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Obligar a los niños a probar nuevos platos puede tener serias consecuencias, según un estudio

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Forzar a probar nuevos sabores es una mala idea.

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Muchos son los sabores que hay en el mundo y una gran cantidad de platos esperan a ser degustados. La gastronomía es uno de esos placeres que puede disfrutarse en familia y compartir grandes momentos entre todos al conocer este festival para las papilas gustativas. Sin embargo, enfrentarse a esta actividad puede resultar algo chocante para los más pequeños de la casa.

Un nuevo plato puede causar rechazo por parte de los más pequeños ya sea por los ingredientes que lo componen, su presentación o simplemente porque la personalidad del niño no es tan atrevida como para vivir esta experiencia. ¿Deben los padres forzar a sus hijos a probar estos sabores, o simplemente invitarlos a este placer? Un nuevo estudio realizado por la Universidad de Michigan advierte a los padres del peligro de forzar a los más pequeños a probarlos.

Probar nuevos platos sí, pero sin ejercer presión

Tras analizar 244 niños entre los 21 y los 33 meses los investigadores encontraron que aquellas familias que habían obligado a sus hijos a probar nuevas comidas no habían tenido éxito a la hora de cambiar los hábitos alimenticios de los mismos. Tal y como indican los responsables de este estudio la presión no es un buen mecanismo para cambiar ningún hábito en las personas.

Los niños que rechazan una comida aumentan todavía más su repudio ante este plato en cuestión. Si bien hay que ofrecer a los hijos la oportunidad de probar nuevos sabores, la presión no es un buen mecanismo para cambiar los hábitos alimenticios de los niños. Julie Lumeng, miembro del equipo encargado de realizar esta investigación, indica que al igual que en un niño tímido, forzarlo a relacionarse con otras personas, en el caso de los nuevos sabores tendrá un resultado parecido.

Lumeng sugiere que la presión de los padres para probar nuevos sabores se ve como un intento de control por parte de los padres. De ahí el rechazo ante una imposición, incluso pueden aparecer problemas en los mecanismos de ingesta de comida llegando incluso a cerrarse el esófago o provocándose el vómito al recibir la cucharada de dicho plato.

¿La alternativa? Los responsables del estudio sugieren el diálogo, la presentación de estos platos como algo beneficioso y atractivo en lugar de una obligación para los más pequeños de la casa. Tampoco hay que recurrir a la negociación y ofrecer un postre sabroso a cambio de comer el plato en cuestión.

Motivar para probar nuevos sabores

Como se ha dicho siempre es mejor la motivación que la imposición. La misión de los padres será la de presentar estos alimentos nuevos como algo atractivo y nunca como una obligación para los más pequeños:

– Predicar con el ejemplo. Los hijos siempre toman nota de lo que hacen sus padres. Si no ven que éstos comen verduras, frutas o el plato que deben probar, su rechazo crecerá todavía más.

– Explicar los beneficios que tienen para la salud. ¿A quién no le gusta estar sano y en buena forma? Hacer saber a los más pequeños que las frutas y verduras les reportará grandes beneficios para la salud los motivará para seguir disfrutando de estos alimentos.

– Compartir la cocina. Otro buen mecanismo para que los más pequeños prueben nuevos platos es hacerlos participar en el proceso de preparación para motivarlos a probar aquello que ellos mismos han cocinado junto a sus padres.

– Evitar los castigos. Castigar por no comer verduras o frutas es una mala idea ya que causará un mayor rechazo ante este hecho que puede causar en él una mala experiencia.

Damián Montero

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