A pesar de las dificultades de celebrar fiestas y eventos en un escenario de post Covid-19, que limita muy estrictamente las aglomeraciones, la «respuesta comunitaria» ha sido buscar alternativas y salidas imaginativas.
La sociedad, las comunidades de vecinos y los colectivos en pueblos y ciudades de todas partes, son los que deciden que «no quieren sufrir la desaparición de la fiesta mayor o de una festividad significativa», y apuestan por otros formatos e iniciativas.
«Lo que sucede en este nuevo contexto es que la comunidad reconvierte la fiesta transformando el espacio y las formas de participación: esto se ha visto en terrazas y balcones, espacios privados que pasan a ser públicos y de participación», subraya Alba Colombo, que es profesora de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC.
Estos nuevos formatos surgen como resultado de los cambios obligados en eventos tradicionales, ya que las celebraciones no desaparecen, sino que se adaptan a otros espacios que las hagan compatibles con la situación marcada por la pandemia.
El fenómeno de los balcones en la pandemia
La creación de eventos en los balcones es para Colombo uno de los aspectos más interesantes que se podría mantener en un escenario pospandemia. «Se crea un evento con la participación de diferentes nódulos privados, que crean este espacio público, un espacio que habitualmente no existía o no estaba habitado ni se compartía», añade.
Los ejemplos son múltiples y en las fiestas mayores han adquirido nuevos formatos. En todos estos casos, «el espacio privado pasa a ser público. Normalmente balcones, ventanas o terrazas han sido lugares privados para ver o ser visto, pero con estas iniciativas, estos espacios pasan a ser espacio público desde donde los actores comparten una actividad y participan en ella», apunta Colombo.
Necesidad de ‘sentirse comunidad’
Colombo señala que la COVID-19 ha obligado a reinterpretar las fiestas y celebraciones y a crear nuevos eventos imaginativos, cuyo principal exponente es el fenómeno de los balcones. «Los encuentros colectivos, o las acciones espontáneas de una persona que sale a su balcón y canta el aria de una ópera o de un músico que desde su casa toca una pieza para sus vecinos: esto no existía, es fruto de una iniciativa individual y espontánea a la que ha dado lugar la unión comunitaria y que es la respuesta social a una necesidad latente».
Estas situaciones derivan de este aislamiento que se quiere superar para «sentirse comunidad».
La pandemia ha creado esta «aproximación y unión entre vecinos» sobre todo en las grandes ciudades, donde a menudo las personas que viven en la misma escalera no se conocen.
Estos eventos han surgido en torno al aplauso de las ocho de la tarde para expresar apoyo a los sanitarios. El aplauso se ha convertido en el motivo para que «todo el mundo salga al mismo lugar, en el mismo momento, lo cual ha generado ciertas iniciativas y actos que han ido evolucionando a lo largo de los meses», explica Colombo, que lo valora porque es un movimiento que ha tenido lugar en el ámbito fuera de internet, «una reacción inmediata ante una situación extrema».
La experta considera que esta experiencia dejará huella y que una de las consecuencias principales es que «hará entender a las personas que no todo tiene que ser siempre igual». El hecho de celebrar actos y festividades en los que la participación puede ser diversa, puede permitir la inclusión de colectivos que hasta ahora habían sido marginados, como personas con movilidad reducida, discapacitadas, dependientes o ancianas, que así pueden integrarse en la celebración y la fiesta de otra manera. Según Colombo, la pandemia ha demostrado que las innovaciones son posibles y que se pueden integrar una vez haya pasado la emergencia sanitaria.
Reuniones fuera de Internet
Más allá de la experiencia digital, Colombo destaca entre las consecuencias de la pandemia la generación de eventos para reunir personas en el espacio fuera de Internet. También considera importante este hecho porque «hay mucha gente que no está conectada y es una realidad que debemos tener en cuenta; en muchos barrios de Barcelona, por ejemplo, el porcentaje de capacidad tecnológica que tiene una familia es muy reducido».
Hay que tenerlo presente sobre todo si en los próximos meses hay riesgo de un segundo confinamiento. Ante esta posibilidad, Colombo cree que las administraciones deberían poder articular propuestas con más rapidez, en el sentido de que en el desconfinamiento ha sido más rápida la actuación para permitir el uso de las terrazas que para poder participar en eventos culturales.
«Un evento cultural es más difícil de controlar y es más fácil que se descontrole una agrupación social que un grupo de personas sentadas en un lugar; se ha tenido mucho miedo a que esto se descontrolara», subraya la experta. En este sentido, las administraciones también han establecido regulaciones específicas para la verbena de San Juan de este año.
Alba Colombo. Profesora de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC.
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