La adolescencia se caracteriza por una serie de cambios morfológicos y psicológicos, ampliamente descritos en los tratados de psicología. Desde el punto de vista nutricional, interesa resaltarlo como un período de crecimiento acelerado y, en consecuencia, un momento en el que las necesidades nutricionales son máximas.
Una buena manera de saber si un adolescente está cubriendo sus necesidades nutricionales consiste en averiguar si presenta una tasa de crecimiento suficiente. Existe una relación directa entre el máximo crecimiento y la secuencia del desarrollo sexual, por lo que es útil considerar el estado de maduración de un adolescente para determinar correctamente sus necesidades nutricionales.
Necesidades específicas de alimentación en la adolescencia
El inicio de la adolescencia difiere; las niñas suelen alcanzarla entre los 11 y 14 años, mientras que los niños lo hacen de los 13 a los 15.
En esta etapa requieren:
– Un incremento de las necesidades energéticas, con una alimentación variada y abundante.
– Aumentar el calcio y el fósforo, de los 800 mg/día en la infancia a los 1.200 mg/día.
– Incrementar el hierro, especialmente en las mujeres por la iniciación de la menstruación, incluyendo suficiente cantidad de alimentos ricos en este: carnes, hígado y cereales enriquecidos. Debido al efecto beneficioso de la vitamina C sobre la absorción del hierro también es recomendable tomarlos con zumos de cítricos.
– Tanto en varones como en mujeres debe existir suficiente cantidad de proteínas, vitamina A, riboflavina y ácido ascórbico.
– Las necesidades energéticas de la mujer adolescente son, por término general, de unas 2.400 Kcal. /día, mientras que en el varón adolescente se llega a las 3.000 Kcal. /día. Aumentan con una práctica deportiva intensa, en función del grado de corpulencia o la actividad física del adolescente.
La adolescencia es una edad conflictiva para la alimentación
Los adolescentes son uno de los grupos de población que presenta una mayor problemática desde el punto de vista de su alimentación. Se trata de una edad en la que aparecen manías, fobias, complejos y problemas emocionales que repercuten intensamente en su alimentación.
Las adolescentes suelen restringir, cuando no eliminar drásticamente, los alimentos con un elevado aporte calórico. Llama la atención que se sustituyen alimentos fundamentales como la leche, las legumbres o el pan, por refrescos y golosinas. Así, no se consigue la deseada reducción calórica y sí se produce una deficiencia de minerales y vitaminas esenciales.
Normas dietéticas en la adolescencia
1. Seguir una dieta equilibrada, variada y saludable:
– Aporte adecuado de calcio (leche y derivados). Conviene insistir en el clásico tazón de leche matinal, que está desapareciendo por «falta de tiempo» o reemplazado por cualquier batido comercial.
– Aporte adecuado de proteínas. Consumo frecuente de huevos, carne y pescado.
– Ingesta diaria de frutas y verduras frescas. Hoy en día, la fruta se sustituye por dulces o derivados lácteos, debido a la comodidad que presenta su consumo, ya que lo que cuesta es pelarla. También es frecuente que digan que no les gusta la verdura, al asociarla con las acelgas cocidas y poco más. Son muchos los que se sorprenden al comer por primera vez platos como la menestra o los revueltos con espárragos y comienzan a salir de la monodieta basada en la pasta y los bocatas.
– Ingesta diaria de cereales y féculas, sin abusar de su preparación en fritura.
– El agua como bebida principal y por encima del litro y medio, o dos litros.
2. Evitar y/o moderar el consumo de los siguientes alimentos:
– Alimentos muy grasos y azucarados, como los pasteles o la bollería industrial.
– Alimentos fritos, precocinados, salsas y comidas rápidas, mayonesas, mostazas, hamburguesas, pizzas, etc.
– Refrescos azucarados.
En cualquier caso, es importante resaltar que las adolescentes de 12 a 14 años tienen unas necesidades energéticas superiores a las de la madre, mientras que las de los adolescentes varones de 16 años, son ya superiores a las de su padre. Lógicamente, esta mayor demanda de energía se traducirá en unas raciones más abundantes.
Obesidad durante la adolescencia
En el período de la adolescencia, al igual que ocurre en otras etapas de la vida, hay chicos y chicas que toman más calorías de las que su cuerpo precisa. Este exceso calórico se acumula en forma de grasa, originándose un peso de más con relación a su talla y edad.
Sin embargo, las situaciones de obesidad entre adolescentes suelen ser más preocupantes por dos razones: en primer lugar, el adolescente experimenta una sensación de inferioridad o de rechazo con respecto al resto del grupo de amigos; por otro lado, de no resolverse el problema, es posible que el adolescente obeso acabe convirtiéndose en un adulto obeso.
En la mayoría de los casos, la obesidad es consecuencia de un desequilibrio en el balance energético, es decir, más entrada de energía que salida. A esta situación se llega cuando hay:
– Una ingesta excesiva en las raciones de comida.
– Una ingesta desordenada de alimentos, donde predomina la comida rápida, los refrescos y la bollería industrial.
– Falta de actividad física.
Lo más frecuente es que la obesidad se deba a una combinación de los anteriores factores. En cualquier caso, plantea un grave problema para su adaptación social y emotividad, al igual que para su futura salud.
El tratamiento de la obesidad adolescente es perfectamente posible y suele tener un altísimo porcentaje de éxito. Aunque cada caso es distinto, conviene recordar unos consejos para ponerlos en práctica:
– El adolescente obeso debe de ser tratado por un especialista. No valen las dietas o pseudo-dietas vistas online o las utilizadas por otros amigos.
– La familia debe estar implicada en el tratamiento y supone, en ocasiones, facilitar la dieta del adolescente «solidarizándonos» con su alimentación. Resulta muy difícil tomarse una «verdurita», cuando tu hermano está al lado con huevos y patatas fritas.
– Estar a dieta no siempre es sinónimo de tomar pescado cocido, acelgas hervidas y pechuga de pollo a la plancha. Hacer una dieta variada y apetitosa, aunque pierda peso más lentamente.
– La actividad deportiva debe ser regular y adecuada al estado físico de partida. Los pequeños progresos en la agilidad o resistencia físicas suelen ser muy motivadores, reforzando la autoestima y la perseverancia en la dieta.
Alcohol y drogas en la adolescencia
Independientemente de los efectos adversos que el consumo del alcohol tiene para la salud del adolescente, no podemos olvidar que un gramo de alcohol proporciona 7 kilocalorías.
Además, su consumo habitual puede originar:
– Carencia de proteínas y vitaminas, con el consiguiente retraso en el crecimiento del adolescente.
– Disminución del apetito.
– Disminución del grado de absorción y utilización de determinados nutrientes, como puede ser el caso del zinc.
– Problemas de enfermedad hepática.
Cuando el consumo habitual de bebidas alcohólicas se acompaña de un consumo de drogas, se presentan efectos sinérgicos. Los adolescentes con problemas de drogodependencia suelen sentir una gran apetencia por los alimentos ricos en hidratos de carbono, por lo que tienden a consumir: pasteles, dulces, bocadillos, patatas fritas, chocolate, etc. Esto no hace sino complicar aún más los problemas nutricionales. El efecto de esta combinación tan explosiva puede llegar a la desnutrición y las enfermedades hepáticas graves.
Pedro J. Toranzos. Farmacéutico y Nutricionista
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