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La comida educa, pero también maleduca: comer de todo… ¡y todo!

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Los niños pequeños van realizando progresos con la comida a medida que avanzan en su desarrollo: poco a poco, tu hijo/a será capaz de no ensuciar todo el babero, pasar a la servilleta, cortar la carne, manejar los cubiertos, pasar de la trona a la silla, del vaso de plástico al de cristal…

Todos estos avances educativos en relación con la comida le satisfarán enormemente, le harán sentirse mayor y nosotros tendremos oportunidad de hacer hincapié en todos los que afecten a los buenos modales en la mesa: comer con la boca cerrada, posturas, pedir las cosas…

Además, podemos hacer de la mesa lugar de encuentro familiar, donde todos puedan participar de la conversación. Aunque resulta más cómodo dar aparte a los más pequeños de comer, es preferible que se incorporen cuanto antes a nuestro horario, y que se sientan llevados por el ejemplo de los mayores. Esto ayudará también a que los mayores desviemos nuestra atención sobre él, y que no se sienta presionado y angustiado.

Ideas para motivar el gusto por ciertos alimentos

Además de la obediencia pura, también podemos emplear algo de persuasión para que el pequeño coma con más ilusión. Según su edad, quizá esté preparado para entender las virtudes de algunos alimentos, y para jugar a hacer paralelismos: zanahorias para ver mejor, espinacas para tener músculos, naranja para tener más energías…

También le gustará participar en pequeños concursos con todos los miembros de la familia y hacer apuestas a ver a quien le gusta más un plato desconocido que mamá va a experimentar, o quien recuerda antes otro plato que pudiera resultarle similar… De esta forma, aprenden a distinguir sabores, y se vuelven más audaces para probar nuevas recetas o platos que les resulten desconocidos.

También podemos permitirle colaborar en dar los detalles de presentación a los platos, pues le hará implicarse y sentirse más involucrado.

Consejos para que los niños coman de todo… ¡y todo!

1. Resta importancia al acto de la comida, para que el niño perciba que no le prestaréis más atención que la imprescindible durante este rato, e intente acabar cuanto antes para jugar con vosotros.

2. Poco o mucho, según ellos deseen, los niños han de comer de todo. Deben al menos tomar una pequeña ración de cada uno de los platos que componen el menú.

3. Una norma puede ser servir siempre poco, y dar opción a repetir si le gusta mucho. Donde no hay discusión es en el hecho de comer todo lo que se tiene en el plato.

4. Disfrazar sistemáticamente el pescado rebozado con salsa de tomate, para que no distinga el sabor puede ayudar a que el niño esté nutrido, pero no educado. ¿Qué pasa si un día no hay tomate en casa o nos invitan a comer fuera? Enséñale a comer.

5. No permitas que la hora de la comida se convierta en un drama cuyo protagonista es el niño. Quizá así estéis ayudándole a lograr lo que quería: gozar de vuestra atención individualizada por un rato.

6. Ojo con los picoteos. Quizá debáis eliminar el tentempié de la mañana para que coma al mediodía, pero no podéis sustituir el menú del almuerzo por un donuts.

7. Se flexibles a la hora de pensar el menú, permitiendo al niño expresar sus preferencias, por ejemplo, para la comida del domingo. Pero manteneos firmes el resto de los días y no permitáis que sustituya por sistema el plato que no le gusta por un huevo frito, aunque no os cueste nada hacerselo.

Concededle un plazo máximo de 30 minutos a cada plato, y retirarlo después lleno o vacío. Si no lo comió, no le permitáis pasar al siguiente y -con naturalidad y sin enfados por vuestra parte- hacedle esperar hasta la cena, que comenzará por el plato que dejó. No correrá ningún peligro y, en todo caso, podemos recordar que se conocen más ejemplos de niños caprichosos y maleducados que de niños malnutridos…

Marisol Nuevo Espín

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