MADRID, 11 Febrero, 2013
En la última década se ha registrado un aumento de alergias alimentarias «graves» en los adolescentes, especialmente por las frutas, según ha asegurado el presidente de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, José María Olaguibel.
«En los últimos cinco o diez años se ha producido un incremento de las alergias graves en adultos jóvenes que, de repente, han comenzado a tener crisis graves sufriendo anafilaxia y necesitando hospitalización. Esto se debe a que hay alergenos muy potentes, especialmente presentes en las frutas, que se potencian aún más en los procesos de maduración industrial provocando que aumenten el número de casos de alergia», ha comentado Olaguibel.
Ahora bien, según ha reconocido, a pesar de que el número de consultas por estas alergias están aumentando todavía no existen datos «precisos» que confirmen esta hipótesis. No obstante, ha asegurado que, al contrario que la rinitis alérgica, la alergia a los alimentos suele desaparecer con el paso de los años.
Por ello, el presidente de la SEAIC ha recomendado a todas las personas alérgicas que acudan a centros especializados para que les realicen un diagnóstico «específico» –molecular– para conocer el pronóstico personalizado y si tienen posibilidades de padecer algún episodio grave.
Muchos pacientes que tienen alergia a alimentos también padecen la padecen a otros alergenos, como el polen. En este sentido, el doctor ha advertido que los pacientes y, especialmente, los médicos de Atención Primaria no suelen conocer cuáles son los síntomas específicos de la rinitis alérgica por lo que lo suelen confundir con un resfriado, según este experto.
El principal problema que existe es que la aparición de este tipo de alergia se suele asociar a los meses primaverales, desconociendo así que a mediados del mes de enero y de febrero algunos árboles, especialmente los cipreses, comienzan a polinizar provocando la aparición de rinitis alérgicas que producen, a simple vista, síntomas parecidos a los de un mero resfriado.
Sin embargo, según ha explicado Olaguibel, existen claras diferencias que distinguen un constipado de un episodio alergénico. «La alergia no produce fiebre, el picor de nariz y el estornudo son más intensos y, en el caso del polen, hay una mayor afectación en los ojos. Además, en los catarros predomina la congestión y la mucosidad espesa, mientras que en el caso de la alergia el moco es más acuoso», ha explicado el experto.
En este sentido, la Sociedad Española de Inmunología Clínica y Alergia Pediátrica (SEICAP) ha alertado también sobre este hecho, asegurando que, como consecuencia de ello, la mayor parte de los niños con rinitis alérgica no están tratados.
De hecho, actualmente, entre el 15 y el 25 por ciento de los españoles sufren algún tipo de alergia y, concretamente, el 9 por ciento de los niños menores de 5 años la padecen, dato que se eleva hasta entre el 20 por ciento y el 30 por ciento de los que tienen entre 13 y 15 años. Las zonas más afectadas son el centro y el sur de la Península, siendo el norte donde menos casos se producen.
«Entre los profesionales sanitarios la información sobre estas alergias es muy escasa», ha avisado Olaguibel. En este sentido, el miembro del grupo de trabajo de Alergia Respiratoria de SEICAP, Jesús Garde, ha informado de que el periodo máximo de catarro es de «15 días», por lo que si dura más de cuatro semanas es cuando existe una rinitis alérgica.
Por todo ello, el presidente de la SEAIC ha abogado por introducir en las facultades de Medicina una asignatura concreta sobre las alergias con el fin de aumentar los conocimientos y, por tanto, mejorar la prevención y el diagnóstico. No obstante, ha informado de que ya están en contacto con algunas universidades para introducir en las aulas este temario.
En relación a los diferentes tratamientos, Olaguibel ha señalado que existen dos tipos: los sintomáticos y las vacunas. El primero de ellos se basa en el suministro de antihistamínicos que, aunque no modifican el proceso, consiguen paliar los síntomas. Además, según ha asegurado, estos tratamientos son cada vez «más eficaces» y producen «menos» efectos secundarios.
Sin embargo, en los casos en los que hay un nivel de afectación más grave es necesario la vacunación. «El problema de la rinitis alérgica es que dura tres meses y afecta a toda la vida diaria del paciente, provocando una pérdida de la capacidad de concentración y un descenso en la productividad laboral o escolar. En estos casos es en los que son necesarios realizar tratamientos más intensos con productos biológicos o vacunas antialérgicas», ha zanjado.