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Por qué es tan importante el juego libre (y no sirven las pantallas)

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Las destrezas y habilidades que desarrollan en el juego libre son las que les servirán para vivir en sociedad cuando sean adultos.

El juego libre, esa actividad espontánea y sin directrices impuestas por adultos, por las instrucciones de un fabricante o por el funcionamiento de un videojuego, es mucho más que un simple pasatiempo para los niños. Es una herramienta fundamental para su desarrollo integral, que abarca desde el ámbito cognitivo y emocional hasta el social y físico. 

Fomentar el juego libre en la infancia es invertir en la construcción de individuos creativos, resilientes y autónomos. A continuación, exploramos algunas razones clave para priorizar esta forma de juego y por qué otras formas de juego más organizadas y el juego digital no consiguen el mismo efecto. 

Potencia las habilidades sociales: 

A través del juego libre, los niños interactúan con otros, negocian, resuelven conflictos y aprenden a cooperar. Experimentan con diferentes roles sociales, lo que les ayuda a comprender mejor las dinámicas interpersonales. Además, el juego les permite expresar y procesar sus emociones de una manera segura y natural, lo que contribuye a su bienestar emocional.

En el juego digital no hace falta desarrollar habilidades sociales. Si hay conflictos con los demás jugadores, basta con salir de esa partida e iniciar una nueva. Además, cada jugador adquiere el rol que desea, no el que le toca. 

Fomenta la empatía y la capacidad de comprender al otro: 

El juego libre obliga a los niños a escuchar a los demás, atender a los argumentos que dan para defender sus preferencias, medirlos con lo que ellos mismos habían pensado, valorarlos desde una posición de igualdad con los demás, comprender por qué otros desean otra cosa, ceder cuando sea necesario y convencer en otras ocasiones. 

En el juego digital, el niño elige en todo momento a qué quiere jugar, con quién y en qué nivel de dificultad. No necesita ponerse en la piel de los demás para comprender sus peticiones. No tiene que ceder en ningún momento ante los demás, ni tratar de convencer a otros para que jueguen a lo que quiere.

Activa el pensamiento crítico y la asertividad: 

Cuando los niños juegan libremente, se plantean ante ellos numerosas propuestas de juego, lo que les obliga a una rápida evaluación de cada una para tomar decisiones y dar los argumentos que crean convenientes para mejorar una opción o descartar otra. Además, les ayudará a ser más asertivos con el grupo de iguales si, por ejemplo, una propuesta es inadecuada para su edad. 

En el juego digital, la capacidad de elegir es mínima. Aunque aparentemente el jugador tiene el control, es el diseñador el que va marcando el camino, de modo que esas pequeñas elecciones que pueden hacer, están realmente guiadas y no fomentan el pensamiento crítico.   

Estimula el desarrollo cognitivo: 

El juego libre fomenta el pensamiento crítico, la toma de decisiones y la resolución de problemas. Los niños se enfrentan a situaciones que requieren planificación, estrategia y adaptación, lo que fortalece sus habilidades cognitivas. Además, al explorar el mundo que les rodea a través del juego, adquieren conocimientos y comprenden mejor su entorno.

En el juego digital, todo está previsto de antemano, está diseñado para que sólo puedan seguir determinados caminos que ha establecido el programador. En realidad, aunque pueden conocer algo dentro del juego, no pueden descubrir nada que no estuviera previsto. 

Desarrolla la creatividad y la imaginación: 

El juego libre proporciona un espacio ilimitado para la imaginación. Sin reglas preestablecidas, los niños pueden inventar historias, personajes y mundos propios, estimulando su capacidad de pensar de forma original y encontrar soluciones innovadoras a los problemas. Esta creatividad, cultivada desde la infancia, será un recurso valioso a lo largo de sus vidas.

En el juego digital, todas las reglas son claras, están preestablecidas y no se pueden modificar. El jugador sólo puede obedecer y decidir dentro de los limitados caminos que le ofrece el juego.

Fomenta la autonomía y la autoestima: 

Al tener la libertad de elegir a qué jugar y cómo hacerlo, los niños desarrollan un sentido de autonomía y control sobre sus acciones. Experimentar con diferentes posibilidades y superar pequeños desafíos durante el juego les ayuda a construir su autoestima y a creer en sus propias capacidades.

En el juego digital, es el sistema el que establece el modelo de recompensas y castigos que aplica al jugador. Muchos desarrolladores utilizan tecnologías para atrapar la atención de los jugadores de modo que no se sienten por completo satisfechos y siempre quieran pasar más tiempo en el juego. Eso no fomenta la autonomía ni la autoestima. 

Potencia las habilidades físicas: 

El juego libre a menudo implica actividad física, como correr, saltar, trepar o manipular objetos. Estas actividades contribuyen al desarrollo de habilidades motoras gruesas y finas, lo que fortalece su cuerpo y mejora su coordinación.

En el juego digital ocurre todo lo contrario, se produce un exceso de sedentarismo, los ojos sufren especialmente por la luz de las pantallas y la falta de costumbre de mirar a lo lejos, muchos niños juegan con cascos con las consecuencias para su audición, y, aunque pueden ganar algo de agilidad mental, pierden la física. 

El juego libre es una necesidad fundamental en la infancia. Brinda a los niños la oportunidad de aprender, crecer y desarrollarse de una manera integral y significativa. Al proporcionarles tiempo y espacio para jugar libremente, les estamos dando un valioso regalo que les acompañará a lo largo de sus vidas. Es importante que los adultos comprendamos el valor del juego libre y nos comprometamos a fomentarlo, ofreciendo entornos seguros y estimulantes donde los niños puedan desplegar toda su creatividad y potencial.

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