La ajetreada vida urbana de las últimas décadas ha traído como efecto indeseado que numerosos niños de nuestro país han perdido la posibilidad de relacionarse con el medio rural. Para contrarrestar este exceso de ciudad, podemos compensar en vacaciones con la granja escuela y dar la posibilidad a los niños de pasar un verano entre animales y plantas.
Algo habitual para un chico que vive en el pueblo, como ordeñar, puede parecer de ciencia ficción a uno urbano. No es extraño, por tanto, que ante la pregunta «¿de dónde vienen los huevos?», respondan con total inconsciencia: «del supermercado». Esta realidad, aunque nos esboza una sonrisa, debemos tratar de transformarla acercando a los niños al medio rural para que lo conozcan y aprendan a cuidar el medio ambiente.
Para muchos padres, la llegada del verano y el cierre de guarderías, jardines de infancia o de la escuela infantil, supone un auténtico quebradero de cabeza, especialmente si sus vacaciones no coinciden con la de sus hijos. Y la pregunta que surge podría resumirse en un grito desgarrador: «¿dónde los llevo?». Pero, si nos paramos un poco a pensar, el verano y el tiempo de ocio puede convertirse también en una auténtica escuela… mucho más divertida.
Con tanto tiempo de vacaciones, hay que ayudar a los hijos a que lo aprovechen, por ejemplo, planteándonos que acudan durante unos días a una granja escuela. Allí, a la vez que viven nuevas experiencias, se relacionarán con otros niños y niñas, amén de otras numerosas ventajas educativas: contacto con la naturaleza y con el medio rural, fomento de su autonomía, responsabilidad…
Un verano en la granja escuela
Las granjas escuela cuentan con una ventaja importante: pueden asistir niños pequeños. El tipo de actividades, con animales y plantas, llama más la atención -¡les fascina!- a edades inferiores que disfrutan de los lindo acariciando, por ejemplo, a unos gatitos de pocas semanas.
Si no duermen en la granja, pueden acudir de 3 años en adelante. Si van a pasar estancias más amplias, resulta conveniente que tengan ya 5 ó 6 años. En cualquier caso, habrá que cerciorarse de que disponen del equipo humano necesario (monitores e instalaciones) para poder atender a niños de esas edades, así como que cumplen las medidas reglamentarias de higiene y distanciamiento social que se están imponiendo debido a la crisis sanitaria por coronavirus.
‘Clases’ al aire libre: un recurso para el verano de la desescalada
En principio, las granjas están pensadas como una especie de clase al aire libre, una clase práctica. Muchos colegios llevan a lo largo del curso a sus alumnos más pequeños a pasar el día en una de esas granjas, ya que los niños recopilan en la granja un montón de experiencias que aplican a lo que están viendo a los libros. Así aprenden mucho más y disfrutan aprendiendo.
Durante las estancias más prolongadas en el verano, sin embargo, hay que olvidarse del proyecto escolar y ofrecer al niño otras actividades, que también deben ser educativas. En estas granjas, al igual que en los campamentos para chicos más mayores, no se trata de jugar durante el día sin orden ni concierto, sino de aprovechar el tiempo libre del verano. Practicar deportes, vivir de cerca la naturaleza, conocer ambientes a los que no se está habituado, entablar amistad con niños diferentes y monitores… enriquecen su formación.
Áreas en la granja escuela: educativas y de ocio
Las granjas desarrollan dos tipos de áreas, una educativa y otra de ocio. En la primera se lleva a cabo un programa por edades y por bloques temáticos, que ponen en contacto a los niños y a las niñas con el medio rural y natural. Se enseña al niño lo que es una granja, un producto de la tierra, las plantas que cultivan, un animal doméstico… y su relación con la vida cotidiana.
Así, los chicos trabajan en el huerto y descubren las hortalizas y verduras que en él se obtienen. Juegan con los animales en sus propios establos: vacas, caballos, ovejas, cerdos, conejos, gallinas, palomas patos, pavos, cervatillos, etc. También estudian el medio natural a través del suelo y la geología, el clima y el agua, la vegetación, la fauna y el impacto medioambiental del entorno circundante.
Otras actividades más de ocio se suelen realizar en estancias más largas: talleres de reciclaje, de expresión, de cerámica, de impresión, de construcción, de transformación de alimentos, de lana. Se intenta que estos talleres motiven a los niños para que luego, cuando vuelvan a casa, cojan un poco de arcilla y se pongan a modelar o que construyan sus propios juguetes. Se intenta transmitir una visión muy ecológica de los alimentos naturales y de cómo respetarlos. Se hacen bizcochos, mermeladas, queso y papel reciclado, entre otras cosas.
Consejos para llevar a los niños a una granja escuela
Estas granjas se encuentran preparadas para atender a niños muy pequeños, entre 3 y 4 años, sobre todo en estancias de un solo día, sin dormir. Si se quiere que acudan más de una semana, resulta conveniente que la edad mínima sea a partir de los 5-6 años, y dependiendo de su madurez.
– Antes de enviar a los pequeños a una granja escuela se deberá efectuar una visita con algunos días de antelación para comprobar las instalaciones, los servicios que se ofrecen, dónde van a dormir, cómo están cuidados los animales, cuál es el entorno, medidas sanitarias y de higiene, etc.
– En muchos casos, la sobreprotección de los padres es la causa principal de que al niño le cueste adaptarse a los campamentos y granjas escuela. Conviene evitar frases como: «Vas a estar tú solita, a ver cómo te portas», «¿a qué vas a echar de menos a papá?», para no transmitir miedos.
– Hemos de asegurarnos de que quien organice las actividades en la granja escuela tenga experiencia, conozca muy bien la zona y haya previsto todos los posibles incidentes: desde las heridas simples, como cortes, hasta alergias, intoxicaciones o accidentes más graves.
– Si es la primera vez que enviamos a los pequeños a una granja escuela hay que tener referencias de confianza, porque hay de todo en el mercado. Por eso, se puede preguntar a amigos, al colegio, etc.
Aunque lo estemos deseando, debemos procurar no acudir a la granja escuela salvo el día de visita que se tenga programado. Los chicos y chicas deben crecer en autonomía y por eso superar las situaciones sin la presencia de los padres es más positivo para su desarrollo. Cuando descubren que pueden valerse por sí mismos, ganan seguridad en sí mismos.
Marisol Nuevo Espín
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