El conocimiento hace que las personas sean capaces de tomar decisiones por sí mismas. Sin embargo, hay casos en los que tener la información no modifica las actitudes de las personas: según un estudio, conocer la información calórica de la comida de los restaurantes no modifica los hábitos de consumo a largo plazo.
Es decir, saber que una hamburguesa de una cadena de comida rápida es una ‘bomba calórica’ porque lees la cantidad de calorías que tiene no modifica los hábitos de consumo, según dicho estudio publicado en la revista Health Affairs y del que se han hecho eco en Scientific American.
Estudio sobre calorías en comida
El estudio, elaborado por Brien Elbel, del Centro Médico Langone y la Escuela Wagner de Servicio Público de Nueva York, comprobó cómo los ciudadanos de esta ciudad que utilizaron la información nutricional de los menús de comida rápida durante varios años no cambiaron la cantidad o la frecuencia con la que comían en restaurantes de ese tipo.
Al respecto, Elbel explica que aunque es obvio que hay un «subgrupo de personas que lee y utiliza esa información (nutricional)» lo que ha encontrado su equipo de científicos es queno se pueden apreciar diferencias significativas en las conductas de las personas si tienen o no esta información calórica, que aparece por obligación (desde 2008) en todos los restaurantes de Nueva York con más de 15 sucursales.
Para elaborar su trabajo, los investigadores entrevistaron a casi 8.000 personas que comían en restaurantes de comida rápida de Nueva York o Nueva Jersey en 2008 y en el período 2013-2014. Asimismo, analizaron las recetas de los menús de las principales cadenas de comida rápida de la ciudad: Burger King, KFC, McDonald’s y Wendy’s.
Información nutricional en los restaurantes
Con la implementación de la política relativa a la información nutricional en las cartas de los restaurantes de Nueva York en 2008, el porcentaje de personas que leyó la información nutricional y la utilizó para reducir el consumo de calorías aumentó en un primer momento pero, cinco años después, el efecto se redujo.
Asimismo, desde el inicio hasta el final del estudio los autores no hallaron grandes diferencias en el contenido nutricional de la comida que consumían los comensales de Nueva Jersey o Nueva York, ni en la frecuencia del consumo en esos restaurantes de comida rápida.
Un ejemplo para entender esto: antes de la implementación de la política de etiquetado nutricional, el estudio dice que los neoyorquinos consumían unas 796 calorías cada vez que comían en un restaurante de comida rápida. En el período 2013-2014, los habitantes de esta misma ciudad consumían 803 calorías.
Los datos de este estudio vienen a decir que las políticas que obligan a los restaurantes a informar sobre las calorías de los alimentos que venden no son efectivas en tanto que no consiguen reducir que las personas sigan ingiriendo esta clase de comidas.
Al respecto, desde Scientific American han preguntado a Brenna Ellison, del Departamento de Agricultura y Economía del Consumidor de la Universdad de Illinois, para quien no son sorprendentes las conclusiones del estudio. Ahora bien, este experto limita estos datos; según él, las investigaciones sobre el etiquetado de los menús son limitadas porque no describen qué hacen los consumidores durante el resto del día. Es decir, podría ser, por poner un supuesto, que esta información nutricional no haya hecho que la gente coma menos comida rápida, pero sí que hagan más ejercicio para compensar la ingesta. Algo que no se sabe con este informe.
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