Predecir el futuro es una labor imposible. Más, en el caso del desarrollo de un hijo. En este proceso influyen multitud de factores, tanto dentro de casa y de fuera, así como la predisposición genética. Sin embargo, sí que se pueden detectar ciertas pistas sobre cómo será la personalidad de los más pequeños de la casa, señales que han detectado en un estudio de National Institutes of Health.
Según este trabajo, el temperamento de los hijos, en sus edades más tempranas, es un avance de cómo será su personalidad en el futuro. Según este estudio, este elemento comporta la base sobre la que se irá construyendo el carácter y forma de ver la vida de los niños.
¿Extrovertidos o introvertidos?
Entendiendo el temperamento como el nivel de «calor» con el que una persona se enfrenta a las situaciones, este estudio comprobó que aquellos niños que se inhibían o experimentaban angustia ante ciertos acontecimientos, mostraban una personalidad más introvertida hacia los 26 años. Es decir, aquellos niños más cautelosos, serán adultos más reservados.
Daniel Pine, director de este estudio, afirma que los niños con una mayor inhibición en su temperamento tienen un mayor riesgo de presentar desórdenes sociales y trastornos de ansiedad. Incluso en los bebés que se presentan más introvertidos, se vinculan a rasgos de personalidad similares pasados 20 años. ¿Y qué factores influyen en la presencia o no de esta «menor temperatura» al enfrentar situaciones?
Los resultados de este trabajo señalan que la sensibilidad respecto a los errores juega un papel muy importante en este sentido. El miedo a volver a equivocarse es lo que provoca esta inhibición, desarrollando una personalidad que prefiere no involucrarse en algunas situaciones que atreverse a volver a intentarlo. Es precisamente este temor el que termina provocando la angustia en dichas personas.
Desarrollo de la personalidad
Si bien la genética juega un papel importante en el desarrollo de la personalidad, ejerciendo una gran influencia en el temperamento de los niños, existen otros factores denominados «externos» que intervienen en esta evolución de los niños.
– Padres. Juegan un papel importante dentro del desarrollo de los niños, aunque como indica Mercedes Matás Castillo, la personalidad adulta no es el resultado «total» de las vivencias dentro del hogar. Aunque no se puede obviar la influencia de las relaciones afectivas entre los miembros de las familias y su vinculación a los rasgos hereditarios.
También los valores aprendidos dentro de este entorno (creencias, intereses culturales, etc.) influirán en el modo en el que verá el mundo el adulto y la personalidad.
– Ambiente no compartido. Los amigos y compañeros son algo necesario para el ser humano, dada su condición de animal social y ser la clave para asegurar la siguiente generación. Por ello, en muchos casos se busca la aceptación en grupos para poder cumplir con esta necesidad.
Esto lleva, en muchas ocasiones, a que los humanos se comporten de forma distinta en determinados grupos sociales, dando lugar a una personalidad distinta que choca con la real y que puede aportar determinados rasgos, simplemente por la necesidad de ser aceptado en un grupo.
– Influencia cultural. La sociedad y la cultura en la que se desarrolla una persona marcan la personalidad en tanto que muestran determinadas metas como las esperables para las personas y determinan como «malos» algunos comportamientos y rasgos. Esto lleva, en muchas ocasiones, a que los jóvenes definan su desarrollo a este fin.
Damián Montero
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