MADRID, 21 Septiembre
Actualmente hay en España unos 700.000 niños menores de 15 años con asma que necesitan un control continuado de la enfermedad a fin de evitar un agravamiento y la aparición de crisis, de ahí que los alergólogos recomienden a los padres que informen debidamente en los colegios de la enfermedad de sus hijos.
Así lo ha asegurado el doctor Ángel López-Silvarrey, uno de los directores de la guía ‘El asma en la infancia y la adolescencia’ elaborado por la Fundación BBVA y la Fundación María José Jove para ofrecer información a familias y centros escolares sobre el manejo del asma en niños y adolescentes.
Precisamente ambas entidades realizaron en 2010 un estudio entre profesores que mostraba que hasta un 54 por ciento admitía no saber cuántos de sus alumnos tenían asma.
«La responsabilidad de este desconocimiento es de todos», ha aclarado el doctor López-Silvarrey, tanto de los padres como de los propios médicos, a quienes también anima a iniciar este «proceso informativo» dándole a los padres un informe sobre el estado de la enfermedad de su hijo un plan de manejo individualizado para que lo lleven a su centro escolar.
Como bien relatan los autores de la guía, dar a conocer la enfermedad en el entorno educativo permite mejorar la ayuda en caso de que los menores presenten síntomas en el ámbito escolar, donde pasan el 30 por ciento de su tiempo.
Por ello, proponen informar al director del centro, al tutor del niño y al profesor de Educación Física, ya que es la persona que con más probabilidad puede presenciar los síntomas dada la actividad física y deportiva que va a dirigir.
Además, consideran que también resultaría positivo informar al resto de compañeros de clase, ya que «puede facilitar la integración del niño y ayudar al resto de niños a saber por qué puede presentar tos, ha de usar un inhalador o su rendimiento disminuye en ocasiones.
De igual modo, apuntan los expertos, los compañeros pueden animarle incluso a tomar la medicación preventiva al ver que tiene síntomas y, en caso de ser importantes, auxiliarle buscando ayuda en el botiquín o llamando la atención de su profesor.
MÁS FORMACIÓN PARA LOS PROFESORES
Otro de los temas a tener en cuenta en el ámbito educativo es la formación de los propios profesores, ya que el estudio realizado en 2010 reveló también que hasta un 93 por ciento de los profesores encuestados admitían que sus conocimientos sobre el asma no eran suficientes y deseaban tener más información.
El doctor López-Silvarrey no cree que este porcentaje haya variado mucho después de dos años y ahora los profesores estén más informados, de ahí que reclame más programas de formación en el ámbito educativo. «El profesor está encantado de que vayan a enseñarle», ha añadido el doctor Javier Korta, alergólogo y codirector de la guía, que insiste en que los planes de formación deben ser continuadas en el tiempo «si se quiere ser eficaz».
De hecho, en la guía proponen que la formación se integre dentro de los programas de formación del profesorado e incluso que forme parte del currículum del pregrado, sobre todo en el profesorado de Educación Física.
Además, la guía destaca algunas recomendaciones para evitar factores desencadenantes del agravamiento del asma, tales como eliminar el polvo de tiza y las alfombras, limpiar con productos sin amoniaco y no cortar el césped mientras los niños estén en clase.
Por otro lado, propone que si hay algún niño con asma en el centro se debe contar con medicación de alivio, preferentemente salbutamol en aerosol, por si el niño la olvida en casa. Asimismo, el botiquín también ha de contar con un dispositivo de inhalación en polvo seco, si bien advierten de que «en las crisis importantes pueden ser menos efectivos» dado el esfuerzo respiratorio que ha de hacer el menor para que la medicación llegue al interior de las vías respiratorias.