Dos personas no se comportan igual en la misma situación y esto es algo a lo que ni siquiera los niños escapan. Un buen ejemplo es la forma en la que muchos escolares encaran las asignaturas en el colegio y las sensaciones que les ocasiona determinadas materias como las matemáticas. Mientras que algunos se lo toman como algo normal, a otros les supone una sensación de ansiedad.
¿Por qué algunos niños sienten dicha ansiedad y otros no? ¿Se trata de simplemente una personalidad particular o hay algo más? Tras los descubrimientos de King College’s, en Londres, se podría decir que sí. Que la sensación que tienen muchos menores a la hora de enfrentarse a esta asignatura o a un problema de geometría.
Marca del futuro profesional
El hecho de que una persona sufra o no de este tipo de ansiedad a la hora de encarar estas asignaturas puede decidir su futuro profesional. Que un niño experimente esta sensación mientras resuelve un problema de matemáticas supone que tenga menos probabilidades de cursar una carrera relacionada con este campo. En sentido las habilidades espaciales son cruciales a la hora de tener éxito o no en estos estudios.
Pero, ¿qué determina tener o no unas buenas habilidades espaciales? Pues tal y como ha encontrado este estudio, la ansiedad. Esta sensación condiciona en gran medida estas capacidades y es aquí donde la genética tiene una explicación. Para alcanzar estas conclusiones, el equipo de investigadores analizó los casos de 1.400 parejas de gemelos que tenían entre 19 y 21 años.
Estos fueron cuestionados por la ansiedad que sentían generalmente y más en concreto por aquella que les producía realizar un problema de matemáticas. Ambas sensaciones demostraron tener un componente genético característico. En más de un tercio de los casos, las características del ADN explicaban estos casos.
Menos ansiedad en otros casos
Los investigadores también se encontraron que aquellos sujetos que presentaban el nivel de ansiedad mayor en otras labores como por ejemplo orientarse en un mapa, presentaban una menor sensación de este tipo a la hora de realizar un problema de matemáticas o de geometría. En estos casos las características genéticas de cada uno también explicaban estos motivos.
Eso sí, los investigadores recuerdan la importancia que también tiene el entorno en estos casos. Cuando los gemelos no se habían desarrollado en un mismo entorno, es decir no habían compartido la misma educación ni el mismo grupo de amigos, la sensación de ansiedad también cambiaba. Es aquí donde entra el segundo factor importante en el aprendizaje: la crianza que se haya recibido en casa.
Si en casa el niño aprecia cómo sus padres no tienen mucha estima a las matemáticas y cuando solicita ayuda para resolver un problema se encuentra con mañas caras, también terminará por rechazar esta asignatura. De igual forma también es preciso que los profesionales de su centro de enseñanza sean capaces de explicar la materia de forma que la comprendan todos los alumnos y que incluso puedan dedicar horas extras a aquellos que lo precisen.
Damián Montero
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