El tiempo pasa y con él se suceden los inevitables cambios que observamos a nuestro alrededor, en nuestra pareja y en nosotros mismos. Las crisis pueden parecer la prueba de ello. Pero el tiempo nos da también fuerza y memoria para luchar por aquello que teníamos y que queremos seguir teniendo.
Me gustaría acercaros un poco más al mundo de la Psicología, al de la Terapia. Me gustaría abrir de nuevo la puerta de mi consulta e invitaros al despacho donde trabajo con tantas parejas que traen sus dificultades, y las «ponen» en mis manos. Que pudierais ver, leer, conocer, compartir, el camino que recorren. Un camino en el que cuentan, identifican, comparten, afrontan, luchan, y solucionan. Pero sobre todo aprenden y avanzan. Y en este proceso aprendemos todos, ellos y sobre todo yo. Es un camino, no siempre fácil, pero que merece la pena recorrer. Y lo recorremos, en parte, juntos.
Primer día de sesión de pareja
Él me cuenta, con ella delante, que están pasando por una crisis, y que creen que han llegado al límite de sus fuerzas. Que ya no es lo mismo, que no siente mucho por su mujer, o que quizás ya no sienta nada. No es capaz de imaginar el resto de su vida con ella. Al menos no así. Ella le mira, sorprendida, triste, ¿decepcionada?, quizás desilusionada. Pero guarda la esperanza de que él se dé cuenta, de que piense y recuerde por qué, o más bien para qué, se casaron. Ella está dispuesta a luchar. Por su marido, por su matrimonio, por su familia, por ella.
Cuando se casaron, no se dijeron que se querrían siempre… ¿quién puede prometer eso? Lo que se dijeron es que «querían» quererse siempre. Al compromiso, al Sacramento, al sentimiento, se unía la fuerza de voluntad, esa que les ayudaría y permitiría luchar cada día, hasta el final. Porque el sentimiento es necesario, pero no suficiente. Es cambiante e impredecible. Unas veces abrasa el corazón y otras lo mata de frío.
Y entonces empiezan a recordar cómo se conocieron, por qué se eligieron, casaron y formaron una familia. Y se dan cuenta de que los motivos no han cambiado. Han cambiado ellos, las personas, las circunstancias. «Ya no es lo mismo», decía él. ¿Cuándo es lo mismo?, ¿cuándo somos los mismos? Las personas crecemos, maduramos, avanzamos. A veces nos bloqueamos, y a veces parece que retrocedemos. El cambio es inevitable, es parte del desarrollo evolutivo, de la relación, de la vida…
«Estamos pasando una crisis, esto no tiene solución». Ella le mira y le pregunta, ¿la crisis es tuya, mía, o de los dos? Y él no sabe responder. No puede, o no quiere. «Piénsalo» le dice su esposa. Y haremos lo que sea necesario para resolverlo, pero no mezclándolo todo, sino separando, y luchando… queriéndonos, siempre queriéndonos… y cuando creamos que no lo hacemos, acogiéndonos, acompañándonos, apoyándonos, ayudándonos… pero siempre juntos.
Y es que las crisis son normales, frecuentes, esperables. Lo más importante es la manera de afrontarlas. Pueden verse como un túnel interminable o como una oportunidad para fortalecerse uno mismo y fortalecer la relación.
Él la miró y le dijo «tienes razón, esto es sólo una lucha, una lucha más, y merece la pena afrontarla juntos. Siempre tendremos luchas, y yo me quiero quedar con esta, con la que tengo, no quiero buscar otra, no quiero cambiar. Esta por lo menos ya la conozco». Ella sonrió.
Y así comenzaron a elaborar juntos un plan para seguir el camino. Con obstáculos, con dificultades, con impaciencias… pero con mucha lucha y, sobre todo, con mucho AMOR. Ese es el plan que compartiré con vosotros. Volveré a abriros un poco la puerta del despacho. Porque, como le dijo Von Bismarck a su esposa: «No me caso contigo POR Amor, sino PARA AMARTE».
Paloma de Cendra. Psicóloga y Terapeuta Individual, de Pareja y de Familia.
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