En época de sequía, el agua es uno de los bienes más preciados y, aun así, todavía hay ocasiones en las que no se tienen en cuenta todos los beneficios que el agua tiene en nuestra dieta.
No es preciso ser especialista en nutrición para tener constancia del papel fundamental que el agua juega en nuestra alimentación. Todos sabemos que el agua es esencial para el cuerpo humano y que sin ella la vida no es posible.
Quizás sea preciso recordar que forma parte de todos los tejidos corporales, que interviene en los procesos fisiológicos de la digestión, absorción y eliminación de deshechos metabólicos.
También, actúa como medio de transporte de nutrientes y de todas las sustancias corporales; y, además, en las épocas de calor la evaporación del sudor enfría el cuerpo y tiene acción directa en la conservación de la temperatura corporal.
Artículo relacionado:
– Hidratación en verano: qué beber para refrescarnos
El agua en los alimentos
El agua se ingiere como tal y también como parte de los alimentos: las frutas y las verduras contienen un 90% de agua y precisamente por esto, tienen un valor energético bajo.
El pescado y la carne contienen un 70% y 60% de agua respectivamente, aunque este porcentaje varía en función del contenido graso, pues hay una relación inversa entre el contenido graso e hídrico, es decir, cuanto más grasa sea la carne menor será su contenido hídrico.
Por su parte, la leche contiene un 87% de agua, mientras que la media hídrica de los quesos es de 55%. Los cereales y las legumbres tienen un contenido hídrico muy bajo, cercano al 12-13%, de lo que se deduce el alto contenido energético de estos alimentos.
También tenemos agua formando parte de las bebidas que tomamos, aunque es preciso recordar que estas no deben de reemplazar su consumo. En realidad, solo el agua es indispensable para el organismo; el resto de bebidas responden a necesidades sociales o culturales.
Aunque no tengas sed, bebe agua
Después de todo lo dicho parece difícil de creer que haya gente que prácticamente no la ingiera o que lo haga en cantidades ínfimas. Normalmente alegan «que no tienen sed», «que en invierno, el agua está muy fría», «que prefieren los zumos y refrescos» o «que le cae mal en el estómago». Algunas de estas excusas son comprensibles, aunque igualmente pueden clasificarse como un poco exageradas.
Ciertamente el organismo humano posee el mecanismo de la sed para regular la ingesta de agua, excepto en lactantes, personas enfermas o de edad avanzada, en quienes está disminuida esta sensación. No podemos olvidar que las recomendaciones dietéticas son de, entre un litro y medio y dos litros diarios, distribuidos a lo largo del día y acompañando a las principales comidas. Llegar a estas cantidades puede parecer imposible pero puede hacerse gradualmente. El beneficio para nuestra salud será inmediato. Y por cierto, el agua no engorda.
Pedro J. Toranzos. Licenciado en Farmacia, diplomado en Dietética y Nutrición, máster en Dietética.
Te puede interesar:
– Agua, ¿qué cantidad deben beber los niños?
– Bebidas para niños, ¿cuáles son las más sanas?