Los comportamientos fuera de lugar son inevitables. Nadie es perfecto y mucho menos los niños. Las ganas de disfrutar, la falta de control emocional y la ausencia de madurez pueden provocar en ocasiones que los más pequeños tengan conductas poco aceptables. La misión de los padres es la de reeducar para conseguir que estas actitudes cambien a mejor.
Pero no se trata sólo de imponer un criterio, también hay que hacer que los niños reflexionen sobre este comportamiento y entiendan por qué no deben repetirlo. Un mecanismo que proponen los pediatras del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos es el «tiempo fuera«. Una fórmula con la que crear un espacio aislado donde los hijos puedan pensar en la actitud que le está siendo reprendida.
Cómo crear el ‘tiempo fuera’
Cuando los padres adviertan un comportamiento que precisa de reprimenda, habrá que proceder con el «tiempo fuera». Estos momentos deben estar aislados de toda posible distracción y entretenimiento que haga que la mente del niño se disperse y no se invite la reflexión. Estos son algunos consejos para crear este entorno:
– Elegir un lugar para el «tiempo fuera», lejos de juguetes, personas, televisor y cualquier otra cosa que pueda reclamar la atención de los hijos. Por este motivo, la habitación del niño no es un buen lugar para este entorno ya que suele contener elementos que lo distraigan.
– Una buena opción es el final de un pasillo. Si se opta por usa una habitación separada, hay que asegurarse de que es seguro, por eso tampoco se recomienda la cocina ya que cuenta con varios elementos tóxicos.
– No dejar a los hijos sin supervisión durante largos periodos. En espacios de 10-20 minutos los padres deben volver y comprobar si los hijos han reflexionado y debatir sobre su comportamiento.
– Hacer ver a los niños que la respuesta agresiva a este «tiempo fuera» no es una buena elección. Golpear paredes, gritar, y cualquier otro intento de requerir atención, significará más tiempo en esta situación reflexionando.
Debate y reflexión
Mandar a los hijos a pasar el «tiempo fuera» no erradica el mal comportamiento de manera mágica. El objetivo es hacer que los niños reflexionen, por ello cuando los padres regresen deben hablar con sus hijos sobre lo que han razonado. Preguntar si saben por qué están allí y qué hizo para quedar al margen de la diversión. La meta es comprobar si el menor es capaz de identificar de forma concreta la mala conducta.
Otro objetivo de este debate es que los niños no relacionen el «tiempo fuera» como unos momentos en los que se le aparta de la diversión como castigo y luego regresa. Sin reflexión, no se puede poner fin a este aislamiento ya que es el objetivo del mismo, conseguir que los hijos razonen sobre lo que deben mejorar en su forma de ser.
Damián Montero
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