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Publicidad de comida basura y obesidad vuelven a relacionarse en este estudio

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La publicidad de comida basura guarda una relación directa con la obesidad.

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La obesidad es uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la sociedad actual. De ella se dice que es la gran epidemia del S.XXI, en especial en el caso de las generaciones más jóvenes. Parte de la culpa la tiene la comida basura, menús con un alto contenido calórico, más sabrosas y con una gran publicidad que las hace atractivas al ojo de los menores.

Por si quedasen dudas sobre cómo influye la publicidad en el comportamiento de los más pequeños, un nuevo estudio realizado por Cancer Research UK y que ha sido publicado en el Congreso Europeo de Obesidad vuelve a vincular la exposición a estos anuncios con un mayor consumo de comida basura.

Publicidad y obesidad

Un total de 3.300 jóvenes de entre 11 y 19 años participaron en este estudio realizado en Reino Unido. Por un lado, los investigadores preguntaron por la cantidad de publicidad de comida basura que visualizaban a lo largo del día, por el otro el número de estos alimentos que ingerían en cada jornada. El objetivo era establecer un vínculo entre las calorías y los anuncios a los que se exponían.

La media establecida fue de 6 anuncios por niño. Aquellos jóvenes que veían un spot de más, consumieron unas 350 calorías adicionales a la semana en forma de alimentos con alto contenido de sal, azúcar y grasa. Las cifras anuales quedaban 18.000 calorías adicionales.

Unos hechos que se tradujeron en el aumento del riesgo de obesidad y otros problemas. Tal y como explica Jyotsna Vohra, jefe del Centro de Investigación sobre Políticas del Cáncer en Cancer Research UK, la publicidad de comida basura se relaciona con al menos 13 tipos de cáncer.

Hacer más atractiva la comida sana

Ya que el consumo de comida basura se relaciona con la publicidad que la hace atractiva y con un aspecto más sabroso, ¿por qué no repetir esta técnica con los alimentos que se entienden como sanos? Desde la Universidad de Chicago se destacan los beneficios de mejorar la imagen que tienen estos menús con una fuerte presencia de estos productos.

Por un lado, a un grupo de niños se les ofrecieron unas «nuevas galletas deliciosas», por el otro un alimento «saludable». Los investigadores detectaron que los menores se decantaron más por los primeros artículos gracias a los adjetivos que acompañaban a la pala «galleta». Por el contrario, el calificativo «sano» se suele relacionar con algo poco sabroso, la clave está en presentarlos como algo totalmente distinto.

Damián Montero

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