Durante el verano la playa se convierte en uno de los sitios más visitados por las personas. Sus refrescantes aguas y la cantidad de actividades que ofrece como recolectar conchas o hacer castillos de arena, o largos paseos por la orilla, hacen de este entorno un destino muy aconsejable para las familias. Pero tanta concurrencia también tiene su lado negativo, como por ejemplo que el niño pueda perderse.
Demasiada gente y sombrillas muy parecidas hacen que cualquier despiste de nuestra parte o del niño haga que este se extravíe, quedándose sin ninguna referencia sobre cómo volver con su familia y dando inicio a unos momentos de mucha angustia. Pero si se actúa conforme a unas normas, no habrá motivo para pasar por estas situaciones y la jornada se desarrollará totalmente tranquila.
Nunca perderles de vista
Al llegar a la playa hay un procedimiento básico que se debe seguir en cualquier circunstancia: ponerse crema solar, colocar toallas y sombrillas, colocar todo en orden y dejar claras unas normas para esta jornada. La primera de ellas es que los niños no se pueden alejar demasiado de los padres y antes de acudir a cualquier zona deben pedir permiso a los mayores.
Si el niño quiere acudir a otro lado para hacer un castillo de arena, este lugar debe estar lo suficientemente cerca para acudir en caso de emergencia y para que el pequeño quede a la vista de los padres. Si se advierte que el menor se aleja demasiado, habrá que llamarle la atención y recordarle que debe volver donde estaba. Por supuesto, hay que dejar claro que no se habla con desconocidos.
En cuanto a las sombrillas, hay que tratar de mantener algún elemento significativo que haga resaltar por encima del resto: un globo, un color especial o cualquier cosa que guíe al niño hacia nosotros. En cuanto a los baños, hay que atender a la edad de los menores. Si son más mayores se les puede permitir más libertad, aunque siempre con un ojo en ellos y recordándoles que no se alejen mucho de la orilla. Los más pequeños siempre deben acudir al agua junto a un adulto.
En caso de pérdida
Nada es infalible, por lo que es posible que en cualquier momento un leve despiste de lugar al extravío del niño. En estas circunstancias hay alguien que puede ser de gran ayuda: el socorrista. Entre las normas que se dejan claras es que si en algún momento el menor se pierde, este debe buscar al socorrista para pedir ayuda. Para que el menor pueda localizarlo con mayor facilidad al llegar a la playa se puede proponer el siguiente reto: «¿Quién encuentra antes la caseta del socorrista?».
De esta forma el niño ya podrá ubicarla en caso de perderse. En caso de no encontrar al socorrista, los menores también deben saber que pueden pedir ayuda a un adulto para que los guíe hasta esta caseta. Es aconsejable decir al niño que busque a una familia para así prevenir incidentes con desconocidos.
Por su parte, los padres deben proceder a avisar al socorrista de esta situación. Uno de los progenitores deberá quedarse en las toallas por si regresa el niño mientras que el otro da parte de esta situación a las autoridades. Se deben aportar datos de identificación como color del bañador o si llevaba alguna gorra u otro elemento destacable.
Damián Montero
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