Que estén al fondo de nuestro cuerpo no quiere decir que no merezca prestarles atención. Los pies merecen el mismo cuidado que otras zonas, y también asegurarles un buen desarrollo para garantizar un estado óptimo del aparato psicomotor del niño. Por este motivo, asegurar un buen calzado para los más pequeños de la casa es muy importante por parte de los padres.
Hay que tener en cuenta que los pies cuentan con un conjunto de cartílagos moldeables y de estructura inmaduras que terminarán de solidificarse entre los 18 y 20 años. Por ello, la elección de un buen calzado es importante para asegurar el buen desarrollo de esta zona del cuerpo. Y, esto pasa, por tener en cuenta la talla adecuada a la edad de los más pequeños de la casa.
El zapato en los primeros meses
De los 0 a los 18 meses tiene lugar la etapa de los preandantes. En este periodo la función de los pies es la de reconocer y explorar el entorno y el objetivo del calzado es la proteger contra el frío, golpes y humedad. El Instituto Valenciano del Pie especifica en esta edad el niño comienza a desplazarse, rodar y, más adelante, gatear e incluso ponerse de pie para dar algún paso.
Se recomienza un calzado que sea algún tipo de calcetín o peuco ligero de algodón o lana. La puntera tiene que ser redondeada y flexible, así como contar con una suela lisa de piel, o de una goma suave fina y ligera. Por su parte, el interior, no ha de tener costuras. La zona trasera ha de ser alta para no caerse y la sujeción tiene que ser con lazos, velcro o elástico que no apriete.
Cómo debe ser el calzado de tu hijo
Dada la importancia que tiene el calzado en el desarrollo del niño, debe realizarse una correcta elección, poniendo especial énfasis en la talla y tener en cuenta el desarrollo de esta extremidad que irá creciendo y presentando otras necesidades. Si no se cumplen unas premisas básicas, se puede comprometer el aparato motor de los más pequeños de la casa.
El calzado debe adaptarse a la forma del pie, y no al revés. A la hora de probarse un nuevo zapato es importante seguir recomendaciones como usar los mismos calcetines, o unos similares a los que use normalmente el niño, y asegurarse que este quede ajustado. Una vez elegida la talla hay que comprobar el largo. En el caso de los bebés debe quedar una distancia de 10mm entre el dedo gordo y la puntera del zapato y de 15mm en niños más mayores.
Si el talón se sale al andar, si los dedos tocan la parte de arriba de la puntera, observa bultos en el zapato o el pie del niño presenta rojeces al retirarle el zapato son indicios de que el calzado no es el adecuado. Para la mejor elección de la talla existen tablas como la elaborada por el Instituto de Biomecánica que nos facilita la talla requerida en función de la longitud del pie. Es solo una aproximación que debe ser tomada como una orientación.
Hay que tener en cuenta una misma talla puede variar entre distintos fabricantes ya que hay muchas diferencias en las hormas para una misma talla. Os dejamos esta tabla confeccionada por el Instituto de Biomecánica de Valencia que os puede ser de utilidad. Y un último detalle, recordad que a partir de la longitud del pie, la longitud del calzado debe ser 7mm mayor en el caso de los niños.
Damián Montero