Cuando llega el verano, muchos padres se hacen la misma pregunta, ¿qué hacer con los más pequeños cuando están de vacaciones? En el periodo estival, los niños tienen por delante tes meses sin colegio, y tanto tiempo da para mucho.
En la mayoría de casos, esto supone un gran esfuerzo para los padres, que tienen que compatibilizar las vacaciones de los más pequeños con su actividad laboral. Las preguntas que surgen son, ¿qué actividades deberían hacer los niños durante el verano? ¿hay que continuar con las mismas rutinas en casa o pueden tener más libertad? ¿y qué ocurre con los deberes?
La oferta de actividades de verano destinadas a los más pequeños es cada vez más amplia: talleres, campamentos, estancias deportivas… y todas ellas son un gran recurso y suponen un descanso para los padres.
Cualquier actividad dirigida a los niños es una oportunidad inmejorable para que los más pequeños hagan nuevos amigos y tengan nuevas experiencias siempre que puedan hacer actvidades que les gusten y no lo vivan como algo que les genere ansiedad ni tengan la sensación de que los padres no quieren pasar tiempo con ellos.
Los abuelos y familiares, el recurso estrella
En los casos en los que es posible, el recurso estrella es contar con abuelos y familiares que mantengan el cuidado de los hijos cuando los padres no están presentes.
Los abuelos son una parte importantísima de la sociedad, ya que en muchos casos colaboran de manera relevante en la economía familiar, pero cuando llega el verano, son un recurso importantísimo con los pequeños si los padres trabajan.
¿Qué actividades deben hacer los más pequeños durante el verano?
El verano es una buena época para que los niños aprendan a responsabilizarse de las cosas que les rodean. Es, por tanto, importante que sean capaces de orgnzar sus tiempos y autorregularse.
No se trata de que estén sujetos a una rutina agobiante o tan ocupada como la que tienen durante el curso escolar, pero no deben perder esa idea de hábitos que interiorizan durante el resto del año
Así, tenemos que actividades como los campamentos y las actividades lúdicas donde se combinan momentos de ocio con actividades deportivas y clases más suaves que en el colegio son una opción inmejorable.
En muchos municipios existen escuelas de verano en donde los pequeños pueden realizar tareas entre las 9-10 de la mañana y las 13-14 horas, siempre con el carácter lúdico como componente principal.
El deporte es una tarea casi obligada, y como en los meses centrales del año las temperaturas pueden llegar a ser agobiantes, la natación se presenta como una actividad física y lúdica a potenciar en su tiempo libre indispensable en verano.
En cuanto a los deberes, es obvio que los pequeños deben continuar con su tarea lectiva, pero como comentamos, siempre de un modo más relajado. Los deberes no les deben ocupar más de 40 minutos al día. Es más conveniente que los niós disfruten del verano y consigan airearse.
La lectura es también fundamental. Lo es porque es una práctica que les ayuda a potenciar su imaginación, alcanzar un mayor grado de cultura y mantenerse entretenidos de un modo alejado de las nuevas tecnologías y los dispositivos móviles, que es adecuado usarlos con cierta cautela.
El verano es también un tiempo idóneo para devorar libros, pues existen menos ataduras en cuanto a la rutina diaria.
Los consejos para lograr la conciliación en los adultos
Muchos padres se sienten un poco frustrados porque el trabajo les impide pasar más tiempo con sus hijos. Para evitar esta sensación, la primera clave es no sentirse culpable, los pequeños pueden disfrutr del verano con intensidad y los adultos, intentar aprovechar al máximo el tiempo que pasan con ellos.
Para lograr una mejor conciliación, un segundo consejo es intentar planificar los horarios de trabajo durante esos meses, apostando por jornadas intensivas o reduciendo la carga laboral.
En cuanto a los más pequeños, y para que el tiempo que se pase con ellos sea lo más agradable posible, es imprescindible escuchar sus deseos para escoger una actividad u otra, de modo que ellos se sientan cómodos con su tiempo de ocio.
Por último, si se aburren en casa, no pasa nada. No es necesario que el tiempo que pasen en casa o durante las vacaciones esté siempre programado, aburrirse en ocasiones está bien, así esto le obliga a ellos a desarrollar su imaginación y evita que sientan agobio por una agenda tan cargada de actividades.
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