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Ahogamientos, segunda causa de muerte accidental en niños

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El verano no sería lo mismo sin las horas en las playas y la piscina jugando y pasándolo bien. Para que nada estropee unas vacaciones que pueden ser perfectas, es mejor seguir precauciones para evitar los ahogamientos, que son la segunda causa de muerte accidental (después de los accidentes de tráfico) en niños.

El problema no es pequeño. Según alertan desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2011 se estima que murieron más de 359.000 personas ahogadas, «lo que hace de ello un gran problema de salud pública en todo el mundo», aseguran.

En lo poco que llevamos de verano, ya han muerto en España varios niños, lo que nos alerta sobre la importancia y la gravedad de estos hechos. Extremar las medidas de seguridad, conocer qué hacer en caso de ahogamiento y, por supuesto, educar bien a nuestros hijos para que no hagan «tonterías» de más cuando estén en el agua es esencial.

«La vigilancia adecuada de cualquier niño que esté cerca o dentro de piscinas, lagos, bañeras, etc., la presencia de socorristas y que los niños aprendan a nadar a partir de los 4 años de edad son fundamentales» para evitar los ahogamientos en niños, tal y como recuerdan desde la Asociación Española de Pediatría en Atención Primaria.

Normativa de Seguridad en piscinas

El gran riesgo de los ahogamientos hace que no sólo los padres tengamos que prestar mucha atención cuando vayamos a la playa o la piscina, sino que en España haya también una normativa vigente que establece criterios técnico-sanitarios necesarios para las piscinas de uso público.

Sin embargo, no es en las piscinas públicas donde se producen la mayoría de los ahogamientos, sino en las familiares o de comunidades de vecinos, que están exentas de cumplir normativas de seguridad. En este sentido, los pediatras piden a las familias que extremen la seguridad cuando vayan a piscinas, aunque éstas sean unifamiliares. Por ello, se recomienda:

–  Pon una cerca o valla de seguridad que tenga un mínimo de 1,2 metros de altura alrededor de toda la piscina, así como una puerta de cierre automático cuya cerradura esté fuera del alcance de tu hijo.

–  Considera la posibilidad de instalar una alarma de piscina o una cubierta protectora, pero sé consciente de que estos dispositivos no sustituyen la cerca de seguridad ni la supervisión por parte de un adulto.

–  Saca todos los juguetes de la piscina cuando los niños dejen de nadar para impedir que intenten recuperarlos cuando no estén bajo la supervisión de un adulto.

–  Los dispositivos inflables para flotar en el agua, como los salvavidas, los flotadores, las balsas y los tubos flotadores pueden proporcionar una falsa sensación de seguridad en la piscina y no son eficaces para proteger a un niño del ahogamiento. No los utilices nunca como sustitutos de la supervisión constante por parte de un adulto.

–  Cuando utilices piscinas inflables, vacíalas completamente del agua que contengan en cuanto deje de utilizarlas.

–  Retira escaleras de acceso a las piscinas que son más altas que la superficie del suelo cuando dejes de utilizarlas.

–  Si dejas a tu hijo con otro cuidador, asegúrate de que conoce todas las normas relacionadas con el uso seguro de la piscina.

Las posibilidades de ahogamientos de niños y adultos 

La edad es uno de los principales factores de riesgo, tal y como explican desde la OMS, que añaden los lapsos te tiempo en los que los niños no están bien supervisados mientras están en las piscinas pueden ser determinantes. «Los menores de 5 años suelen presentar los mayores índices de mortalidad por ahogamiento en todo el mundo, con la única excepción del Canadá y Nueva Zelandia, donde la tasa más alta se da en los varones adultos», comentan al respecto.

Asimismo, el sexo parece también tener algo que ver: los varones tienen un índice de mortalidad que duplica el de las mujeres, lo que hace que estén especialmente expuestos al riesgo de ahogamiento. También tienen más riesgos que las mujeres de ser hospitalizados por ahogamientos no mortales. «Los estudios indican que ello se debe a una mayor exposición al agua y a prácticas más arriesgadas, como los baños en solitario», explican desde la OMS.

Ángela R. Bonachera

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