Los primeros días del año suelen ser propicios para hacer propósitos de cambio en aquellos malos hábitos que afectan a la salud. Son típicos los deseos de dejar de fumar, hacer deporte o perder los kilos que hemos ido poniendo a lo largo del último año. Obviamente estos propósitos se quedan en nada si no se concretan.
En lo referente a los hábitos dietéticos, son muchos los que han estado esperando que pasaran las fiestas navideñas para empezar. Parece que el Roscón de Reyes marca el punto final de los muchos excesos: comidas de empresa y familiares, copas, dulces… Es un buen comienzo el señalar una fecha para empezar a modificar esos malos hábitos.
Es preciso insistir en el concepto del cambio de las malas costumbres en alimentación. Son muchos los que pretenden quitar esos kilos de más en un par de semanas y, si es posible, sin esfuerzo. No se requiere tener grandes conocimientos en nutrición para vislumbrar que este tipo de actuaciones no son saludables y, por lo tanto, son claramente desaconsejables.
Objetivos dietéticos para el nuevo año
Lo recomendable es marcarse como principal objetivo, no la reducción drástica de peso, sino la incorporación de buenos hábitos dietéticos. Siguiendo este racionamiento, es fundamental comenzar la jornada con un desayuno mediterráneo. Habrá quien alegue que «no tiene tiempo» o «que a primera hora no le entra nada en el estómago».
Para ambos, basta recordar que no se trata de desayunar en plan bufé, como hacemos en los hoteles. Un desayuno mediterráneo estaría compuesto por una taza de leche (con o sin café), un zumo o una pieza de fruta y una tostada con aceite de oliva virgen extra. Para su preparación no tardaremos más de diez minutos y, compruébenlo, nos compensará.
Siguiendo con los buenos hábitos, sería preciso hacer una pequeña parada a media mañana y media tarde para tomar en una de ellas una pieza de fruta y en la otra un yogur.
La cena no debe retrasarse más allá de las nueve y media. Tenemos la mala costumbre de cenar y, prácticamente de inmediato, irnos a dormir. Si adelantamos la hora de la cena, y además es frugal, facilitaremos el descanso nocturno. Incluso nos será posible tomar un lácteo antes de irnos a la cama.
En la comida del mediodía es preciso evitar las bebidas gaseosas y no olvidar terminar con alguna fruta de temporada. Todavía hay gente que sigue creyendo que la fruta después de comer engorda más que entre horas* Por último, conviene no olvidar que el aporte de agua no debe ser inferior al litro y medio al día.
Pensarán que empezar a cumplir todo este programa nutricional va a suponer esfuerzo. ¡Y llevan razón! Pero, como alguien dijo sabiamente: «año nuevo, ¡lucha nueva!»
Pedro J. Toranzos. Farmacéutico nutricionista, máster en Dietética y fundador de Prodieta
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