Para crecer y evolucionar a buen ritmo, los niños de 1 a 3 años deben comer adecuadamente. Así, comprobaremos cómo se desarrollan cada vez más rápido. Una buena nutrición va a marcar decisivamente su futuro crecimiento físico e intelectual, así que tenemos que prestarle la máxima atención.
Este periodo se conoce como «Infancia Temprana» y se caracteriza porque las necesidades calóricas disminuyen muy poco con respecto a la lactancia pues, aunque el crecimiento es menor, el niño incrementa notablemente su actividad física.
Más proteínas y más hierro
Las necesidades proteicas para el crecimiento de los músculos y otros tejidos son mayores en esta etapa, al contrario que respecto a los minerales (calcio, fósforo y magnesio). Bastaría con incluir una ración diaria de medio litro de leche para cubrirlas.
Sin embargo, el hierro precisa de una atención especial ya que, con la dieta diaria no se llega a la recomendación de 19 mg. La mejor solución es incluir un filete de hígado por semana. El aporte de vitaminas está garantizado con un menú variado en el que no falten los alimentos ricos en ácido ascórbico y vitamina A.
Educar el gusto por la comida
Es en este momento cuando comienza a variar su apetito e interés por la comida: la ingesta de leche disminuye considerablemente, algunos alimentos son rechazados o se toman con impaciencia. Querrá discutir la textura de los alimentos e intentará comer con las manos rechazando la cuchara. Lógicamente, esta situación genera cierta ansiedad en la madre o el padre y provoca, a su vez, cierto nerviosismo en el niño que le hace rechazar la comida. Comienza a tener cierto dominio sobre los músculos de su cuerpo, a coordinar ojos, manos y boca, intentando «explorar» todos los objetos, llevándoselos a la boca.
Conocer este hecho y entender que el tiempo destinado a la comida es un tiempo de aprendizaje para el niño, puede evitar situaciones de frustración y nerviosismo. El acto de comer debe ser placentero, por lo que no conviene forzarle, dejándole experimentar con las manos y con los alimentos que puede llevarse a la boca.
Tampoco podemos pasar al extremo contrario y consentirle que rechace de entrada determinados alimentos o se empecine en continuar con el biberón o las papillas. Aquí entra en juego la habilidad de los padres para presentar adecuadamente los alimentos, crear un ambiente agradable y relajado, evitando la televisión durante las horas de comidas.
Puede parecer una buena medida para niños que no muestran interés por la comida, pero no deja de ser una solución a corto plazo. Si el niño no está atento a la comida, no podrá distinguir los sabores, colores, olores y texturas de los alimentos, por lo que, difícilmente podrá disfrutar de ellos. Además, conviene recordar que el niño a esta edad tan temprana debe empezar a adquirir parte de los hábitos alimentarios saludables que le acompañarán durante toda su vida.
Elaboración de la dieta
Conviene insistir en la necesidad de una alimentación variada que evite el déficit de algunos nutrientes. También es importante fijar el «patrón de distribución de las comidas», donde la frecuencia sea, al menos, de cuatro comidas al día.
Alimentos que no pueden faltar en la dieta de los niños 1 a 3 años
Lácteos
La leche sigue siendo un alimento básico. No obstante, es interesante que los niños disminuyan su ingesta a favor de otros alimentos para evitar una anemia nutricional. Lo recomendable es que el niño reduzca hasta en medio litro la leche diaria y comer, en cambio, alimentos de distintos tipos, muchos de los cuales contribuirán a cubrir las necesidades del hierro.
Carnes
El niño ya tiene el aparato digestivo preparado para digerir cualquier tipo de carne y vísceras, pero es preferible que tome carne y pescados magros. Entre las carnes magras, las más recomendables son el pollo y la ternera, cocinadas a la plancha o cocidas. También es importante que sea tierna y que esté cortada en trocitos.
Se desaconseja las carnes preparadas con salsas jugosas, las hamburguesas congeladas y los embutidos por su alto contenido en grasas saturadas. Solo es recomendable el jamón serrano, siempre que no sea más de dos veces por semana. El hígado se debe dar una vez a la semana, por su riqueza en vitaminas liposolubles.
Pescados
Los más aconsejables son la merluza, el lenguado, gallo, pescadilla y similares. En la medida de lo posible, conviene que el pescado sea fresco, ya que el congelado suele presentar una textura un poco más seca para el delicado paladar del niño. La cocción es el método culinario adecuado.HuevoSe puede tomar entero, preferiblemente de una a tres veces por semana en forma de tortilla. Además, suele ser un alimento de alta aceptación para los niños por su sabor y por lo fácil que les resulta ingerirlo por sí mismos.
Cereales y legumbres
Son una fuente importante de hidratos de carbono, proteínas de origen vegetal y fibra. Se suelen consumir cocidos. A partir de los dos años la maduración digestiva y la completa dentición permiten introducir las legumbres. Al principio, el puré es la preparación más recomendable; más adelante se pueden introducir enteras, solas o mezcladas con verduras y arroz, lo que las hace más digestivas y aumenta su valor nutritivo. El pan o equivalentes, debe ser de unos 40 gramos diarios.
Verduras y hortalizas
Este grupo de alimentos tiene una importancia especial, no solo por su aporte de fibras, vitaminas hidrosolubles y la mayor parte de minerales y oligoelementos, sino porque cuando no se comienzan a consumir de forma regular en estos primeros años, suele ser difícil que se reintroduzcan en la dieta más adelante.
Frutas
Proporcionan azúcar, vitaminas (A y C) y fibra vegetal. Lógicamente, es preciso que se presenten peladas y en pequeños trocitos. Despiertan la atracción del niño por su color y su dulzor.
Alimentos desaconsejados
– Pastelería o bollería industrial.
– Chocolate en gran cantidad.
– Bebidas azucaradas.
– Fritos.
– Bebidas excitantes o refrescos de cola ricos en cafeína.
Pedro J. Torazos. Nutricionista, dietista y farmacólogo. Fundador de Prodieta.es
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