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Sentir que te valoran: la clave de la motivación y la autoestima

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Generalmente, un niño que se siente seguro y tiene un buen concepto de sí mismo aprende con más facilidad que otro con poca estima de su persona, ya que está más receptivo a aquello que es novedoso y disfruta con cada aprendizaje, consiguiendo desarrollar al máximo sus capacidades y habilidades. Su actitud frente a las nuevas tareas es la de «puedo hacerlo», y aceptará enfrentarse a las pequeñas o grandes dificultades que la vida le depara.

Para conseguir forjar una buena autoestima, los niños han de sentirse comprendidos, valorados, respetados, queridos y, en definitiva, aceptados. Con esto alcanzarán un buen desarrollo como ser humano emotivamente equilibrado.

Años cruciales para sentir que te valoran

Los primeros años de la vida de un niño son cruciales, ya que comienza a formarse su autoestima, se sientan las bases de su personalidad y va adquiriendo confianza y seguridad en su actuación. De estas primeras «impresiones» depende su vida futura. Comienza a conocer (más adelante aprenderá a aceptar) sus capacidades y limitaciones y, si se siente seguro, actuará con decisión y se lanzará con confianza, aunque luego se equivoque.

Hemos de alentar a nuestros hijos a que poco a poco, y según la edad de cada uno, vayan actuando por sí solos, con cierta autonomía progresiva, haciéndoles enfrentarse a los pequeños problemas cotidianos (riñas entre ellos, buscar lo que han perdido, pedir ayuda si lo necesitan, compartir sus cosas con otros, etc.), dejándoles que sean ellos los que se equivoquen y recogiéndoles luego en sus caídas.

Padres sobreprotectores

Algunos padres tienden a quitar los obstáculos a los hijos para que no sufran, les llenan de cosas materiales innecesarias y les resuelven las papeletas sin darles ni siquiera una oportunidad para que razonen y busquen una solución a sus «problemas». Les mueve una sana intención y creen que les hacen un bien, pero no es así, ya que les dificulta su desarrollo como persona y se estanca su grado de madurez.

El niño quiere que sus padres y educadores esperen mucho de él; necesita saber que sus padres confían en sus capacidades y se ha de convencer de que es capaz de actuar ante cualquier adversidad. Si se considera capaz podrá salvar los «baches» que se le presenten durante el largo camino de su desarrollo, e irá haciéndose cada vez más confiado, seguro, decidido y maduro, con la valentía y el coraje necesario para saber aprovechar cada momento y circunstancia de la vida cotidiana, poniéndose metas cada vez más altas en su lucha personal abriéndose a los demás.

Refuerzo positivo: ¿cómo podemos ayudarles?

Se nos presenta una tarea difícil pero apasionante, ya que hemos de fijar ciertos límites a la hora de facilitarles o dificultarles las cosas. Hemos de elogiarles las buenas acciones pero a la par hacerles ver sus limitaciones o malas actuaciones, sin ofenderles ni ridiculizarles pero exigiéndoles en su justa medida.

Los niños necesitan saber y conocer los límites y normas para poder actuar, esto les da ya una cierta seguridad.

A partir de ahí debemos exigir con disciplina pero con una gran dosis de cariño y confianza haciéndoles ver que esperamos mucho de ellos.

Una de las maneras de aprender es el llamado refuerzo positivo: si al hacer algo correcto recibe una respuesta que le agrade, el niño concluirá que esa conducta tiene interés y probablemente la vuelva a hacer. El mejor refuerzo consiste siempre en la respuesta de los padres, mediante la atención que le dedican y las muestras de afecto como besos, abrazos, caricias, palabras de elogio y, por qué no, algún premio material como cuentos, chuches, pegatinas, etc. También sirven otras actividades placenteras para el niño como ver la tele, leer cuentos, ir al cine, o salir de excursión.

A la hora de emplear el refuerzo positivo hay que tener en cuenta aspectos muy importantes como que la conducta debe ser reforzada inmediatamente. Así, al principio se reforzará todas las veces (¡muy bien, estupendo!); más adelante, la reforzaremos intermitentemente, de vez en cuando, para que el niño no dependa solo de los refuerzos.

Claves de la motivación y la autoestima

Los padres hemos de valorar de manera más intensa sus virtudes y no resaltar tanto sus defectos. Resulta mucho más motivador y hace más efecto alentar la virtud contraria que reprender el mal hábito. De esta forma, conviene resaltar el valor de decir la verdad, que estaremos muy contentos si es sincero y confiaremos en él, que recriminarle y tacharle de mentiroso. Así se dará cuenta de que le hemos pillado en una mentira, pero como le queremos y confiamos en él esperamos que sea capaz de cambiar de conducta, con lo que crecerá su autoestima.

Al elogiarles en sus conductas reforzamos de alguna forma los pequeños logros alcanzados, de manera que el niño se motiva por seguir consiguiendo éxitos personales.

Así se estimulan, agradecen y responden de forma más efectiva, corrigiéndose incluso sus errores de conducta.

Desarrollo emocional

Importa mucho la parte emocional en el desarrollo de la persona, y más en estas edades en las que el niño se deja llevar de sus emociones, sentimientos y afectividad. El equilibrio emocional de una persona es necesario para soportar todo tipo de situaciones de la vida, y por eso hemos de empezar a educarlo desde la más temprana infancia. La parte emocional en el desarrollo evolutivo del niño favorece o dificulta su capacidad de pensar, de planificar, de resolver problemas, de ser constante en la consecución de unos objetivos. Lo que conduce al éxito es una mezcla de capacidades intelectuales y capacidades de perseverancia ante el fracaso.

El grado de maduración de una persona radica en cómo hace frente a las adversidades, las supera y se deja guiar en todo momento por el optimismo. Influye, es verdad, la parte genética en nuestro modo de ver las cosas, pero también contribuye de manera muy significativa el aprendizaje personal desde edades muy tempranas. Los niños se fijan mucho en el modo en que los adultos se tratan y se dirigen a ellos sea para jugar como para mandarles algo o reñirles. Si todo se basa en el cariño, los hijos lo detectan enseguida y responden aceptando lo que sea por parte de sus padres. Ellos esperan y necesitan que sus padres les comprendan y les quieran y por ese camino están dispuestos a todo, y se vuelven más dóciles.

Fuera etiquetas: evita colgarles un adjetivo negativo

A menudo, sin darnos cuenta, «etiquetamos» a nuestros hijos, haciéndoles ver que son un desastre, que son mentirosos, que son torpes, de manera que ya les predisponemos a que durante toda su vida serán un desastre, unos mentirosos o unos torpes. Los niños han de conseguir tener una imagen positiva de sí para ser capaces de realizar aquello que se les está pidiendo, contando por supuesto con sus capacidades y limitaciones; así todos pueden dar mucho más de lo que creemos.

Por otra parte, el simple hecho de alcanzar aquello que nos hemos propuesto conseguir, hace que estemos satisfechos y contentos con nosotros mismos, sobre todo si es algo que de verdad nos cuesta. De la misma forma hemos de empezar a educar la autoestima en los niños, exigiéndoles metas, al principio en la misma línea y más tarde un poco por encima de sus capacidades, para que se esfuercen por conseguirlas y en consecuencia se sientan luego satisfechos.

Montse López. Educadora del Colegio Guadalviar

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