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A comer verduras también se puede enseñar al cerebro

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A comer verduras, también se enseña.

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Si se le pregunta a un niño si prefiere una tableta de chocolate o un plato de verduras, casi con toda seguridad elegirá el primero de ellos. La batalla por hacer que los hijos coman estos alimentos se sucede día a día en muchos hogares en donde los padres tienen que tirar de imaginación para conseguir introducir estos productos en la dieta de sus hijos. ¿Hay algún método efectivo?

Desde luego que sí, y todo pasa por enseñar al cerebro el gusto para las verduras. Pequeños trucos para que la mente del pequeño esté predispuesto a comer estos alimentos haciéndolos ver como algo sabroso y de buen gusto. ¿Quieres que tu hijo apueste por el verde? Estos consejos te ayudarán.

El nombre de los platos debe ser atractivo para los niños

En el día a día los niños ven multitud de productos audiovisuales que muestran las verduras como un producto de mal gusto y que hay que rechazar, algo que predispone al pequeño a ingerirlas. ¿La solución? Tal y como señala un estudio de la Universidad de Stanford, cambiar el nombre de los platos que se presentan en la mesa por un título que resulte más atractivo a los pequeños.

Si el niño pregunta qué hay para comer, hay que destacar alguna cualidad sobre el sabor del plato con verduras. La clave está en despertar la curiosidad del niño, hacer que quiera comprobar si de verdad está tan sabroso como le han dicho sus padres. En este punto también es importante que los adultos coman estos alimentos y prediquen con el ejemplo ya que no hay que olvidar que los adultos son un espejo en donde se miran los hijos.

En esta línea se sitúa también el estudio realizado por la Universidad de Cornell que comprobó cómo el nombre de las verduras contribuía a que los más pequeños se atrevieran a comerlas. En este trabajo se ofrecieron a lo largo de tres días a varios alumnos de entre 8 y 11 años el mismo menú.

A uno de estos grupos se les indicó que el nombre del plato que iban a comer de zanahorias, el segundo día del estudio, se denominó «Zanahorias con visión de rayos X». Los resultados fueron mostraron que en esta jornada se consumieron el doble de verduras que en el resto de casos de los niños.

Comer con los ojos y la nariz

Cinco son los sentidos que tiene una persona, y aunque el gusto sea el que más se relacione con la comida no se pueden obviar otros. Por ejemplo, la vista puede ayudar mucho a que el niño coma verduras. Un estudio publicado en la revista Nature señala que los más pequeños tienden a rechazar los productos de color verde, pero sienten una mayor predisposición por las rojas.

A la hora de iniciar a los niños en el consumo de verduras, se pueden apostar por las de colores más llamativos y poco a poco introducir otras de una distinta variedad cromática. El olfato también puede ayudar a que el pequeño sienta curiosidad por el sabor de estos alimentos. A la hora de cocinar estos alimentos, asegurarse de que los hijos huelen el olor de los platos sabrosos puede ser de gran ayuda.

Damián Montero

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