No se trata de dar una serie de recetas más o menos mágicas, se trata de descubrir qué es aquello que nos corresponde vivir como pareja feliz, como matrimonio de éxito. Si lo averiguamos, seremos más felices nosotros y haremos más felices a los que nos rodean.
El primer factor de éxito es amarnos, querernos amar y saber que el amor cómo todo arte, requiere inspiración, creatividad, intuición, pero también aprendizaje, dedicación y entrenamiento. Para llegar a ser un artista del amor necesitamos técnica, porque en muchas ocasiones amamos mucho, pero amamos mal. Si estamos dispuestos a ser creativos y a aprender a amar, vamos a ver cómo podemos amar bien.
Tu pareja es única e insustituible
Amar bien supone amar al cónyuge como único, como insustituible. Saber que es el regalo que me ha tocado en esta vida y que lo principal no son sus cualidades, sino que es él, que queremos ayudarle a crecer pero respetándole, con la paciencia del que respeta los ritmos naturales de cada uno, no con exigencia, ni con decepción.Amarle como único supone saber que es distinto a mí. No podemos hacerle a nuestra imagen y semejanza. Nosotros somos compañeros de camino.
Pareja feliz: dispuestos a crecer
Por ello, un factor claro de éxito es que durante todo nuestro matrimonio estemos dispuestos a crecer, a ser mejores, a dejarnos ayudar y ayudar al otro desde el amor.
Acoger su grandeza y su vulnerabilidad
Cuando amamos al otro, nos damos cuenta de su grandeza y de su vulnerabilidad y tenemos que acoger las dos caras de nuestro cónyuge. Reconocer la grandeza del otro no siempre es sencillo, agradecerle lo que nos regala, el que esté junto a nosotros cada día, muchas veces se nos hace difícil. Pensamos que si le reconocemos lo bueno, nos situamos en una posición de debilidad. Reconocer y agradecer al otro da paz, da confianza y alegría.
Pero no sólo nos encontramos con la grandeza, también se nos presenta la vulnerabilidad, la necesidad de protección y de cuidado del otro. Hay parejas que cuando ven la debilidad del otro, se avergüenzan de amarle, cuando en el fondo es una grandeza del amor. ¡Cómo si no íbamos a amar a unos hijos que son débiles, sobre todo al principio, y como les íbamos a querer cuando al crecer descubriéramos sus flaquezas! Amar al débil es una cualidad del bueno.Ser capaces de reconocer la grandeza del otro y la propia, y de amar la debilidad del otro, son signos de un amor verdadero.
Mostrarse sin tapujos ni trampas
Ya hemos hablado de la importancia de la desnudez en el matrimonio y lo que implica.
La desnudez supone el poderse mostrar al otro sin tapujos ni trampas, y ser acogido.
Cuando el amor falla, se va perdiendo la inocencia, la capacidad de mostrarse al otro tal cual eres.
Así, muchos matrimonios se esconden el uno del otro, se empieza a perder el deseo sexual, las ganas de «yacer» juntos, ya que el otro ya no es mi descanso, el que me acoge como soy, sino que esconde otras intenciones o puede sacarme un cuchillo en cualquier momento. Por ello, debo de estar tapado/a cubierto/a, protegido/a.
Si queremos descansar felices, si queremos disfrutar de una vida sexual saludable, debemos saber acogernos mutuamente en nuestra grandeza y debilidad.
Una sexualidad en pareja nacida de la unión profunda
La mejor y más completa comunicación es la que supone una verdadera apertura al otro. Esto también debe afectar a la comunicación en el terreno sexual: la apertura y la acogida al otro debe ser total, la entrada en el otro debe ser compartida, es decir, favorecida por los dos. No todos los momentos son los mejores para una comunicación profunda y por ello, tampoco lo son para una relación íntima. Por esta razón, hay que crear el clima adecuado.
Las relaciones sexuales deben nacer de la unión profunda o para favorecer la misma en los momentos que haya dificultades. No pueden ser situaciones aisladas y sin conexión con la vida total del matrimonio. Eso produce que se vayan disociando del amor y al final, se convierten en desencuentros obligados en vez de ocasiones de renovación del amor.
Los dos se tienen que encontrar a gusto
Otro factor de éxito ineludible en una relación es la reciprocidad, es decir, los dos se tienen que encontrar a gusto en una relación, no podemos pensar que es uno de los dos el que aporta más. El matrimonio debe vivir de una comunión de vida y amor entre iguales. Por ello, es necesaria la reciprocidad. Puede haber ocasiones en los que uno está más fuerte que el otro y puede dar más o al contrario, pero es necesario que haya un equilibrio. Si no, tarde o temprano esto pasa factura y va generando una soledad tremenda en cada uno de los dos, y un reproche frío y duro que mina el amor.
Por ello debemos velar por la reciprocidad, debemos saber pedir aquello que necesitamos, decir no en aquello que nos resulte demasiado darlo y que luego, se pueda convertir en un reproche. Cuidar el amor no es una entrega sin cabeza, es una entrega generosa y razonable del que se conoce y sabe lo que puede dar con alegría y no dar aquello que va a provocarle una amargura. Cuantas veces damos algo sin que nos lo pidan y luego lo echamos en cara, o cuantas veces no pedimos algo por dejarle libre al otro y luego, le decimos que no nos quiere porque no nos lo ha dado.
El perdón, imprescindible en la pareja
Es imposible que un matrimonio salga adelante sin el perdón. Últimamente me he encontrado matrimonios buenos, muy buenos, pero sin perdón entre ellos. Uno exige al otro dar la talla; uno reprocha al otro que ha hecho mucho y le echa en cara que el otro no llega. Así, no vamos a ningún sitio. Hay que saber que estamos juntos, no tanto porque no fallamos, sino porque nos amamos. Entonces, hay que estar dispuestos a perdonar y a pedir perdón y a reparar el daño que se haya causado. De lo contrario se romperá el diálogo y sobre todo, la confianza. Cuántas peticiones de perdón, sin haberse reparado nunca, nos suenan huecas.
Resolver juntos problemas
Parte de la unión entre dos personas es también la resolución de problemas. Ser capaces de compartirlos y de resolverlos juntos genera mucha unión y confianza mutua. Cuando los vivimos aisladamente o no confiamos en que entre los dos podamos resolverlos, generamos una fractura en la relación difícil de reparar. Por ello, compartir problemas con ánimo de buscar juntos la solución y de cooperar, alarga la vida del amor.
Compartir la intimidad en pareja
Si es necesario resolver problemas juntos también lo es compartir la intimidad, y no sólo la sexual, también nuestros anhelos, los miedos, las ilusiones, las angustias,… sin ser juzgado. Muchos matrimonios se encuentran muy bien en muchas áreas pero no pueden comunicarse profundamente, lo que agudiza el sentimiento de soledad.
Respetar los espacios personales
Si es necesario este crecimiento y esta compenetración mutua, también es necesario dejarse y promover espacios personales y que estos espacios no se consideren una amenaza para la unión, sino un enriquecimiento para el matrimonio y la familia.
Lenguaje común que nazca del conocimiento
Es importante también crear entre los dos un lenguaje común que nazca del conocimiento mutuo. Imaginemos que uno de los dos se toma muy mal que el otro no quiera tener relaciones en un momento determinado y se siente rechazado. Esto no tendría que obligar al otro a tener relaciones en ese preciso momento, para que el otro no se sintiera rechazado. Lo que debe hacer es decirle que le quiere, que le desea, pero que en ese momento no se encuentra bien, o existe determinado problema para tener relaciones, y que se compromete a buscar un buen momento para que se puedan dar. Vemos como así le acoge, le quita el miedo a ser rechazado y por otro lado, le promete que será activo en la búsqueda de una nueva relación.
Distinguir un mal momento de una mala relación
Otro factor importante es distinguir entre un mal momento y una mala relación. Lo que hay que cuidar es que los malos momentos, las malas respuestas, no se conviertan en la dinámica de nuestra relación. Y a la vez, procurar que cuando te han dado esa mala contestación, o ese mal gesto, no lo generalicemos a toda la relación. Si mi marido me contesta mal un día o incluso me falta al respeto, tengo que hacérselo ver y procurar entre los dos que eso no vuelva a repetirse.
Pero lo que no debo hacer nunca es encerrarme en mi misma y empezar a interpretar nuestra relación desde ese mal gesto, la memoria en esos momentos nos hace un flaco favor. Esto no quiere decir que nos de igual. No debe volver a pasar, hay que poner los medios para que no pase, pero nuestra relación es mucho más grande que ese momento.
Edificar bien la relación de pareja desde el principio
Para finalizar hay dos elementos claves que no quiero dejar de señalar.
El primero es la urgencia de aprender amar a mi marido, a mi mujer. Convencernos de que ese amor no se acaba nunca. Pero los buenos cimientos son claves. Más vale edificar bien desde el principio, que rehacer el matrimonio a mitad del camino que es mucho más costoso y doloroso. Por ello, si estáis a tiempo, formaros bien, asentar bien las bases, explicitar vuestro compromiso claramente para saber a lo que os comprometéis y lo que os pueden dar.
Me encuentro muchas parejas de hecho que comienzan a convivir pero no han realizado un compromiso explícito y la duda y la incertidumbre les provoca una angustia en la relación que tarde o temprano va haciendo mella en la confianza y en el amor.
Y lo segundo es la relación con las familias de origen. Un alto índice de separaciones tienen que ver con problemas con los padres de ella o los padres de él. Es importantísimo que el papel preferente lo tenga mi marido, mi mujer. De lo contrario, la nueva familia hará aguas por muchos frentes, desde la confianza, hasta las relaciones conyugales.
¿Quieres reflexionar cómo va tu matrimonio?
Si queréis hacer una reflexión sobre cómo va vuestra vida matrimonial, mirar cómo vivís vuestras relaciones sexuales y cómo hacéis vuestra gestión económica. Suele ser, en la mayoría de los casos, un reflejo veraz de vuestro matrimonio.
Las relaciones sexuales son la relación hecha carne, la unión amorosa actuada en nuestros cuerpos verdaderamente.
El tema económico es la materialización del poder, de la forma de comunicación y de resolución de los problemas. Ahora, miraros con tranquilidad, con humildad, con sentido del humor, sabiendo que siempre estamos a tiempo de crecer, y a los que descubran lo bien que están, enhorabuena y a seguir en ello.
Charo González Martín. Doctora en Pedagogía y Terapeuta Familiar.
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