Viajar es soñar, es dejar volar la imaginación y nada como un niño para eso… Hay quien piensa que viajar con niños (más allá de la playa y un hotel con todo tipo de actividades para tenerles entretenidos) es lo más parecido a una tortura porque los niños no apreciarán el destino, ni aprovecharán el dinero invertido…
¿Tiempo y dinero malgastado? Sin embargo, es el dinero mejor invertido. Viajar con niños puede ser toda una experiencia, una aventura mayor de lo que podríamos esperar. Viajar con niños es descubrir los destinos dos veces: primero a través de nuestros ojos adultos y después a través de su mirada infantil, más curiosa e inocente, y seguro que más flexible que la nuestra.
Un viaje es un descubrimiento para los niños, y una oportunidad más para los padres de acompañarles en su crecimiento personal, compartiendo la experiencia con ellos de la mano, ayudándoles, alentándoles, respondiendo a sus preguntas. ¿Por qué esperar a que sean mayores y que vuelen solos para que lo vivan lejos de nosotros? ¿Por qué perdernos ese bonito paseo?
Poco importa si el viaje es aquí al lado, o en la otra punta del mundo. Lo importante es abrirles los ojos a nuevas experiencias. La esencia es recorrer juntos nuevos caminos, disfrutando de esa autenticidad infantil.
6 ventajas de viajar con niños que no te puedes perder
Si eres de los que aún duda, y quieres saber cómo sobrevivir a un viaje con niños, aquí tienes unas cuantas ventajas para terminar de convencerte:
1. El contacto con otras culturas y diferentes formas de vida. Es una manera de desarrollar empatía y tolerancia. El descubrimiento de culturas ajenas a la nuestra, de otras razas, formas de vestir, tipos de hogar y transportes… es abrir su mundo, ayudándoles a convertirles en adultos más tolerantes gracias a los viajes culturales.
2. Viajar a otro ritmo, a su ritmo. Porque los niños requieren otro ritmo de viaje, más relajado, necesitan sus tiempos de descanso, y unas horas de sueño adecuadas, sobre todo cuando están consumiendo tanta energía. Necesitan hacer más paradas, o dedicar más tiempo a un lugar, porque cualquier cosa les detendrá despertando su curiosidad, nos permitirá a los adultos disfrutar con más intensidad el destino. No es cuestión de hacer muchas cosas en el menor tiempo posible, sino exprimir los momentos a tope, y de eso saben mucho los niños de la casa.
3. Mayor flexibilidad. Romper con las rutinas durante un tiempo es bueno para los niños. Acostumbrarse a dormir en distintas camas, probar otras comidas y bebidas… A menudo sobreprotegemos de esos cambios de rutina a los niños, cuando lo bueno es que pierdan ese miedo a salir de la rutina desde bien pequeños. La rutina es buena, pero el miedo al cambio no. Y viajar significa cambiar de lugar, cambiar todo lo conocido por novedades, ni peores ni mejores, tan solo diferentes. Jugar otros juegos y aprender a vivir sin televisión ni ordenador, simplemente a pasar más tiempo con la gente, y sobre todo con los hermanos y los padres.
4. Practicar la paciencia y quitar los ascos. Vviajar implica hacer hacer colas para ver museos, monumentos o incluso parques de atracciones. Ya no es ¡lo que yo quiero cuando quiero!… es ya nos tocará a nosotros. Por no hablar de la comida: viajando hay que probar otras comidas sí o sí. Explorar distintos platos y sabores. Y descubrir nuevos ingredientes y formas de comerlos puede ser muy excitante. El viaje ampliará su paladar con un sinfín de sabores, y les quitará muchas tonterías con las comidas.
5. Un aprendizaje continuo. Sin duda, un viaje puede ser la mejor escuela de verano. Empezando por los idiomas, viajar es la mejor forma de acostumbrar el oído a otros lenguas, ayuda a perder los miedos y las vergüenzas, y a practicar lo que aprenden en una aburrida lección en el colegio. Es también una gran lección de geografía e historia, quizás la mejor. Ya se sabe que la memoria fotográfica es importante, y que con la experiencia se aprende mejor. Viajando uno asocia lugares, historias y anécdotas del momento vivido, todo en uno, algo difícil de olvidar de por vida. Y a veces incluso nosotros aprenderemos más gracias a ellos, los niños no tienen vergüenza, y perderán la vergüenza de hablar con extraños más rápidamente que nosotros, y lanzarán sus preguntas directas y auténticas, regalándonos el conocimiento de secretos… y sobre todo un punto de vista distinto.
6. Aprender a respetar la naturaleza y nuestro planeta. Conocer los animales más exóticos y salvajes y en sus hábitats naturales les dejará huella. Entenderán la importancia de la naturaleza para la subsistencia de estos animales, y de la humanidad. Constatarán que las fotografías que regala nuestro planeta son mejores que cualquiera que podamos ver en el ipad, en Facebook o Instagram. Nada como un bonito atardecer mecidos por la brisa del mar, acompañados por una música local, o por los cautivadores sonidos de la selva. Aprender que a veces las cosas más sencillas pueden ser las más hermosas y que encima son gratis.
Almudena Teulón Guerra. Viajera y diseñadora de viajes de Mint57
Te puede interesar:
– Turismo naranja: más allá del viaje cultural
– Viajes culturales con niños, cómo hacerles atractivo este turismo
– Consejos para viajar en coche en familia