Hay muchas formas de ver la vida. Se puede pensar que todo irá bien, o se puede pensar que todo va a ir a mal. En ocasiones, un exceso de optimismo puede derivar en desilusiones o en la toma de malas decisiones. Lo recomendable es ser realista y aceptar que no todo puede salir siempre bien. Sin embargo, en ocasiones, se puede ir un paso más allá y lo que es aceptar lo que se presenta frente a los ojos, es en realidad pesimismo.
Los pensamientos negativos no son exclusivos de los adultos y los niños también pueden verse atormentadas por estos pensamientos. A los padres les corresponde saber cómo ayudar a su hijo ante tanta negatividad y no sumirse en estas ideas que alteran su día a día. No hay que permitir que interioricen esta forma de ver la vida y pensar que todo es horrible.
¿Realismo o negatividad?
A veces puede pensarse que no existe falta de optimismo, sino una visión realista del día a día. Sin embargo, la constante negatividad también es una idea que se aleja de la realidad. Pensar que todo es horrible no es una verdad absoluta ya que, por muy mal que vengan las cartas, en algún momento todo cambiará y empezará a tener una mayor suerte de cara a futuros acontecimientos.
Tal y como expresa la psicóloga Iratxe López, los padres pueden ayudar a que los hijos abandonen estos patrones de pensamiento tan dañinos y empiecen a creer en que la realidad es otra, una mezcla de momentos buenos y malos. Es decir, una combinación y equilibrio entre el optimismo y el pesimismo. De esta forma, los pequeños percibirán su día a día tal y como es.
A un niño le puede costar diferenciar entre pensamientos negativos y realistas. Una buena forma de ayudarlos en este sentido es usar juguetes con los que representar escenas donde los protagonistas tengan visiones realistas y otra en donde la perspectiva sea pesimista. También puede ayudar trazar una línea en el medio y, a cada lado, escribir una serie de ideas que pueden tenerse ante una misma situación para averiguar cuáles son negativas y cuáles verdaderas.
¿Qué es ser realista?
Los pensamientos pesimistas no se ajustan a la realidad. Una manera de ayudar a que los pequeños aprendan a encontrar adecuado es animarles a que se hagan preguntas como:
– ¿Qué hay de cierto en tus pensamientos? Siempre hay lugar para una mínima esperanza, no para dejarse llevar por los pensamientos puramente negativos, si uno se detiene a pensar verá lo absurdo que es.
– ¿Qué beneficios aporta pensar así? Es una buena idea que el niño se detenga a recapacitar sobre los resultados que en otras ocasiones ha tenido el pensar así.
– ¿Qué le dirías a un amigo que piensa así? En ocasiones, cambiar la perspectiva e imaginar que otra persona la que tiene este pensamiento es una gran ayuda para comprobar lo absurdo que es pensar de esta forma.
Damián Montero
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