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Comer en familia y dieta mediterránea, receta contra la obesidad

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Las comidas en familia ayudan a una buena nutrición en los hijos.

Las comidas en familia ayudan a una buena nutrición en los hijos. – ISTOCK

La obesidad infantil se ha convertido en uno de los grandes problemas de la actualidad. El empobrecimiento de los menús en muchos hogares y la falta de actividad física, en especial en estos meses en los que las salidas a la calle se han restringido, son dos de las causas de esta situación. Sin embargo, al igual que se conocen los orígenes, también varios estudios se han propuesto dar con soluciones eficientes.

Y tal y como indica un estudio de la Universidad Oberta de Catalunya, comer en familia y apostar por la dieta mediterránea son dos claves, no solo para evitar los problemas de obesidad en las nuevas generaciones, sino para prevenir otros trastornos alimenticios. Y es que compartir estos momentos con las personas en familia permiten una ingesta más saludable, generando un hábito muy beneficioso en el desarrollo.

La importancia del hábito

Tal y como indican los responsables de este trabajo, comer en familia es una de las costumbres más tradicionales en la dieta mediterránea y se traduce en un hábito que puede prevenir trastornos alimentarios. «En un momento en el que el confinamiento por la pandemia ha revivido las comidas en familia, este estudio apunta a uno de los posibles aspectos positivos de la situación que nos ha tocado vivir», explica Anna Bach-Faig, investigadora de este trabajo.

Una investigación que establece que algunas rutinas de las comidas familiares, como compartir alimentos, sentarse alrededor de la mesa sin aparatos como teléfonos móviles, o mantener una conversación agradable, son aspectos beneficiosos para los adolescentes y contribuyen a mejorar la salud. De hecho, otros trabajos señalan que esta convivencia ayuda a reconocer la sensación de saciedad y previene la obesidad infantil.

En el caso del presente trabajo, se realizó una serie de entrevistas a familias con adolescentes de entre 12 y 16 años para analizar uno de los aspectos de la dieta mediterránea: las socialización durante las comidas. Todo ello para ver si la manera en la que se consumen los alimentos repercute, de algún modo, en la salud.

«Para llevar una dieta saludable, no solo influye lo que comemos sino también cómo lo comemos», explica Bach-Faig, quien añade que «la dieta mediterránea es mucho más que una lista de alimentos. Es un modelo cultural que incluye cómo se seleccionan, se producen, se procesan y se consumen esos alimentos«.

La conversación en la dieta

Para determinar la mayor o menor convivencia en las familias estudiadas, los investigadores analizaron la frecuencia y duración de las comidas, el lugar en el que se realizaban y el uso de aparatos digitales, así como la preparación de los alimentos y el tipo de comunicación que se establecía en dichos encuentros. Según este trabajo, la mayoría se reúne solo para la cena y sus rutinas cambian si se sientan a la mesa solos o con sus seres queridos.

Las comidas familiares son un espacio para comunicarse y socializar y, cuando las familias les dedican menos tiempo, o se distraían con aparatos digitales, perjudicando las conversaciones agradables en esos encuentros, la calidad de los alimentos también era peor. Sin embargo, la mayoría de los padres opinaba que sentarse a la meda, todos juntos, es muy importante; en especial si se tienen hijos adolescentes ya que así se favorece la conversación y se estrechan lazos.

«Cuando los niños y las niñas son pequeños es más fácil, pero en la adolescencia hay una desconexión entre tú y ellos, mediante estas conversaciones, uno puede entrar uun poco en su mundo», señaló una de las madres entrevistadas. Además, la mayoría de las personas encuestadas considerada que, gracias a estos encuentros familiares, los progenitores se convierten en modelos que ayudan a establecer patrones saludables en sus hijos.

Damián Montero

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