Para mantener fresco el amor hace falta hablar en pareja. La palabra es expresión del amor. Si no, la relación se va enfriando y el sentimiento acaba por desaparecer. Y es que la comunicación es la base de la relación de pareja, pero ¿cuándo son buenos los silencios en pareja?
Comunicar es poner en común lo propio de cada uno. Pero, ¿de qué debemos hablar? Los pilares de la comunicación en pareja son varios. Algo importante es compartir pensamientos sobre unos valores conjuntos, sobre los hijos, la intimidad, la familia, el trabajo dentro y fuera del hogar…
Pero, si cabe, es más importante hablar de sentimientos, de cómo nos afectan las cosas, de lo que nos ilusiona, de lo que llevamos en el corazón, de lo que nos encanta del otro, de la alegría de vivir juntos… Porque el conectar empáticamente es fundamental para fortalecer la amistad y el cariño mutuo.
De esta forma, compartimos lo esencial que tenemos y somos: nuestra intimidad, lo más profundo del alma. Hace falta sumergirnos en lo más recóndito de nuestro ser para mostrar lo que llevamos dentro. De esta forma, surge la ternura por los estados del alma del otro.
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Claro que, para ello, hay que pensar qué contamos, ir a lo importante, a lo que nos une, a lo que alimenta el amor. Y es necesario dedicar un tiempo cada día para hablar, para construir lo ‘nuestro’.
Comunicarse es intercambiar pensamientos. Se trata de aportar, dejar un espacio de silencio para que lo entienda, lo asimile, lo haga suyo y pueda preguntar o contestar, sabiendo escuchar. Tolkien, en su obra El Señor de los Anillos, dice que «la palabra es la puerta de entrada a la realidad». Pero la palabra debe estar engastada en el silencio para saborearla, para hacerla nuestra. Por eso, en la comunicación es muy importante saber escuchar y la verdadera escucha nace del corazón. Hay que ver más allá de las palabras.
¿Cuándo son buenos los silencios en la pareja?
Pero así como es importante hablar, también es necesario guardar silencio en algunas situaciones. Por ejemplo, cuando estamos cansados, agobiados, estresados y no controlamos mucho lo que decimos. O cuando no estamos de acuerdo en algo y nos puede el orgullo.
A veces, queremos dejar claro nuestro criterio o nuestra opinión y es mejor callar, pensando en el otro, en escucharle, en dejarle un espacio vital, una ‘firma’ con su modo de pensar.
También es bueno guardar silencio cuando creemos tener razón, para no humillar… Se trata de tener finura de espíritu, de ser delicado, elegante.
Sin embargo, hay situaciones en las que es preciso hablar y hacer una corrección. Para ello hay que buscar un momento tranquilo, de confianza, y hacerlo con delicadeza y con infinito cariño, porque el otro no es el ‘enemigo’, sino parte de nuestro corazón. Por eso, nos ha de doler también.
Por otra parte, hay momentos que estamos contrariados, y no queremos escuchar o responder. Entonces hay que poner esfuerzo en hablar, en ser amables, para salvar el cariño, porque es más importante la unidad de los dos, que el llevar o no razón. Además, cuando dos discuten ninguno tiene toda la razón… Siempre se puede mejorar en algo, aunque solo sea el tono de voz, para hacer de la convivencia algo grato.
Mª José Calvo. Médico de Familia y fundadora de Optimistas Educando y Amando
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