La mayor parte de los problemas físicos y de salud derivados de la actitud consumista están relacionados con la alimentación. Cuando se consumen de forma habitual, las grasas y aceites vegetales (de coco y palma) se convierten en un serio problema. A este tipo de comidas en expansión hay que añadirles el exceso de azúcares a base de bollos y gominolas. Así pues, la primera consecuencia física es la mala alimentación traducida en obesidad.
Los establecimientos de comida rápida: hamburgueserías, pizzerías, etc., se extienden como la pólvora. Son un negocio boyante en todos los países industrializados. Un dato muy significativo: cada día se abren en el mundo «8 restaurantes McDonald’s».
En países como EE.UU, el 22% de la población ya es considerada obesa desde el punto de vista clínico. En Europa, no se llega a esta proporción pero la tendencia también es aumentar (al menos uno de cada diez niños españoles es obeso).
La anorexia y la bulimia
Cuando a la mala alimentación se une la obsesión por la imagen de moda, hacen su aparición otros dos de los problemas físicos (y psicológicos) derivados del consumismo: la anorexia y la bulimia. Es difícil estimar la prevalencia de estos trastornos, sin embargo la mayor parte de las investigaciones publicadas recientemente coincide en que el número de casos ha aumentado mucho en los últimos 50 años. En EE UU, la anorexia nerviosa supone ya la tercera enfermedad crónica mas frecuente entre mujeres adolescentes, después de la obesidad y el asma y la letalidad de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) es la más alta entre las detectadas por trastornos psiquiatricos.
Según los datos hechos públicos en enero de 2019, alrededor de 400.000 personas padecen en España algún trastorno de la conducta alimentaria (TCA), de los que 300.000 son chicos y chicas de entre 12 y 24 años, siendo la tercera causa de enfermedad crónica en la adolescencia, según datos de la Fundación Fita y de la Asociación Española para el Estudio de los Trastornos de la Conducta Alimentaria. Los TCA los sufre en mayor medida la población femenina (90 por ciento), aunque cuanto menor es la edad del paciente mayor es el número de hombres con estos trastornos (antes de la pubertad la proporción es de seis chicas por cada cuatro chicos).
La anorexia nerviosa y bulimia son los TCA más frecuentes en la adolescencia, mientras que la prevalencia de los trastornos por atracón es superior en edades adultas y en varones.
Colores en publicidad
La publicidad utiliza técnicas de condicionamiento psicológico cada vez más depuradas y perfeccionadas. Por ejemplo, los colores: hoy sabemos que los colores influyen de diferentes maneras en el estado anímico de las personas y pueden condicionar sus decisiones. Sabemos que el color rojo, por ejemplo, aumenta las pulsaciones y el azul, sin embargo, las reduce. El rojo se relaciona básicamente con lo físico, con el cuerpo y los instintos primarios. El azul con la tranquilidad y el intelecto, el verde con el equilibrio y lo natural y el amarillo, por ejemplo, con la espontaneidad.
Así por ejemplo, un detergente no puede venderse en un recipiente fundamentalmente rojo, porque la gente inconscientemente puede interpretar que va a ser demasiado agresivo para la ropa. Pero tampoco puede ser fundamentalmente azul, porque puede parecer poco eficaz y enérgico contra las manchas. Solución : poner los dos colores. Y así sucede.
Los restaurantes de comida rápida no pueden coger como color predominante el azul, porque entonces la gente se relajaría, se pondría a charlar tranquilamente y no dejarían las mesas libres. Así pues, siempre utilizan como color predominante el rojo o el naranja con amarillos y lo ponen por todas partes.
Marina Berrio
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