El amor es una aventura, un camino, un viaje… Pero a veces pasados los primeros cinco años y al acercarse a los 10 o 15 años de relación en la vida de pareja puede ocurrir -como con un motor que se desgasta- que esta vida requiera «engrasarla».
Revisar algunas «piezas desgastadas» de la relación, limpiar y purificar los «engranajes2 del amor, ajustar mejor las «correas» de la comunicación, alinear la «dirección», inflar las «ruedas» del día a día, embellecer las «molduras» de la mutua ternura… son algunos de los hábitos que no conviene perder de vista para que la relación de pareja funcione.
Pero… ¿qué avisadores tememos que se enciendan para indicar el fallo en el motor? ¿Cómo reconocer y modificar los comportamientos que nos impiden acoger al otro plenamente? ¿Cómo darnos cuenta? ¿Quién nos avisará? ¿Cómo no dar por hecho que algunos hábitos son inadecuados? Y ante todo, ¿cómo darnos cuenta a tiempo de que hay un posible fallo que podría ser serio y generar una ruptura?
Señales de alerta de una crisis de pareja
¿Nadie ha pensado alguna vez?: ¡me habré equivocado de pareja!. ¿Por qué mi familia se ha convertido más en una «empresa» que en una familia? Tantas y tantas gestiones que nos agotan y que a la vez nos decepcionan sutilmente por no enfocarlas bien: médicos, colegios, viajes, compras, transportes y logística familiar, abastecimientos diversos, la «gestión» de las relaciones familiares (familia política, familia propia, conocidos, etc.), proveedores y reparaciones domésticas, compromisos sociales, imprevistos a resolver con eficiencia, interrupciones del teléfono… Por no decir cuando sobrevienen -solapados con todo lo anterior- apuros económicos, tensiones laborales o dificultades de salud.
A menudo puede ocurrir que vayamos tomando unas «vías de escape» delicadas, camufladas bajo el intenso trabajo, las responsabilidades, la necesidad de comunicarse con el entorno, la novedad de los tiempos (que nos «obliga» a actualizarnos como las redes sociales), el cansancio para hablar y compartir la vida, etc. Pero no son a menudo sino formas de escapar de necesarias rutinas, falta de ternura o falta de comunicación profunda.
Cómo reforzar la relación de pareja
Esto se descubre bien en el libro Señales de Alerta. Lo que no hay que hacer en la vida de pareja, de Rino Ventriglia y editorial Ciudad Nueva. Y me ha ayudado a poner nombre propio y a identificar algunas actitudes del «hombre viejo».
«No te pongas delante de mí, podría no seguirte; no te pongas detrás, podría no verte; quédate a mi lado: serás mi compañero».
(Proverbio indio)
En esta etapa de la vida de pareja, la mutua sinceridad, la gratuidad, la responsabilidad y el aceptar los límites son parámetros indispensables para seguir adelante y despegar de nuestros apegos y miserias con fuerzas realmente renovadas.
También tener alrededor buenos testigos ayuda. Testigos comunes pero heroicos en su cotidianeidad y humildad. No en vano los testimonios que presenta Rino Ventriglia parecen decir que, «a pesar de los momentos dolorosos, cualquier pareja en dificultad puede renacer, y que amarse para siempre no es un sueño irrealizable».
Tu y yo somos una sola cosa. No puedo hacerte daño sin herirme.
Mahatma Gandhi
Y es que -como dice el autor Rino Ventriglia – «son momentos especiales que dejan sin aliento, momentos en los que se asoman a nuestro rostro tímidas lágrimas de emoción, mientras el corazón late fuerte y surge, tanto en la mente como en el corazón, una comprensión nueva. Tienen sentido los años pasados, tiene sentido el dolor vivido, las dudas, los errores, los límites, los momentos de oscuridad… Son instantes que tienen sabor a eternidad».
«Lo que la oruga llama el fin del mundo, el resto del mundo lo llama mariposa»
Anónimo (atribuido a Lao-Tzu y a Richard Bach)
Joaquín Herrero Ayestarán
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