La llegada del verano implica pasar más tiempo en familia y eso incluye también a los abuelos. Los días de vacaciones en la casa familiar pueden originar situaciones de conflicto, sobre todo en lo referente a la autoridad de padres y abuelos. Por eso, es necesario establecer unas pautas que dejen claro el papel de cada uno.
Una de las opciones por las que muchas familias se decantan es pasar el verano en casa de los abuelos. Los motivos pueden ser muy variados, ya sea por economizar, por pasar tiempo con la familia o por tradición familiar, incluir a los abuelos en la vida familiar durante las vacaciones puede ser una gran oportunidad para nietos, abuelos y padres.
Cuando una pareja forma su propia familia, se produce un cambio de rol en el que los hijos se convierten en padres y los padres en abuelos. Ante esta situación, los nuevos padres crean sus propias normas, costumbres y pautas de relación, al tiempo que mantendrán algunas de las costumbres de sus respectivas familias de origen.
Cuando los padres, junto a sus hijos, se trasladan a la casa de los abuelos, se produce de nuevo un cambio de rol en el que los padres dejan, en cierto modo, ese papel por unos días y se convierten otra vez en hijos, lo que conlleva una pérdida de poder.
El rol de los abuelos es bastante difuso
En estos casos, nos encontramos con que el ‘rol abuelo’ suele ser bastante difuso ya que, aunque no es responsable de la educación de los nietos, suele estar bastante implicado en sus cuidados diarios. Por su parte, los padres pueden tener más dificultades a la hora de poner límites a los abuelos por encontrarse en una situación de dependencia. Si los límites no están bien establecidos, esta nueva situación puede ser una fuente importante de conflicto, que puede incluso afectar a la relación de pareja.
Otro de los retos experimentados por muchas familias es la pérdida de independencia y autonomía. A veces, las familias se sienten presionadas por tener que pasar las 24 horas del día juntos. Sin embargo, es importante que también se dediquen momentos a solas.
Siempre una máxima: respeto
Así, puede haber espacios para compartir todos juntos, otros en los que la pareja pueda estar a solas y los abuelos ayuden cuidando de los nietos, si así lo desean, y otros en los que los padres estén a solas con sus hijos o los abuelos con los padres. Para ello, sería recomendable preguntar por las expectativas de cada uno antes del viaje (por ejemplo, pasar el tiempo todos juntos durante todo el viaje quizás es poco realista) y aclarar cómo se va a usar el tiempo.
También es bueno preguntar si hay alguna tradición que es importante para algún miembro en concreto (por ejemplo, para los abuelos puede ser fundamental compartir las comidas) y tratar de ser flexibles y empáticos ante las necesidades que son apremiantes para los demás.
Estas situaciones, lejos de verlas como conflictos, se pueden percibir como oportunidades. Las vacaciones en familia pueden ser un espacio excelente para que las distintas generaciones compartan sus experiencias y estrechen lazos. Incluso, si los desacuerdos son gestionados adecuadamente, pueden llegar a convertirse en una fuente de crecimiento y en una oportunidad para comprender otros puntos de vista.Recuadro
Decálogo para una buena convivencia con los abuelos
1. Tener siempre presente el motivo del viaje. Esto nos ayudará a relativizar los conflictos que surjan y a no convertir pequeños problemas en grandes montañas.
2. Disminuir las expectativas. Aceptar que a lo mejor las vacaciones no son exactamente como había imaginado uno previamente pero que, aun así, se puede disfrutar de ellas. Muchas veces los conflictos surgen de la propia frustración al no verse cumplidas sus expectativas.
3. Establecer unos límites y normas básicas antes del viaje. Los padres pueden indicar a los abuelos qué normas, sobre todo aquellas relacionadas con la educación y la crianza de los nietos, son importantes para ellos y los abuelos deben respetar. Simultáneamente, los padres deben tener en cuenta que no solo hay que exigir a los abuelos. Puesto que están en su casa, los padres tendrán también que respetar unas normas y límites establecidos por los anfitriones. En caso de no estar de acuerdo o de que no sean capaces de llegar a acuerdos mínimos, es posible que haya que pensar en otra alternativa, como veranear en lugares diferentes o en el mismo destino pero en casas distintas.
4. Ser flexibles. Aunque haya unas normas mínimas que son importantes y que se deben respetar, también es necesario ser flexible. Los niños en vacaciones no tienen las mismas responsabilidades y obligaciones que en el día a día. Algunas normas se pueden relajar para permitir así más margen para que las distintas partes lleguen a acuerdos.
5. Respeto. Por muchas discrepancias que haya, el respeto es un valor que nunca debe faltar.
6. Los abuelos no deben desautorizar a los padres mostrando desacuerdo con la educación de sus hijos o dando consejos que no han sido pedidos. Los padres son los únicos responsables de la educación.
7. Los padres no deben sobrecargar a los abuelos delegando en ellos el cuidado de los nietos de manera intensiva, las tareas del hogar, los gastos económicos, entre otros. Se recomienda distribuir las tareas. Los abuelos también tienen derecho a descansar y disfrutar de las vacaciones. Además, no es coherente decirle al abuelo que no opine si, al mismo tiempo, se le están delegando responsabilidades que corresponden a los padres.
8. Ser empático. En la gestión de conflictos es fundamental entender las necesidades de los demás y tratar de interpretar la situación desde otros puntos de vista.
9. La familia nueva debe ser prioritaria frente a la de origen. Muchas veces los conflictos se generan por rivalidades y desencuentros con la familia política. Los padres deben tener siempre presente que la pareja debe llegar a acuerdos previamente entre ellos y apoyarse mutuamente.
10. Buscar espacios de intimidad. Aunque se esté viviendo en casa de los abuelos, es recomendable buscar espacios para la nueva familia, la pareja e, incluso, uno mismo. No obstante, también hay que respetar los espacios y momentos para compartir, como las comidas familiares.
Dra. Cristina Noriega García. Terapeuta Familiar. Instituto de Estudios de la FamiliaUniversidad CEU San Pablo
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