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Aprender a comer: cómo educar los sentidos

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Normalmente, consideramos que la comida es cuestión de gustos, pero es mucho más. Está claro que todos tenemos preferencias por unos sabores, por un tipo de alimentos, o por un estilo de comida determinado. Los niños desde muy pequeños también tienen sus gustos y disfrutan más con unos alimentos que con otros.

Pero si nos basáramos en el gusto, probablemente su alimentación se reduciría a cuatro alimentos, generalmente, aquellos más fáciles de comer con cierto toque dulce, como pueden ser los yogures o el chocolate. Así que está claro que no solo nos tenemos que basar en el gusto del niño para su alimentación, sino que debemos educar el sentido del gusto.

Educar los sentidos: indispensable para aprender a comer

Esto significa mostrarles diferentes sabores, texturas, olores, para que los puedan ver, oler, tocar y probar. Este acercamiento inicial se puede considerar como la clave para que los niños aprendan a comer de todo.

Debemos dejarles tiempo para que puedan descubrir los sabores y experimentarlos. La reacción inicial suele ser de rechazo porque es algo nuevo que no conocen, pero esto no significa que no les guste, sino que les resulta extraño. Hay que darles tiempo, volver a insistir sin forzar. Para este momento es bueno generar actividades de juego, en definitiva darle un toque más lúdico.

Es interesante organizar esta prueba de platos nuevos y sabores en momentos que no siempre tengan que estar vinculados a su comida. Ellos comen lo que les toca, pero les podemos dar a probar nuevos alimentos, que pueden ser de nuestro plato, que, generalmente, les suele despertar su interés.

Hay que aprovechar cualquier petición que ellos hagan hacia un alimento para dárselo y tener constantemente en nuestra boca la opción de «¿quieres probar?», «¿te apetece?», «mira qué bueno». Esta fase suele ser prolongada en el tiempo porque no es automático probar un alimento y que les guste. Hay que intentarlo en varias ocasiones hasta que veamos que se acostumbran a los sabores, texturas, olores y quieran comerlo. Es entonces cuando podremos meterlo en su alimentación habitual.

A partir de aquí, conforme vayamos ofreciéndoles de manera más continuada ciertos alimentos, los niños van a ir desarrollando sus gustos y nosotros los iremos descubriendo. Habrá cosas que les guste más que otras.

Probar nuevos alimentos: cuanto antes mejor



Las oportunidades para que prueben los alimentos tienen que darse en edades muy tempranas, no es condición necesaria que tengan dientes para poder probar y descubrir muchos de los alimentos. En muchas ocasiones se retrasa la introducción de alimentos sólidos por comodidad, ya que el puré lo comen muy rápido, o por miedo a que lo rechacen. Este retraso no es positivo para el desarrollo del niño.

Cuanto antes sea capaz de masticar, antes conseguiremos no solo que coma alimentos sólidos, sino que desarrolle capacidades físicas y cognitivas importantes para otras actividades futuras como puede ser la posición de la boca a la hora de hablar o la capacidad física para producir soplido en un instrumento musical. Es algo más que aprender a comer.

Por lo tanto, es importante resaltar el papel fundamental que tenemos para que los niños consigan buenos hábitos alimenticios y nutricionales. Es recomendable darles a probar desde pequeños todo tipo de alimentos, acostumbrarles a comer de todo, a no rechazar la comida y a tener una dieta equilibrada que favorezca su desarrollo nutricional. Todo esto lo tenemos que conseguir mientras les enseñamos a comportarse de modo adecuado en la mesa y, al mismo tiempo, aprenden a disfrutar de la comida como un momento de relación social y contacto familiar.

María Campo. Directora NClic-Kimba

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