Aunque para muchos es desconocida, la sedoanalgesia se presenta como un buen método para aliviar este dolor provocado por un daño físico o el temor que causa en los niños la visita al médico. En este punto el papel del personal sanitario es fundamental en la aplicación de estas técnicas encaminadas a calmar estas dolencias en el niño para que su paso por el centro sanitario.
Qué es la sedonalagesia
La Asociación Española de Pediatría, AEP, define sedoanalgesia como «métodos que se usan para eliminar o disminuir el dolor o la ansiedad que están asociados a la propia enfermedad del niño o a los procedimientos diagnósticos o terapéuticos que precisa en un momento dado». En definitiva, el objetivo fundamental es lograr un estado de bienestar en los más pequeños.
A diferencia de otros procedimientos parecidos, la sedoanalgesia en pacientes sanos no requiere la presencia de un anestesista ni tiene que ser realizada en el quirófano. Eso sí, debe ser realizada por una persona con altos conocimientos en fármacos y entrenamiento en la recuperación de pacientes que hayan sido sedados por algún tipo de procedimiento.
Antes de comenzar con el procedimiento de sedoanalgesia, el especialista que la realizará hará unas preguntas relacionadas con la salud del niño como, por ejemplo, sus antecedentes médicos, la presencia de alergias, medicamentos que esté tomando, eventos previos relacionados con fármacos sedantes o analgésicos, así como la hora de la última comida o bebida.
También cabe la posibilidad de que se realice una exploración física en la que se descartarán alteraciones físicas o enfermedades que puedan dificultar o contraindicar el procedimiento (crisis de asma, patología cardiaca, limitación de la apertura bucal, etc). Así mismo, se recogerá el peso y se toman las constantes vitales necesarias.
Qué tipos de sedoanalgesia hay
Los pediatras distinguen entre dos tipos de sedoanalgesias:
– Medidas farmacológicas. Administración de fármacos con efecto sedante, analgésico o ambos. Estos productos se pueden suministrar por diferentes vías: intravenosa, intramuscular, oral, intranasal, inhalada. En ocasiones, la limitación del daño a una zona concreta (heridas, erosiones oculares, etc.) puede hacer suficiente la administración local de medicamentos con efecto anestésico (geles, infiltración local).
– Medidas no farmacológicas. Distintas técnicas que van desde la explicación tranquila de los pasos del procedimiento hasta la hipnosis. Las más conocidas y eficaces son la presencia de los padres en la habitación y la distracción visual mediante vídeos o imágenes tranquilas y coloridas. Aunque estas técnicas pueden ser insuficientes para dolores intensos siempre son beneficiosas.
Cuándo se recomienda
Los pediatras no ofrecen un listado cerrado de situaciones en las que deba ser usada la sedoanalgesia y otras en las que no. Sin embargo sugieren una serie de contextos donde este proceso ofrece una gran ayuda:
– Reparación de heridas y tratamiento de quemaduras.
– Reducción de fracturas y otros problemas traumatológicos.
– Pruebas invasivas: punción lumbar, artrocentesis, venopunción, etc.
– Pruebas de imagen que precisan de inmovilidad: resonancia, TAC (escáner).
Damián Montero
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