere, la pérdida de una pareja puede llegar a ser uno de los momentos más duros de nuestra vida.
Sentirse perdido, desmotivado, sin esperanzas, en un bucle de pensamientos destructivos, e incapaces de hacer cosas que antes hacíamos en pareja, es lo normal. Pero en estos momentos lo más importante es «entender que cada persona necesitará su tiempo para aceptar la pérdida y recolocar a la persona que ya no está en su nueva vida», explica la terapeuta en acompañamiento de duelos y pérdidas, Adela Martínez Gómez, quien asegura que «permitirnos sentir y no poner fecha de caducidad al sentimiento de malestar es imprescindible para transitar saludablemente por este proceso de duelo».
Tres tipos de pérdida de pareja
Raquel está sumida en una gran tristeza porque acaba de perder a su pareja con la que mantenía una relación desde hace más de 5 años. Han decidido dejar la relación, algo no funcionaba desde hace tiempo y está experimentando el duelo por la ruptura con su pareja.
Natalia se siente muy culpable porque ha perdido a su pareja con la que llevaba compartiendo su vida desde hace más de 2 años. Su pareja ha desaparecido, es víctima de ghosting y su duelo está pasando por un sentimiento de culpabilidad que le impide avanzar en su proceso.
Jorge ha perdido a su esposa tras más de 15 años de relación. Su mujer con la que tenía una vida por delante ha sufrido un accidente de coche y ha fallecido.
Como se pueden ver son tres tipos de pérdida de pareja totalmente diferentes y por eso hay que hablar de cada una de ellos por separado.
Ruptura de pareja
En el ejemplo de Raquel, la autoestima se ve fuertemente dañada, lo que hace que la etapa depresiva del proceso se vea muy intensificada, porque a las emociones habituales de tristeza y dolor, se une esa minusvaloración de la propia persona. Por lo tanto, sanar la autoestima es una de las metas que tenemos que proponernos cuando estamos pasando por una pérdida por ruptura de una pareja. Para ello es fundamental el autocuidado y retomar actividades y relaciones sociales «como parte de ese autocuidado», cuenta Adela Martínez, quien asegura que «tenemos que tener en cuenta que cuando el duelo es debido a la pérdida de una pareja por ruptura las fases de ira y depresión son en las que se produce el estancamiento, incluso muchas veces aparecen solapadas».
En esta fase podemos observar comportamientos de irritabilidad hacia los demás, ataques de llanto, ansiedad y pánico a las noches y, aunque esto es normal y ocurre en la mayoría de los casos, el poder identificarlo nos ayudará a ponerle nombre e ir sanando.
«En el caso de la fase de ira aparece un sentimiento de rabia por haber fracasado en la relación, puede ser hacia la otra persona, por no haber sabido entendernos y cuidarnos, o hacia nosotros mismos, por no haber sido capaces de hacer las cosas mejor o conseguir que permaneciera a nuestro lado», explica la terapeuta.
Para este tipo de duelo y sanar la autoestima, la terapeuta aconseja hacer deporte o, ir a la peluquería o manicura, ya que pueden ser los pequeños gestos los que les haga sentirse bien y dejar el sofá y las patatas fritas apartadas por un rato.
Y su consejo para avanzar en el proceso de duelo de manera saludable, lo mejor es no quedarse anclado en el pasado y romper definitivamente con la relación al menos de manera temporal. «Si intentamos desde los momentos iniciales seguir manteniendo una relación con la persona con la que hemos roto no conseguiremos avanzar en el proceso y nos quedaremos anclados en alguna emoción que con el tiempo será difícil de sanar», asegura.
Ghosting
Pasando al ejemplo de Natalia, estamos hablando de la situación en la que algunas personas actúan como fantasmas, con la capacidad de desaparecer en cualquier momento y de manera extrema, sin dar ninguna explicación ni posibilidad de tener ninguna conversación. Ghosting es un término que cada vez se escucha con más frecuencia para referirse a este tipo de casos. Por eso Natalia tendría un duelo complicado, incluso puede llegar a ser patológico.
«El motivo de esa complicación es el gran sentimiento de abandono y culpa que siente la persona abandonada, así como la gran incertidumbre por saber qué es lo que ha pasado y porque ha sido abandonada», cuenta Adela Martínez.
El daño psicológico que sufren las personas que son dejadas sin ninguna explicación, como si de un fantasma se tratase, es un daño propio de un «maltrato emocional».Este tipo de rupturas está muy vinculadas a la adolescencia y las redes sociales, pero también más presentes de lo que nos gustaría en adultos y relaciones duraderas.
Para hacer frente a este maltrato y los efectos que su duelo puede ocasionar es fundamental ser consciente que este tipo de actos propios de personas narcisistas, «incapaces de empatizar ni priorizar a las parejas» no merecen ser idealizados. Actitudes como la identificación de lo que ha ocurrido y que se trata de un tipo de maltrato, aprender a poner límites, romper con el pasado y aceptar lo ocurrido, es fundamental para elaborar los efectos del abandono», aconseja.
Podemos decir que la fase inicial de negación, dada por el estado de shock, y la fase de ira, son las más prolongadas de este tipo de duelo, por la incertidumbre que hay detrás de la pérdida, así como por el gran resentimiento y culpa hacia la persona y hacia uno mismo.
El fallecimiento de la pareja
Por último, el caso de Jorge es un tipo de duelo en el que la nota característica es la irreversibilidad de los hechos, que lejos de parecer algo positivo, lo es desde el punto de vista de permitir avanzar en las fases iniciales del duelo.»El saber que la persona no va a volver ayuda a eliminar las fases de negociación y permite avanzar más rápido en las fases de negación e ira», asegura Martínez.
En estos casos, la fase depresiva suele ser la más intensa y duradera. La persona que se queda tiene que adaptar su vida a la nueva situación sin la otra persona. Tendrá que cambiar sus roles como padre o madre si tenían hijos, sus hábitos y rutinas, las tareas que realizaban juntos y enfrentarse a momentos difíciles como vacaciones y fechas señaladas.
Cuando te enfrentas a este tipo de pérdida es muy importante permitirse sentir cada una de las emociones que aparezcan, cada necesidad personal, darse tiempo para transitar por el proceso de duelo, se convierte en algo más importante aún si cabe.
Los consejos de la terapeuta en estos casos son: «Hablar con las personas que tienes a tu alrededor sobre cómo te sientes y cuáles son tus necesidades y cómo te pueden acompañar, puede ser de gran ayuda para avanzar por tu proceso de duelo. Comunicar tus necesidades en el trabajo, en el colegio de tu hijo o con amigos, ayudará a sentirte bien y los demás sabrán como pueden ayudarte; te evitarás la culpabilidad por poner escusas ante planes que no quieres llevar a cabo, tareas que no has conseguido realizar, u horarios que no puedas cumplir».
Miguel Ángel Valverde
Asesoramiento: Adela Martínez Gómez (Adela Mar-Go). Terapéuta especializada en duelos y pérdidas, y fundadora de Volver a vivir
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