La carne es el primer alimento de origen animal que probará tu bebé al introducir en su dieta la alimentación complementaria a partir de los 6 o 7 meses. Desde el punto de vista nutricional, las carnes tienen propiedades muy saludables para favorecer el crecimiento de los niños, estimular sus defensas, la regeneración de tejidos y el sistema nervioso.
La carne de vacuno forma parte de la tercera etapa en la introducción de alimentos, después de que el bebé haya aceptado sin problema los cereales, en primer lugar, y luego las verduras y las frutas. Por tanto, su incorporación debe ser suave y paulatina para observar una buena tolerancia.
Al principio, se puede comenzar introduciendo las carnes trituradas en el puré de verduras y, cuando ya esté acostumbrado al nuevo sabor y pueda masticarla, se puede ofrecer al niño la carne picada o cortada en trocitos pequeños.
En cuanto a su consumo, la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (Sepeap) afirma que «la ingesta de carne es necesaria para el desarrollo del niño. Por sus características nutricionales, la carne forma parte de un grupo de alimentos en el que se intercambia y complementa con los huevos y el pescado. Los alimentos de este grupo deben consumirse dos veces al día dentro de una dieta variada. Por tanto, la carne debería consumirse entre 5 y 8 veces a la semana».
Ventajas del consumo de carne para los niños
Una de las principales ventajas que ofrece la carne de ternera para los niños es el sabor. Este alimento ofrece una gran variedad de presentaciones y sabores dentro de una dieta saludable. A la plancha, al horno o guisada resulta exquisita para el paladar infantil.
Otro beneficio importante de incluir la carne en la dieta de los niños es el aporte de proteínas. Son imprescindibles para el desarrollo en la infancia porque estimulan la creación de la hormona del crecimiento y su función principal es la construcción de masa muscular, lo que permitirá al niño un correcto desarrollo psicomotriz.
Además, la carne ayuda a fortalecer el sistema inmunitario frente a virus y bacterias, ya que sus células (anticuerpos e inmunoglobinas) están formadas por proteínas, tiene una importante función energética, ya que el organismo utiliza las proteínas como reserva de energía después de los hidratos de carbono y las grasas, y no podemos olvidar su función transportadora, pues son las responsables del transporte de grasas y oxígeno.
El aporte de vitaminas y minerales de la carne es también esencial. Contiene importantes concentraciones de minerales como el hierro para evitar la anemia, zinc, fósforo, yodo, magnesio, y otros aminoácidos esenciales como la sarcosina y la alanina.
Entre las vitaminas que contiene destacan las vitaminas del grupo B, sobre todo, la B3 que transforma la energía y regula el sistema circulatorio al dotar de elasticidad los vasos sanguíneos y la B12, esencial para la formación de glóbulos rojos y para el correcto funcionamiento del sistema nervioso e inmunitario.
Ideal para prevenir la obesidad infantil
No llevar una alimentación sana, saludable,variada y equilibrada, es una de las causas responsables del aumento de la obesidad infantil, un problema de salud en muchos países desarrollados con consecuencias en la edad adulta, donde el consumo de carne ayuda a contribuir al control de peso durante la infancia, ya que se trata de un alimento fresco que ofrece innumerables preparaciones culinarias sanas y sabrosas.
Pero, ¿a qué edad se recomienda comenzar a introducir la carne? La Asociación Española de Pediatría (AEP) recomienda comenzar a partir de los seis meses, y siempre trituradas y mezcladas en el puré de verduras o acompañadas de legumbres.
En el primer año, la ingesta proteica recomendada es de 2 gramos por kilo de peso y día. A partir del primer año se reduce a 1 gramo por kilo de peso y día, y así hasta la edad adulta cuando solo es necesario 0,8 gramos por kilo de peso y día.
En la práctica, para crecer sanos y fuertes, los niños necesitan una dieta variada, ordenada y en las cantidades justas para prevenir la obesidad. Jugar con el sabor, las texturas y las presentaciones es la mejor opción para hacer de las comidas infantiles un placer para su paladar y su salud.
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